Una sociedad democrática se caracteriza no porque gobierne una “mayoría” o porque se materialice un “gobierno del pueblo para el pueblo”. Cierto es que esos dos elementos son consustanciales de la democracia, pero la esencia de ésta radica en la convivencia civilizada de las diferencias, por un lado, pero también —y quizá ahí esté lo trascendente y significativo de ese sistema político— en el respeto a las minorías, cualquiera que esas minorías sean.
Y más democrática y civilizada es una sociedad cuando se ocupa de que en ella los ciudadanos con capacidades diferentes —ciegos, cojos, mancos, sordos—, pero también ancianos, mujeres embarazadas y niños puedan desarrollar toda su potencialidad —porque existe la infraestructura urbana y social— sin ningún menoscabo ni contratiempo.
La Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos, a través de las redes sociales, inició una campaña para ayudar a los discapacitados visuales a obtener un perro guía.
En la imagen, un perro guía descansa a los pies de su amo.


