Vine, vidi y no dije nada…
Frida Modak

El título de este artículo no es mío, corresponde al comentario hecho
por José Piñera, hermano del presidente chileno, Sebastián Piñera, y
publicado por el diario El Mercurio junto a otros dichos de distintas
personalidades al término del discurso de mandatario estadunidense.
El texto completo es “Vine, vide, vinci, fue el tweet de César a Roma tras
una victoria. Vine, vidi y no dije nada, será el tweet hoy de Obama”.
Pero José Piñera, ex ministro del Trabajo y de Minería de Augusto Pinochet, no
es el único que piensa así, aunque su hermano dice estar muy
satisfecho.
El presidente del Partido Socialista dijo que “los estadunidenses son especialistas en hacer buenos shows y este fue un
show, muy pocas nueces para tanto ruido”.
El senador demócrata cristiano y presidente de la Comisión de
Relaciones Exteriores del Senado chileno dijo que lamentaba que Barack Obama
“no abordara los temas que esperábamos los latinoamericanos y los
chilenos. No hubo propuesta sobre el desafío de avanzar en la lucha
contra la pobreza, ni en el problema migratorio, el término del
proteccionismo agrícola y la eliminación del embargo a Cuba o un
importante mea culpa por los derechos humanos”.
Hay muchos otros comentarios similares, como así también artículos de
agencias noticiosas internacionales y notas de prensa de otros
países.
La agencia alemana DPA, por ejemplo, destacó que Obama propuso a
las Américas una alianza, sin anunciar medidas, plazos ni comprometer
apoyos políticos.
La gira, que incluyó a Brasil, Chile y El Salvador fue también muy
carrereada debido tanto al desarrollo de los acontecimientos en
Libia, como a las acusaciones de que Obama ha violado la Constitución
estadunidense al apoyar la intervención en ese país, lo que lo obligó a
acortar en horas sus estadías en Chile y El Salvador.
Pero no es tan efectivo que el mandatario estadunidense no haya dicho
nada.Planteó cosas que no explicó,ignoró demandas, lo que es una forma
de responder, y no entró en detalles sobre su propuesta de actualizar
la Alianza para el Progreso kennediana de los  años sesenta, lo que
también tiene un significado.

Brasil
La primera etapa de su viaje fue Brasil y los acontecimientos allí no
se desarrollaron  armónicamente  porque fue desde ahí de donde Obama
dio el vamos a los bombardeos sobre Libia, encabezados y dirigidos por
su país, como habían acordado con sus aliados.
Como se sabe, Brasil se abstuvo  en la votación del Consejo de Segundad
de las Naciones Unidas cuando se adoptaron las medidas para establecer
la exclusión aérea en Libia, lo que equivale a un operativo de
guerra, como dijera hace ya algunas semanas un general estadunidense.
Obama tuvo la opción y la excusa para postergar la gira y no lo
hizo, presumiblemente estimó que al no estar en su país quedaba, en
apariencias, al margen de esos hechos. Pero los bombardeos a Libia lo
acompañaron toda la gira y el “vamos” que dio desde Brasil tuvo
consecuencias. Ese fue el motivo por el cual  el ex presidente Lula da Silva no
fue a la comida que la presidenta Dilma Rousseff le ofreció al
visitante.
En Brasil hay una importante colectividad árabe. El país fue colonia de
Portugal y la nación europea estuvo bajo el dominio árabe durante más
de un siglo, detalles históricos que al parecer el Departamento de
Estado no considera debidamente en sus anáisis.
Tal vez por eso  Obama dijo después en un discurso que la transición
brasileña  era un modelo para el mundo árabe. Claro que también dijo en
Santiago de Chile que la experiencia chilena es un modelo para la región y para
el mundo.

