Martha Bañuelos
París.- Cierto, la Canciller Angela Merkel está preocupada por la tormenta política que se desató en Alemania… pero su inquietud viene de haberse convertido en la víctima de la actual polémica de la energía nuclear, más que por la lluvia de críticas nacionales e internacionales que causó su Ministro de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, al abstenerse en apoyar las acciones militares contra Libia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, buscando Berlín separarse de sus tradicionales aliados americanos y europeos.
El Vicecanciller Westerwelle y también Presidente del FDP (Partido Democrático Liberal) considerado la tercera fuerza en Alemania, habría declarado al margen de una reunión informal de la Unión Europea “Es esencial que no demos la impresión de que se trata de una confrontación del Occidente contra el mundo árabe o de una cruzada cristiana contra poblaciones de creencia musulmán”, sin embargo desde su función, el liberal Westerwelle también debía proteger las ganancias del consorcio BASF y Gazprom sobre el gas libio.
Por ahora, la mayor preocupación de Merkel es que sus conservadores liberales, fueron aplastados por los verdes en un escrutinio clave en el rico estado Baden-Wurtemberg al perder un poder que tenía en este estado desde hace 58 años, la Unión Cristiana-Demócrata (CDU) de la señora Merkel, también le reducirá su margen de maniobra en el Bundesrat (Cámara Alta del Parlamento).
La Canciller y su Vicecanciller son los primeros políticos occidentales que enfrentan los efectos colaterales del accidente de la central japonesa de Fukushima. En Baden-Wurtemberg en donde están 4 de los más antiguos reactores nucleares del país, el FDP sólo obtuvo un 5 por ciento de votos, demostrando que el accidente de la central japonesa, avivó el descontento por la política nuclear de la señora Merkel. En Berlín, la coalición en el poder está pagando caro el compromiso a favor de esta energía, unos 100 mil opositores se manifestaron pidiendo detener los reactores, en particular el más antiguo, el Neckarwestheim 1 en servicio desde 1976, la inquietud por un accidente nuclear logró, algo raro en Alemania, movilizar tanta gente en tan poco tiempo.
Si en el 2010 Merkel garantizaba las centrales alemanas como “las más seguras del mundo”, hoy pidió el paro temporal de 7 sobre los 17 reactores para una revisión de las medidas de seguridad. El cambio de la Canciller sobre la cuestión nuclear fue espectacular, ya que cinco meses antes, su mayoría había votado la prolongación de la duración de vida de las centrales de doce años, mientras que un anterior gobierno SPD-Verdes había prometido la salida de la energía nuclear para el 2020.
Pero en Francia, en las actuales elecciones cantonales los antinucleares sólo dieron a los verdes ecologistas una parte de sus votos, la abstención fue la ganadora seguida del Frente Nacional (FN), la extrema derecha que progresa en Europa, al perder el partido presidencial las cantonales, es la candidatura de Sarkozy la que se pone en duda para un segundo periodo presidencial. ¿Otro efecto colateral?