Cancillería sin sensibilidad diplomática
Félix Fuentes

La renuncia del embajador estadounidense Carlos Pascual fue decisión personal “para no interferir la agenda bilateral”, pero también se relaciona con la confusa política exterior del calderonismo, la cual quedó de manifiesto en la comparecencia de cuatro horas de la canciller Patricia Espinosa en el Senado.
Desde su llegada a México, Pascual mostró actitudes rígidas y hubo predicciones de problemas con él. ¿Pero qué hizo la titular de Relaciones Exteriores para establecer buen trato con el enviado del poderoso imperio?
Nadie pidió ni pediría a Espinosa ponerse de rodillas ante el controvertido embajador, quien en el desempeño de sus funciones envió a Washington informes sobre la debilidad política del presidente Calderón, de sus desatinos en el combate al narcotráfico y la inexperiencia de las fuerzas militares para enfrentar el grave problema.
¿Acaso esperaba el primer mandatario comunicados floridos de la propia secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien en el inicio de su gestión hizo ásperas críticas a su régimen?
En esto faltó el trato de sensibilidad diplomática, mediante el cual Pascual pudo pasar por alto alguno de los informes que después reprodujo WikiLeaks, o al menos disminuir el tono. Pero la buena disposición no se puede esperar de una señora cuya experiencia se reduce al poco tiempo de embajadora en Austria.
En política exterior es requerida gente avezada, de experiencia, porque en ella concurren verdaderas fieras de la democracia y son discutidos los intereses más caros de cada nación. Con un posgrado en Suiza o un cargo de negocios en la ONU no se puede esperar gran cosa de la canciller.
Obama dijo que los cables de WikiLeaks no representan la postura oficial de su gobierno, pero sí causaron daño a la imagen del Ejército mexicano y del propio primer mandatario. ¿O por qué Calderón se dolió de Pascual y pidió su relevo, el cual no le fue concedido?
Debido a su inexperiencia, la canciller fue vapuleada en el Senado, donde evadió cuestionamientos de legisladores de diferentes partidos, incluído el PAN.
Confesó Espinosa que los sobrevuelos estadounidenses en territorio nacional fueron solicitados por el gobierno mexicano. De ser así, el régimen calderonista debió pedir el permiso respectivo a la Cámara Alta. Esto no lo entiende la canciller y por eso le obsequió un ejemplar de la Contitución el senador Ricardo Monreal.
Y si el presidente Calderón no puede acabar su “estúpida guerra”, según la calificó hace ocho días López Obrador, y requiere de ayuda como la recibida a través del Plan Mérida o de aviones no tripulados para localizar a delincuentes, debió decirlo abiertamente y tirar a la basura el discursillo mentiroso y el costoso spot sobre la detención de los 37 hampones más peligrosos. De nada sirven esas capturas si a los cinco días surgen cien nuevos delincuentes.
Tampoco informó el calderonismo del operativo “rápido y furioso” en el cual estaban involucradas autoridades estadounidenses para el paso de alrededor de dos mil armas a México.
Ante senadores, Espinosa Castellano afirmó que el presidente Calderón tenía conocimiento de tal operación, ¡pero no del paso de armamentos a nuestro país! Por esto, algunos legisladores dijeron que nuestra política exterior es propia para enajenados.
La ex canciller Rosario Green dijo que debido a los pobres manejos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México ha perdido liderazgo en el mundo y también por su “alineamiento” a Estados Unidos
De ser cierto el arrodillamiento ante Obama, hasta para alinearse se requiere categoría, sin caer en actitudes prepotentes, como las advertidas en el caso del embajador Pascual.