Carlo Pizano Salinas

Hace algunos días tuvimos la oportunidad de visitar los canales de Xochimilco, al sur de la ciudad de México y pudimos constatar un abandono gubernamental inaceptable para uno de los principales atractivos turísticos de la Capital. Los canales de Xochimilco nacieron una vez que se formaron las chinampas, asentamientos de tierra formados por la ingeniería indígena.
En 1987 Xochimilco, junto con el Centro Histórico de la Ciudad de México recibieron, por parte de la UNESCO, el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad (de hecho son dos de los cuatro sitios en la Ciudad que reciben esta distinción: los otros dos son Ciudad Universitaria y la Casa Museo Arq. Luis Barragán).
Desde hace algunos años, Xochimilco ha enfrentado diversas problemáticas en cuanto a su conservación y aprovechamiento turístico. Factores de tipo ecológicos, culturales y sociales han ido deteriorando el sitio de forma tal que hace falta un programa intensivo para su rehabilitación.
Prestadores de servicios turísticos de los 9 embarcaderos de esta zona: Cuemanco, Caltongo, Fernando Celada, Salitre, Belém, San Cristóbal, Zacapa, Las Flores, Nuevo Nativitas y Belem de las Flores, en los que se tiene el registro de alrededor de 200 trajineras, reportan que a partir de la llegada de esta administración delegacional, se ha detectado la existencia de 25 a 30 conductores de turismo que operan fuera de sitios autorizados que son tolerados por la autoridad delegacional, violando los ordenamientos establecidos y cobrando tarifas excesivas.
Aunado a la problemática ecológica causada por escurrimientos de aguas negras en algunas áreas de los canales, la falta de capacitación y programas de mejoramiento de las micro, pequeñas y medianas empresas turísticas han provocado que las visitas a este tradicional lugar de recreo de los habitantes del Distrito Federal y de los turistas que lo vistan, ha ido en descenso en los últimos años.
Según información de estos prestadores de servicios turísticos, a pesar de lo que argumentan las autoridades, la verdad de la situación es que hoy en día, los visitantes a Xochimilco han disminuido a cerca de un 50 por ciento de lo que se recibía hasta hace algunos años.  Se sugiere la realización de una labor de planeación participativa, con la concurrencia de las autoridades federales, locales y delegacionales, así como la participación de los diversos grupos de prestadores de servicios turísticos y de la sociedad civil que permita el fortalecimiento de la capacidad competitiva del sitio, para darle nuevamente el brillo que tuvo anteriormente y recuperar el sitio como atractivo turístico que Xochimilco tuvo y que merece, en su calidad de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
En vez de estar creando atractivos turísticos sin respaldo cultural, el Gobierno del Distrito Federal debería invertir estratégicamente los recursos públicos para conservar y promocionar Xochimilco y a los demás atractivos centenarios de la Ciudad de México. No hay que confundir la vanguardia con la desmemoria.