Dos dirigentes con delirio de grandeza

Gadafi y Sarkozy, a segunda plana

 

Martha Bañuelos

 

París.- ¿A quien beneficia el terremoto ocurrido en Japón? Un evento de magnitud 8.9 afecta y favorece indirectamente a Gadafi. Ese es el enigma de la información, después del “viernes 11”, los “ojos del mundo” le dieron la espalda a Libia y así las declaraciones de Nicolás Sarkozy fueron relegadas. Y si en un principio éstas parecían materia de escándalo, al tercer día del terremoto- que fue sucedido por un tsunami- a pocos les interesaba lo que dijo y por qué lo dijo. De ahí que los dos dirigentes, con su delirio de grandeza y sus fanfarronadas  (uno listo para atacar Libia, y el otro dispuesto a revelar “grandes secretos”) desaparecieron de la primera plana de los diarios internacionales.

Así, mientras las fuerzas rebeldes con su Consejo provisional, pierden fuerza y terreno ante la progresión de las tropas leales a Gadafi,  aquí en París se organizó una reunión de los “G-8” para la creación de la “zona de exclusión aérea” en Libia, que da el derecho de atacar los aviones de Gadafi que sobrevuelen dicho territorio. Los Ministros de Asuntos Exteriores del famoso grupo de los ocho, presionan para la rápida limitación de la ”zona”, la que sin duda llegará muy tarde, ya que sin los americanos, esa decisión corre el riesgo de quedarse sólo en el papel.

Entre tanto el jefe de la diplomacia francesa Alain Juppé, quien apenas instalado en su puesto, no debió apreciar los excesos que su patrón Sarkozy le hizo a sus espaldas, apoyándose en la opinión del singular “filósofo” Bernard Henri Levy, quien como analista e intermediario de las causas extranjeras tiene aquí en Francia, una dudosa reputación. En París, se pregunta qué “varita” mágica hizo que el Presidente recibiera y escuchara en el Palacio del Eliseo, al filósofo junto con el juez Mustapha Abdeljalil, representante de la insurrección en Libia  y por qué el filósofo Levy, de manera no oficial, se convirtió en el portavoz de Sarkozy.

Después de ese desorden diplomático, también Alain Juppé, debió ”agradecer” el tsunami, ya que esa catástrofe calmó por el momento, el juego presidencial  y le permitió al Ministro de Relaciones Exteriores,  apreciar públicamente el llamado de la Liga árabe para instaurar la “zona de exclusión aérea”. Juppé declaró: “con el fin de cumplir los objetivos, Francia acelera sus esfuerzos”  –además, subrayó- “en concertación” con la Unión Europea, la Liga de los Estados árabes, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y el Consejo Nacional Libio de Transición.

Por otra parte, en la reunión del G-8 en París, participaron, a excepción de China, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, así como Italia, antigua potencia colonial en Libia, Alemania, Canadá y Japón.

Por ser Francia el único país que formalmente reconoce el Consejo Nacional Libio de Transición, ya que la Unión Europea sólo lo reconoce como “interlocutor político”, Sarkozy siente la urgencia de acelerar la acción contra el coronel Gadafi, quien sigue empujando a la rebelión instalada en Benghazi, a mil kilómetros al Este de Trípoli y segunda ciudad del país.