Falsos savonarolas
El nuevo dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano, dijo a propósito de la alianza PRI-PVEM-Nueva Alianza: “Exijo al PRI aclarar si apoya la pena de muerte que impulsa el Verde o «el cacicazgo» de Elba Esther Gordillo en el magisterio nacional… Sería muy bueno que lo aclarara para que nos demuestre la pulcritud, la transparencia y todas esas lecciones de ética política que nos quiere dar”.
¿No habrá sentido Zambrano comezón en la conciencia al recurrir al viejo y desgastado truco —explotado tanto por el perredismo como por el panismo— de erigirse en vírgenes inmaculadas de la democracia mexicana?
Ninguno, absolutamente ninguno, de los partidos políticos mexicanos puede dar clases de ética política. Sin embargo, sí hay quienes a través de un discurso —pretendiendo emular a los monjes benedictinos— buscan ocultar las gravísimas desviaciones no sólo ideológicas, sino éticas e históricas de sus partidos. Los falsos savonarolas gritan y agitan las hogueras para evitar que se sepa lo que la coalición del PAN con una parte del PRD sólo pudo ser construida a partir de prácticas y ambiciones mercenarias.
Paralelamente a la pregunta: “¿Estarías de acuerdo en una alianza entre el PAN y el PRD que proponga un(a) candidato(a) con un programa de gobierno común?”. Otro consejo ciudadano, similar al que se encargó de estructurar y vigilar la consulta, debió haber preguntado en una casilla adjunta: “¿Sabes con quién se va aliar el PRD?”, y también: “¿Sabes con quién se va aliar el PAN?”.
Un sondeo de este tipo estaría en congruencia con los principios de un partido, el PRD, que entre otras cosas nació para combatir la simulación imperante en el viejo régimen.
Si se trata de purificar la democracia, como rezan algunos aspirantes panistas, entonces habría que poner al elector al tanto del thriller —persecución, agresión y denuncia— que ha escrito uno en contra de otro, PAN y PRD, desde hace varias décadas y de poner a consideración del ciudadano si esos dos partidos son en realidad una excepción dentro del largo y oscuro túnel de corrupción, ineptitud e impunidad por el que transita México.
PAN y PRD repiten todos los días ejercer el poder —a diferencia del PRI— a partir de principios. Aseguran representar la eficiencia pública cuando son gobierno y de encabezar la lucha contra la corrupción que dejaron los priístas como herencia a la nación.
Muy bien, pero entonces, ¿en qué casillero o botiquín de farmacia puritana debe colocarse lo que acaba de denunciar el auditor superior de la federación, Juan Manuel Portal, ante la Comisión de la Función Pública de la Cámara de Diputados?
Durante la segunda reunión de análisis de la cuenta pública 2009, el auditor superior de la federación exhibió ante los legisladores uno de los casos de corrupción más escandalosos cometidos en el IMSS, cuando el intocable Juan Molinar Horcasitas era su director.
La historia se reduce a lo siguiente: el IMSS firmó en 2007 con la trasnacional hindú Tata Consultancy un contrato para servicio de informática que fue inflado en un 60 por ciento. La asignación de dicho contrato fue hecha por Carlos Castañeda Gómez del Campo, director de Innovación y Desarrollo Tecnológico del Seguro Social y primo hermano de Margarita Zavala, esposa de Felipe Calderón.
De acuerdo a los auditores, la compañía cobró al IMSS en el primer mes de operación 420 mil horas-hombre, comprometiéndose a pagar en los siguientes años lo que pudiera resultar de facturar más de 24 horas diarias para que las cifras cuadraran.
Esta información, que hoy revela el auditor superior de la federación, ya había sido publicada en 2009 por Reporte Indigo. Sin embargo, al darla a conocer la institución encargada de vigilar el uso y manejo de los recursos públicos, adquiere una dimensión política mayor y obliga a seguirle la pista a una cadena de corrupción que traspasa las fronteras.
Tata Consultancy fue contratada por el primo hermano de la “primera dama” a pesar de tener en Chile y en Uruguay un negro historial y de no cumplir en México con los requisitos de certificación de calidad. Se habla incluso de un Tatagate chileno en el que la trasnacional se vio involucrada en delitos de revelación de datos y de cohecho a funcionarios del Registro Civil de ese país.
Se trata, sin duda, de la punta de un iceberg que afectará de manera directa a la familia presidencial. Una familia que, por cierto, no es del PRI sino del PAN. Es la reedición de los hijos de la señora Marta Sahagún de Fox, de los negocios que al amparo del poder y de la impunidad que acostumbran hacer los parientes del Presidente de la República.
La inmaculada virginidad política de la que tanto presume el PAN y el PRD no existe, o para decirlo de otra forma, el monopolio de la corrupción ya no lo tiene el PRI. ¿Por qué entonces los electores, pero sobre todo los electores del Estado de México, tendrían que votar por una alianza conformada por falsos savonarolas?
Eso también debió haber formado parte de la democrática consulta.