
Por desgracia, los integrantes del Poder Legislativo, diputados y senadores, no gozan de la simpatía y aceptación popular. Pocas veces cerca de sus representados, los legisladores, aunque digan lo contrario, se ocupan más de sus intereses político-partidistas que de los lacerantes problemas del hombre y mujer a pie.
Elevados sueldos y prestaciones a granel, amén del llamado fuero legislativo —que se presta más a la impunidad— y sus habituales sesiones de “trabajo”, donde un circo y arena de box resultan escuelas de párvulos, son la causa de que los ciudadanos no se ocupen e ignoren por completo cuanto existe en el Congreso.
Y para rematar, los senadores acaban de estrenar un lujosísimo inmueble en la ciudad de México, donde de seguro el nivel de discusión y la productividad de su trabajo seguirán por los suelos.
En la imagen, senadores de la República en su primera sesión de trabajo, en el inmueble de Reforma e Insurgentes Sur.
Agencia EL UNIVERSAL

