Lo que le faltaba a Italia

Bernardo González Solano

Hablar de Italia es hablar de la historia de la cultura occidental. Muy pocos países pueden remontar su pasado mucho antes de Cristo, pasado que se remonta al presente, el de nuestros días, con influencias en casi todos los órdenes: cultura, idioma, economía, derecho y religión. Más allá de que el idioma castellano —que actualmente hablan casi 500 millones de personas (alrededor de 100 millones en México)— es uno de los varios que derivan del latín, y el derecho romano origina muchas de las disposiciones jurídicas que (des)regulan el Estado de derecho imperante en varias naciones aquende y allende el Atlántico.

La Iglesia católica apostólica romana (cuyos fieles suman más de mil millones en todo el mundo), tiene su centro en la ciudad de Roma, en donde se encuentra el Stato della Citta del Vaticano —el Estado más pequeño del planeta con un territorio de apenas 44 hectáreas donde viven apenas un millar de personas, incluyendo al Papa, ahora Benedicto XVI, sacerdote de origen alemán que se bautizó como Joseph Ratzinger.

Y hace 1939 años, en el 72 DC, el emperador Titus Flavius  Vespasianus, en español simplemente Vespasiano (que gobernó desde 69 hasta 70), empezó la construcción de lo que ahora llamamos Coliseo y que también se denominó anfiteatro Flavio, debido a la dinastía de los emperadores Flavios que lo edificó.

El emperador Titus Flavius Sabinus Vaspasianus, o Tito, hijo de Vespasiano y, obvio, de la dinastía de los Flavios, fue el que terminó las obras del Coliseo en el año 80, cuando el emperador lo inauguró con cien días seguidos de juegos. El lugar, desde siempre, servía para desarrollar espectáculos y luchas entre gladiadores o entre hombres y bestias. Algunas veces, lo llenaban de agua para simular batallas navales en las que los romanos habían sido triunfadores. La entrada era gratuita. Se le llamó Coliseo porque en sus cercanías se encontraba la “colosal” estatua del dios Sol de 35 metros de altura, curiosamente, el monumento reproducía las facciones de Nerón.

Al paso del tiempo y de la destrucción del gigantesco foro, se dedicó a muchas otras cosas: fortaleza y almacén de materiales para obras. Ni el tiempo ni el descuido lograron derruir el Coliseo. Tan sólo en el año 2010 recibió la visita de más de cinco millones de turistas. La entrada cuesta 12 euros, más o menos 216 pesos mexicanos y los ciudadanos de la Unión Europea sólo pagan 7.50 euros. Ni Vespasiano ni Tito supusieron que una de sus faraónicas obras todavía produjeran dinero para el erario de Roma.

Para vergüenza de los italianos

Quizás inspirado en sus lejanísimos antecesores en el poder de Italia, el actual primer ministro italiano, el septuagenario Silvio Berlusconi, acusado de fraude fiscal, abuso de autoridad, incitación a la prostitución infantil y muchas cosas más, decidió, por sus pistolas, hace pocos días, poner el Coliseo, posiblemente el monumento más importante del mundo, en manos de la iniciativa privada. Para vergüenza de los italianos.

El acuerdo se firmó el 27 de enero pasado y el gobierno apenas acaba de dar a conocer lo esencial del documento de concesión, el texto completo está en el misterio. El beneficiario es el conocido empresario italiano Diego della Valle, propietario de la zapatería de lujo Tod´s, que a cambio de pagar los trabajos de restauración del histórico sitio —calculados en 25 millones de euros—, durante 15 años mantendrá la exclusiva sobre la imagen mundial del monumento romano. Si el precio del boleto de entrada en el Coliseo se mantiene igual que el año pasado y no decrece el número de turistas que lo visitan anualmente, ni duda cabe que Diego della Valle ha hecho uno de los mejores negocios de su vida. Traducido a pesos mexicanos, sólo por venta de boletos de entrada, el propietario de Tod´s —cuyos anuncios aparecen en las primeras planas de los mejores periódicos y revistas del mundo—, socio de los almacenes Saks de Nueva York, incluso con una cuota más alta que la de Carlos Slim en estos exclusivos almacenes, y de RCS, en el grupo editor de Il Corriere della Sera y de El Mundo, de Madrid, se embolsará más de mil millones de pesos mexicanos. Usted dirá si este fue un excelente negocio o no.

Baila el dinero

¿Qué le ofreció Della Valle a Silvio Berlusconi? O al revés. Eso posiblemente no se sepa, pero el hecho es que a cambio de invertir los 25 millones de euros que costará la restauración —cantidad irrisoria que bien pudo solventar el gobierno de Italia con las manos en la cintura, pero algo se presentó para que esto no sucediera— del anfiteatro Flavio del siglo I, Diego della Valle gestionará en exclusiva los alquileres y los derechos de imagen del Coliseo dentro y fuera de Italia, podrá colocar su logotipo en las entradas y en los andamios y montar un centro de servicios en el área arqueológica más protegida —que no cuidada— del mundo.

