Por: René Avilés Fabila

Hace unos días, Humberto Moreira se hizo cargo de la presidencia del PRI. Fue justo aprovechando un nuevo cumpleaños del partido más antiguo de México que el priísmo nacional se reunió en Querétaro y nos endulzó el oído. Fueron muchos los elogios a su larga ruta de éxitos que sus autocríticas a sus fracasos o errores. Contra lo esperado, el nuevo presidente, Moreira, fue equilibrado aunque, como suele suceder en estos casos, pecó de optimista. Quizá tenga razón, como quienes lo secundaron en declaraciones y discursos, pero uno, a estas alturas, preferiría escuchar proyectos, las ideas que tiene tal partido para que México resurja, para que deje el atraso y recupere un lugar digno en el concierto internacional, tan bajo desde que el PAN derrotó al priísmo hace más de diez años.Enrique Peña Nieto y Humberto Moreira son dos figuras nuevas en el PRI; se formaron como gobernadores y, como tales, han saltado al campo de batalla para recuperar la Presidencia. No es una tarea fácil. Enfrentan una fanática obsesión del PRD y del PAN para que sigan en la oposición. Llevan varios estados perdidos por no seleccionar en forma adecuada a sus candidatos. Olvida que ellos mismos han contribuido a mantener viva la tradición del caudillo y entonces no vemos luchas de partidos o de proyectos políticos, económicos y sociales. En rigor, no fue la alianza PAN-PRD quien derrotó al PRI, fue uno de sus ex militantes quien realizó la hazaña. Es verdad, contó con el apoyo de malos gobiernos, como el de Puebla, pero eso indica que, a pesar del creciente desprestigio de Calderón y del perredismo, los priístas no saben cómo atacar a su enemigo.El PRI nos dice que ha cambiado, pero no lo vemos así. Dos nuevos personajes con éxito y glamour no bastan. Aquello sigue repleto de dinosaurios. Se requiere el acceso de nuevas personalidades, darle la voz a la militancia, arriesgar. Ante cada derrota pasada, los dirigentes mostraban un optimismo francamente torpe e inexplicable. Un partido acostumbrado a recibir órdenes de la Presidencia todavía no sale de su marasmo y entonces son los gobernadores quienes deciden y seleccionan a sus sucesores con lamentables resultados. ¿Y el papel del partido, dónde está? Ya no tiene tiempo, pero desde hace mucho debió encerrarse dos o tres días a discutir sus defectos y errores y analizar sus aciertos. No. Prefieren decirnos que el México actual, lo cual es verdad, es resultado de sus gestiones. Una frase en boca de un distinguido priísta me llamó la atención: gracias al PRI las cosas han sido más tersas, paliamos las dificultades. Es decir, hasta en la derrota se siente salvador de la patria.Todavía hay tiempo, el PRI está ante su última oportunidad para recuperar Los Pinos. De acuerdo, ya tienen al candidato y al impetuoso jefe del PRI, ¿qué sigue? ¿Hacer una campaña mediocre como las dos anteriores o mostrar un gran proyecto del nuevo México que esperamos? Del lado opuesto, se vive un caos, lo mismo en el PAN que en el PRD, ¿no sería buen momento para presentar un PRI redivivo, con nuevas ideas y sobre todo asegurarnos que desterrarán el autoritarismo, la corrupción y otros vicios, para garantizarnos el país que buscamos?
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