Los días pasan y se ve preocupado

René Avilés Fabila

Los días pasan y Felipe Calderón se nota preocupado. Mientras que el PRD tiene un candidato titular (Andrés Manuel López Obrador) y uno más de repuesto (Marcelo Ebrard) y al PRI le ocurre algo semejante con un Enrique Peña Nieto que sigue de puntero en todas las encuestas, y asimismo con otro aspirante de calidad como lo es Manlio Fabio Beltrones, el PAN padece la caballada más flaca de su historia.

El Presidente confía en un milagro, lo espera. Primero depositó su fe en las alianzas con el PRD que terminaron en un sonoro ridículo. Ahora busca a un externo o “ciudadano” sin ningún éxito. Si consideramos la personalidad de Peña Nieto y su trabajo en el Estado de México y los aciertos de López Obrador —me refiero a su tenaz trabajo hormiga de visitar cientos de municipios desde que levantó el plantón de Reforma que tantas críticas le consiguió—, la lucha parecería entre ambas figuras tan opuestas.

López Obrador, siguiendo la táctica Juanito, destapó por sus pistolas a la empresaria Yeidckol Polevnsky, enseguida optó por Alejandro Encinas, quien no cumple con el requisito de residencia en el Estado de México, pero eso, en un país sin respeto por las leyes como México, es una ventaja. Bastaría con que le probaran esa situación y le impidieran el registro, para que se levantara una polvareda, como le ocurrió a López Obrador cuando Vicente Fox intentó desaforarlo. Lo mejor es, piensan sus rivales, dejarlo competir en una inútil búsqueda del gobierno mexiquense. Ya con el PRD aparentemente unido, el candidato presidencial será López Obrador y Marcelo se quedará en la orilla, como antes le ocurrió a otro ex priísta, maestro suyo, Manuel Camacho.

Entonces la lucha estará centrada en esas dos figuras, Peña Nieto y López Obrador. No deja de ser absurdo que el PAN, partido en el poder, carezca de una figura capaz de enfrentar seriamente a los políticos citados. Pero la razón es obvia: entre los amigos de Calderón que integran el gabinete y algunos aspirantes presidenciales que no lo son, como Santiago Creel, no se hace uno. La razón es muy simple, el Presidente es incapaz de hallar personas de probada experiencia política. En consecuencia el suyo es un equipo de improvisados, de bisoños con buena fortuna y nada más. No conozco, y ya he tenido encuentros con buena parte de sus colaboradores, a ninguno que no me explique que no era panista, otros siguen sin serlo, que carecían de experiencia, pero que les pareció excelente la propuesta presidencial de ocupar una secretaría de Estado. Es tonto, pero es la realidad. Si el más “politizado” es Blake, tendría que serlo por la responsabilidad que ocupa, estamos perdidos. El tipo es un boy-scout que se pierde en el Bosque de Chapultepec. Oírlo hablar es de pena ajena, para colmo, los del SME, cada vez más violentos, casi toman su oficina en días pasados, ante la supuesta molestia de un Ebrard que quiere dar la apariencia de amigable con el PAN.

Los funcionarios panistas vienen masivamente del sector privado, antes de tener contacto con la política eran gerentes de poca monta, jefes de piso en tienda departamental, los más exitosos gerentes de sucursal bancaria. Con tales personas, imposible gobernar. De allí tantos y tan frecuentes cambios en el gabinete y tantos fracasos.

Es muy posible que el PAN sí encuentre un candidato aceptable y que dé la batalla, estamos hablando de un partido con peso político y dinero. Pero insisto, la lucha se concentrará entre las respectivas coaliciones que Peña Nieto y López Obrador consigan. En ella, las encuestan insisten en vaticinar el triunfo del primero.

 

 

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