Chile
Ya desde Brasil y a través de un matutino chileno, el mandatario
estadunidense había señalado que en el discurso que pronunciaría en
Chile  explicaría “nuestra visión para el hemisferio y que se funda en
el concepto de alianza igualitaria que he perseguido desde que asumí
la Presidencia de Estados Unidos”.
Ya en Chile, inició su discurso diciendo quew “We are all Americans”. (Todos
somos americanos). Luego se refirió a la unidad alcanzada por los
países latinoamericanos y afirmó que esta región “está contribuyendo a
la prosperidad y seguridad mundial”, y que por lo tanto va a ser “cada
vez más importante para Estados Unidos”, afirmación suficiente para
encender algunas luces rojas.
Siempre en esa línea sostuvo que “en América no hay socios mayores y
no hay socios menores, sólo socios iguales”, de modo que las
asociaciones de igualdad “exigen” una responsabilidad compartida, lo
que podría parecer democrático si tales asociaciones se establecieran
entre iguales, lo que obviamente no ocurre.
Esa es la base de su propuesta, cuyos alcances son obvios, América
Latina va bien en los aspectos que a Estados Unidos le interesan, de
modo que nos vamos a asociar. Aquí hay petróleo suficiente para todos,
tanto descubierto como por descubrir, una Amazonia y una Antártica con
más riquezas y yacimientos enormes de agua dulce.
Lo que no explicó el presidente Obama es por qué tendríamos que
asociarnos con su país, cuando somos tan capaces y tan ricos. Si fuera
por recursos económicos para explotar esas riquezas, en la actualidad
hay muchos interesados en aportarlos y posiblemente pongan menos
condiciones y exijan menos ventajas.
Esto es lo sustancial del discurso, en el cual Obama buscó apoyarse en
la imagen de John Kennedy, admitiendo que  esa Alianza para el Progreso
de 1961 ya estaba superada, si bien lo cierto es que cuando fue puesta
en práctica ya lo estaba  porque sus metas no conducían al progreso.
Cabe recordar que el planteamiento de Kennedy al hacerla pública fue
“a nuestros vecinos del sur les pedimos que den un poco para no
perderlo todo” y así fue. Lo que importaba era proponer reformas a
medias para contrarrestar la influencia de la Revolución Cubana a la
que desde la “era Kennedy” se le impuso el bloqueo económico.
Y a propósito de Cuba, el  mandatario estadunidense aseguró haber hecho
muchos esfuerzos para mejorar las relaciones y supuestamente también
su economía, pero que Cuba no había correspondido, no se le ocurrió que
bastaría levantar el bloqueo para que esa nación desarrolle todo su
potencial, del cual ha dado prueba en estos 50 años.
De lo que no dijo nada fue de lo que numerosos chilenos, entre ellos
el escritor Ariel Dorfman, que le pidieron públicamente y a través de
la prensa, que se disculpara con los chilenos por el golpe militar de
1973 y las violaciones a los derechos humanos cometidas al amparo  y
colaboración de Washington.
Dorfman, en un artículo en el diario español El País, le señaló que no
necesitaba pedir perdón ni expresar remordimiento por la intervención
estadunidense en Chile, que bastaría con que visitara la tumba del
presidente Salvador Allende y le dedicara “un par de minutos
soltarios”, con lo que enviaría una señal al sur del Río Bravo de que
sería posible una nueva relación con Estados Unidos.
Nada ocurrió y en un momento los periodistas chilenos que cubrían la
visita acordaron preguntarle si su país colaboraría en la
investigación de las muertes del presidente Allende y su antecesor
Eduardo Frei y si pediría perdón por la participación de su país
durante el régimen militar. Obama respondió que considerarían cualquier
solicitud.
Pero después agregó que “debemos aprender de nuestra historia, y entender
nuestra historia, pero no sentirnos atrapados por la historia, porque
tenemos muchos desafíos hoy, incluso lo más importante, tenemos desafíos
para el futuro que debemos poner atención”.

El Salvador
En la mañana del martes, después de desayunar con el presidente
Piñera, el gobernante estadunidense partió a El Salvador, última etapa
de su gira. Casi al mismo tiempo que llegaba se produjo un temblor en
la nación centroamericana. En la capital salvadoreña había plantones y
marchas de protesta, pero al igual que en Chile, no fueron vistas por el
visitante, debido al cierre de calles.
Allí todo se desarrolló a la carrera. Obama se reunió con el presidente
Mauricio Funes y luego dieron una conferencia de prensa en la que el único
anuncio importante fue que Estados Unidos daría 200 millones de
dólares para el combate a la criminalidad en América Central a través
de un plan que, según trascendió, se desarrollará  fuera de la
Iniciativa Mérida suscrita con México.
Hecho este anuncio, Obama y el presidente Funes fueron a la
Catedral salvadoreña, donde se encuentran los restos de arzobispo
Arnulfo Romero, asesinado de un balazo cuando decía una misa. El autor
del crimen fue el mayor golpista Roberto D’Abuisson, del Partido
Arena, que gobernó durante varios períodos hasta la elección de Funes.
Fue Obama quien pidió ir a la Catedral. El padre Juan Vicente Chopin
replicó con un interesante análisis sobre el significado de esa
visita, señalando que tendría sentido si se trataba de “un
reconocimiento al testimonio de vida que llevó monseñor Romero. Con ello se
estaría legitimando su defensa de los derechos humanos”.
Agregó que si sólo tuviera un carácter político, Obama estaría buscando
popularidad, pero si en el supuesto político el presidente de Estados
Unidos pidiera la derogación de la ley de amnistía que encubre a
muchos asesinos, o si pidiera disculpas por los crímenes que cometieron
“soldados entrenados en la Escuela de las Américas”, entonces “su
discurso sería esperanzador en aras de construir una democracia real y
estable”.
Obama no dijo nada, la respuesta la había dado en Chile.