Yazmín Alessandrini

María Cristina Díaz Salazar es clara en sus respuestas, sensible, emocional, pero echada para adelante, no se resquebraja ante las adversidades.

Sufre y disfruta con sus aventuras de infancia y de los pequeños placeres que la vida le otorga.

Cristina Díaz nos habla de sus valores, su esfuerzo y su vida personal sin estereotipos, ni reservas.

—¿Quién te eligió y por qué?

—Mi propia militancia. Mi trayectoria y trabajo político ayudaron mucho.

—¿De dónde vienes?

—De la cultura del esfuerzo, en cuanto a mi trabajo. Con un padre de cuna humilde, sencillo, que le tocó trabajar y estudiar; y una madre dedicada al hogar. Recibí el beneficio de ese esfuerzo y he trabajado mucho por conseguir lo que me propongo.

Entré al PRI en el Movimiento de la Juventud Revolucionaria de mi estado, Nuevo León, a los 17 años, nadie me llevó, era una aspiración.

A esa edad tenía claro que quería ser abogada y diputada, y he sido ya tres veces diputada federal y una local.

—¿Tu carrera política tuvo que ver con tu divorcio?

No. Vine desde Monterrey a casarme a Catemaco, Veracruz. Con mi esposo aprendí a valorar el verdadero sentido del trabajo y el esfuerzo de las personas, que la gente no valía por su estrato social, sino por su esfuerzo, trabajo y la bondad.

—¿Qué te ilusiona en este momento?

—Que ganemos las elecciones del 2012, que tengamos la oportunidad de que se construya un proyecto de nación donde se combata la profunda desigualdad, que es la que está erosionando el tejido social, y que nos está convulsionando a la violencia.

Me preocupan los 33 millones de personas mayores de 15 años que no han concluido sus estudios, que están condenados a la pobreza, al subempleo y a los trabajos temporales, y que carecen de una vida digna.

—¿Qué piensas de la hipocresía?

—Que te puede llevar a una doble moral.

—¿La dignidad?

—Es el traje más hermoso que puede tener un ser humano, con el que nacemos y morimos.

—¿El ego?

—A mayor proporción te destruye, crea banalidades y te hace superficial. Pero el ego bueno eleva la autoestima y te permite ser una persona segura de ti misma.

—¿Soberbia?

—Es un pecado capital.

—¿De qué estás hecha?

—De mucha perseverancia.

—¿Disfraz?

—El de una mujer humilde, para poder entender todo lo que están sufriendo las familias mexicanas.

—¿Qué jugabas de niña?

—Futbol y beisbol, y para que no me discriminaran los niños yo llevaba el balón y el bate.

—¿Cómo definirías tu carácter?

—Serena, apacible, ecuánime, de carácter explosivo que he aprendido a manejar.