Carlos E. Urdiales Villaseñor

La presentación pública de Iniciativa México 2011 ha sido motivo de polémica entre los cada vez más protagonistas medios y algunos de sus comunicadores.

La idea original de buscar héroes anónimos que cotidianamente hacen algo por cerrar brechas sociales y económicas es plausible. Cierto también resulta que aquello que se mediatiza y convierte a formato de espectáculo televisivo  inevitablemente levanta sospechas sobre su autenticidad. Pero no todo lo que sale en pantalla merece descalificación rápida y furiosa.

Yo soy testigo de vida del déficit de centros de atención para personas con capacidades físicas y neurológicas diferentes. Los Centros de Rehabilitación Integral Teletón hacen una diferencia en la vida de esos seres humanos y de sus familias. Son una maravilla. ¿Que el Teletón mediático es simplón y sentimentaloide? Quizás. ¿Y? El producto de esa jornada mediática es más importante.

¿Que es un ardid para no pagar impuestos? ¿Alguien o algo, que no sea correo electrónico masivo, lo ha demostrado? No. Entonces, no todo es todo bueno ni todo es todo malo. Hay que matizar. Hay que pensar. Tachar todo en un sentido aprobatorio o no es lo sencillo.

Viene la edición de Iniciativa México 2011 y en ella se presenta el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia. No me gusta que se incluya ahí, pero ya decidieron incluirlo. ¿Qué pide y busca el acuerdo?

1.- Tomar postura en contra la violencia generada por la delincuencia. 2.- No convertirse en vocero involuntario de la delincuencia organizada. 3.- Dimensionar la información. 4.- Atribuir responsabilidades de forma explícita. ¿Quién mata? 5.- No prejuzgar culpables. Empezando por la autoridad. 6.- Cuidar a las víctimas y a los menores de edad. 7.- Alentar la denuncia. Combatir el encubrimiento. 8.- Proteger a los periodistas. Reporteros sobre todo, los que sí se la juegan en la cobertura.  9.- Solidarizarse ante amenazas y acciones contra medios e informadores. 10.- No interferir en el combate a la delincuencia. No implica dejar de informar o dar seguimiento. Tampoco de cuestionar la efectividad gubernamental.

Suscribo, a pesar de no haber firmado el acuerdo, cada uno de eses puntos. Respeto a quienes explícitamente decidieron no hacerlo. Respeto a quienes sí.

No creo que mezclar la Iniciativa México con el acuerdo haya sido lo mejor. Me mueve a risa que en la lista de personas que se adhieren al acuerdo estén, por ejemplo, Ignacio López Tarso, Luz María Aguilar, Joaquín Balcárcel — director jurídico de Televisa—, Jaqueline Bracamontes, Valentín Diez Morodo, Juan Ferrara, Claudio X. González Laporte o José Antonio Sánchez Ortega, por mencionar a algunos cuantos, que desde sus actividades ejecutivas o profesionales no los veo “informando” de valiente cosa. Pero firman y hacen larga la lista. ¿Invalida esto los objetivos del acuerdo? Me parece que no.

Hay todos los días quien con acuerdo o sin él aplican rigor periodístico a sus notas, programas y despachos. Hay quienes no. Hay medios y periodistas que debaten criterios en aras de una mayor transparencia. Hay quienes gustan de notoriedad a pesar de todo. ¿Se necesita firmar para comunicar desde el lado de la sociedad? No. ¿Firmando el acuerdo se pierde libertad? No. ¿Entonces es importante el documento de marras? Sí porque pone a la luz pública los criterios mínimos del quehacer cotidiano de este oficio. Porque en ello se gana transparencia y nitidez de cara a al oyente, lector o escucha. Porque no todo acuerdo va contra las libertades, de lo contrario la única libertad posible sería la de la confrontación.

No todo es malo del todo. Ni lo contrario. Discutir y debatirlo nos beneficia. No tengo dudas.

 

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