En contrapartida, el sindicato UIL, que siempre se manifiesta activo en el campo del patrimonio histórico y la cultura de Italia, presentó un escrito ante la fiscalía de Roma y el tribunal de cuentas en el que manifiesta sus dudas sobre los compromisos reales del contrato y exige que se investigue si hay indicios de delitos. Tratándose de asuntos en los que haya participado directamente Silvio Berlusconi todo es posible. Nada se puede excluir.

Por ello, el secretario general del Sindicato UIL, Gianfranco Cerasoli, explica: “El acuerdo se firmó a gran velocidad después de que el concurso oficial se declarara desierto. Esta firma impedirá durante al menos 15 años al ministerio, y por tanto al Estado, que según la Constitución es el responsable del anfiteatro, decidir libremente sobre el uso y la imagen del monumento”.

Agregó Cerasoli: “La valoración del acuerdo es evidentemente baja, ya que cualquier economista sabe que la operación generará como mínimo 200 millones de euros, porque concede a la empresa, mientras duren las obras, el plan de comunicación y la comercialización del Coliseo en todo el mundo”.

En fin, el líder sindical aclara que no están en contra del empresario Della Valle, “ni contra los promotores privados, sino contra las concesiones estatales a bajo precio”.

Visión comercial y privada

El antiguo socio de Berlusconi, suscribió el acuerdo con el arquitecto Robert Cecchi, comisario del área arqueológica de Roma, apoderado por un decreto especial de la presidencia del gobierno. Cecchi es uno de los hombres que Berlusconi utiliza desde 2001 para resolver todo lo que supone “la puesta en valores del patrimonio cultural”. El jefe de éste, Mario Resca, es consejero delegado de McDonald´s Italia, y recientemente fue nombrado directamente por Berlusconi para comercializar los monumentos y museos con una visión comercial y privada.

En esta visión comercial hay una política de fondo: se reducen los presupuestos públicos para el mantenimiento de los sitios culturales, y en paralelo, el gobierno ha cedido al sector privado una buena parte de la gestión cultural y museística, desde el montaje de exposiciones a la venta de boletos; mercado restringido a un puñado de empresas que obtienen hasta el 30% de cada boleto vendido.

Concesiones a empresas de Berlusconi

Grupos como Electa Mondadori —curiosamente propiedad de Berlusconi—, que se ha convertido en un latifundio editorial, ha recibido concesiones públicas para las librerías de un poco más de 30 instituciones, entre ellas la del Coliseo y el Foro Romano. Los que han comprado libros de arte en esas librerías saben lo que cuestan los hermosos ejemplares. Esos son negocios. Y de negocios parece que sí sabe Berlusconi.

Lo demuestran sus ingresos en un año. Con 40.9 millones de euros declarados el año pasado al fisco, el presidente del Consejo Italiano es, de lejos, el más rico de los miembros del Parlamento de Italia. Dobló sus ingresos en un año: en 2009, ingresó 23 millones de euros, esencialmente en los dividendos de su imperio televisivo Fininvest. El político-empresario va a la cabeza, le sigue el rey de las clínicas privadas italianas, Antonio Angelucci, con seis millones de euros.

En el seno de su coalición política, el aliado de Berlusconi, Umberto Rossi, líder de la Liga del Norte, declaró en 2010, 168 mil euros, un poco más que el líder del Partido Demócrata de oposición, Pier Luigi Bersani, que apenas declaró 137 mil euros.

Mientras Berlusconi se anima a presentarse a todos los juicios que le esperan, en Milán acusado de fomentar la prostitución infantil —en la que juega un papel sobresaliente la hermosa marroquí Karima el-Mahroug, alias Ruby, la invitada permanente a las fiestas de escándalo que popularmente llama “bunga-bunga” la prensa italiana, donde recibía fuertes cantidades de euros en billetes y alhajas para “que no cayera en la prostitución”, dijera el propio Cavaliere porque le causaban “mucha tristeza sus desventuras familiares”— y en otras partes, por 314 votos a favor y 296 en contra, la Cámara de Diputados aprobó, el miércoles 13 de abril, la ley llamada de la “prescripción breve” que servirá para que Berlusconi salve la acusación de sobornar a un testigo judicial y de fraude fiscal. El soborno fue de 600 mil dólares entregados al abogado británico David Mills.

Pese a todo, Italia sobrevivirá, en sus 150 años de unificación, a los Berlusconi como lo hizo con el régimen fascista y a otros terremotos.