PAN y PRD no se pusieron de acuerdo
René Avilés Fabila
Al momento de escribir esta nota, ninguno de los partidos aliancistas, PAN y PRD, lograban ponerse de acuerdo para celebrar una coalición poderosa capaz de derrotar para siempre a los caciques priistas en dos momentos importantes: la sucesión del gobierno del Estado de México y la presidencial de 2012.
Argumentos iban y venían, críticas y ataques pasaban de un grupo a otro. Lo más patético eran los panistas encabezados por Gustavo Madero, quien casi públicamente rogaba por la unidad de los que fueron enemigos mortales hasta hace unos meses. El PAN llegó a la ignominia: en más de un momento dijo que podrían ir con Alejandro Encinas para vencer a Eruviel Avila.
Del otro lado, en una maniobra habilidosa (la primera la dio Enrique Peña Nieto al inclinar la balanza a favor del presidente municipal de Ecatepec en lugar de Alfredo del Mazo), Andrés Manuel López Obrador destruyó la alianza luego de proponer en una ceremonia semejante a la de Juanito en Iztapalapa, a Encinas. Esto fortaleció, junto con la llegada de Dolores Padierna a la secretaría general del PRD, a quienes están contra los Chuchos y la santa alianza.
Lo más ridículo de todo es que ahora el PAN, organismo político en el poder, ha quedado desamparado, huérfano, no sabe qué hacer. Tiene unos diez u once aspirantes presidenciales, pero ninguno de peso. En consecuencia busca uno ciudadano o al menos a un ex priista. Ha pensado hasta en Juan Sabines, el gobernador de Chiapas, quien ha transitado por todos lados con tal de obtener poder.
Pareciera que la lucha final se dará entre priistas y ex priistas bien representados por López Obrador y por Marcelo Ebrard, quien por ahora se mueve, sostenido por su maestro Manuel Camacho, en un delgado alambre.
El oportunismo de Marcelo es visible y cínico. De fanático del PRI pasó a admirador de López Obrador, de apoyar las alianzas, ahora es su enemigo, todo con tal de no ser ya el presidente de México, sino secretario de algo en el gabinete de López Obrador, si es que llega a triunfar, lo cual es muy remoto, o mejor dicho: imposible. Los mexicanos ya lo conocen bien: brutal, autoritario, capaz de mentir, dueño de un carácter poco controlable, no llegará a Los Pinos.
Pero por ahora lo que está en juego en orden de aparición es el Estado de México. Las encuestas dan como favorito al candidato priista, Avila.
Por su lado, Bravo Mena con una ignorancia de cura de aldea remota, piensa que va bien y Encinas ya se ve arrollando al PRI cuando hace algunos años fue apabullado. ¿Esperan un milagro? Posiblemente. Pero esta vez no serán tan afortunados.
Peña Nieto no es como Mario Marín o como Ulises Ruiz, es un político que sabe manejar los distintos escenarios y por ahora en el PRI hay alguien impetuoso y distinto a todas esas momias que dicho partido ha padecido. Sin embargo, como dicen los cronistas deportivos, esto no se acaba hasta que se acaba.
Y Peña Nieto tiene muchos enemigos y críticos y el PRI, para colmo, todavía arrastra pecados suficientes para hacernos desconfiar. Es la fecha que muchos no vemos el nuevo PRI y que no nos ha pedido, como sociedad, perdón por sus excesos.
www.reneavilesfabila.com.mx www.recordanzas.blogspot.com