Terremotos de excepcional magnitud
Vivian Collazo Montano
En menos de un decenio el planeta se ha visto sacudido por varios terremotos de excepcional magnitud. Sumatra en 2004 sufrió un sismo que alcanzó los 9.2 grados de intensidad en la escala de Richter; luego Chile, en febrero de 2010 con 8.8 grados, ahora Japón padeció un megasismo calculado en 9.0 grados. No olvidamos el que afectó a Haití en enero de 2010, que con sus 7.0 grados no es considerado entre los más intensos, pero sí de los más devastadores de los últimos años, y otros más que en diversos países han ocurrido en los últimos tiempos.
Pocos días después de la tragedia chilena los especialistas informaron que el temblor liberó unos 50 gigatones de energía y fracturó casi 550 kilómetros de la zona de falla. Aseguraron además que la fuerza expedida desplazó a varias ciudades de ese país y también de Argentina y Brasil.
Concepción y Santiago de Chile se movieron unos 27 centímetros hacia el suroeste, Buenos Aires unos 2.5 hacia el oeste, afirmaron entonces investigadores de las universidades del estado de Ohio, Memphis y Hawai, del Instituto de Tecnología de California en Estados Unidos, la Universidad de Concepción y del Centro de Estudios Científicos en Chile.
Otras urbes como la chilena Valparaíso, y Mendoza, en Argentina, así como la lejana Fortaleza, en Brasil, también cambiaron su posición, agregaron los científicos tras analizar y comparar las mediciones de estaciones de GPS ubicadas en la región, antes y después del movimiento telúrico.
Por su parte, la NASA señaló que la intensidad del terremoto fue tal que deslizó ligeramente (unos ocho centímetros) el eje de la Tierra. Esto trajo un acortamiento en la duración de los días, en 1.26 millonésimas de segundo menos que antes, revelaron.
El tiempo vuelve a acortarse.
Richard Gross, científico del Jet Propulsion Laboratory, de la agencia espacial, señaló que el terremoto del viernes 11 de marzo en Japón, cuyo epicentro fue determinado a 373 kilómetros al noreste de Tokio y 24 kilómetros de profundidad, desplazó el eje de la Tierra en unos 15 centímetros, el doble del sismo en Chile.
Según sus cálculos, debido a ello, la duración del día se acortó en 1.8 millonésimas de segundo, lo que se debe sumar al tiempo perdido el pasado año, indicó Gross.
Otros informes destacan además que la isla Honshu, la principal del archipiélago, fue desplazada unos 2.4 metros. En este momento, sabemos que una estación de GPS se desplazó (2.4 metros) y hemos visto un mapa de la GSI (Autoridad en Información Geoespacial) en Japón que muestra el patrón de cambio en una gran superficie y concuerda con el cambio de la masa terrestre, señaló el geofísico Kenneth Hudnut, del Instituto Geológico de Estados Unidos.
Sin embargo, aun cuando muchos pensarían que esto es algo nuevo, la realidad es que los desplazamientos y cambios en los parámetros físicos de la Tierra son parte del movimiento interno y superficial del planeta, no sólo actual, sino desde que el mundo es mundo.
La litosfera -capa rocosa que recubre todo el planeta- está dividida en placas tectónicas- de hasta 100 kilómetros de espesor- que se desplazan constantemente unas respecto a otras.
Usualmente esos movimientos son tan lentos que resultan indetectables, pero pasado cierto tiempo, la tensión que se acumula en esa interfase puede superar cierto límite umbral y se desencadena entonces un movimiento brusco local, sumamente potente, el cual conocemos como terremoto.
En la actualidad se cuenta con tecnología de avanzada, que incluye desde sismógrafos capaces de registrar oscilaciones mecánicas en un amplio espectro de frecuencias, hasta satélites que miden los cambios en la altura oceánica, y una red de GPS que detectan los más pequeños desplazamientos de la corteza terrestre.
Y aun cuando es posible estimar con una alta fiabilidad el peligro de movimiento telúrico en cualquier zona del planeta, todavía no es posible asegurar cuando será, ni que magnitud tendrá.
Sólo queda entonces instaurar medidas de prevención encaminadas a disminuir el impacto del desastre en los posibles escenarios. Ello incluye educación de la población, desarrollo de normativas constructivas, sistemas de alerta temprana, protección de instalaciones y servicios críticos, entre otros.
Hay que estar preparados. Los terremotos seguirán sucediendo en el mundo, aunque algunos son sólo sensibles a los instrumentos de medición.