Tepco y el escándalo de 2002
María Cristina Rosas
Según el Centro de Información Nuclear de los Ciudadanos (CNIC), con sede en Japón, el 30 de marzo de 2007 todas las empresas encargadas de la generación de electricidad en el país -incluyendo las estaciones de energía nuclear, de combustibles fósiles e hidroeléctricas- entregaron a las autoridades, sendos informes sobre sus operaciones. En dichos informes salieron a relucir 10 mil 646 irregularidades, de las cuales 455 casos involucraban a las empresas de energía nuclear, y de ellas, 230 a la Tokyo Electric Power Company, (TEPCO) en tanto otras 123 correspondían a la corporación Chubu Electric. El 20 de abril del mismo año, la Agencia de Seguridad Nuclear Industrial (NISA), quien recibiera los informes de referencia, dio a conocer sanciones administrativas contra cuatro empresas y siete de sus reactores, incluyendo a TEPCO, aunque en ningún caso NISA pidió el cierre de las centrales nucleares, como tampoco le suspendió las licencias a las compañías.
Esta conducta de parte de NISA fue, para propios y extraños, sospechosamente pasiva considerando que en 2002 TEPCO estuvo en el ojo de la tormenta al revelarse que la empresa había falsificado registros de inspecciones y “escondió” problemas que tenían sus plantas de energía nuclear. En aquella oportunidad, TEPCO tuvo que cerrar la totalidad de sus centrales nucleares (17) y cuatro directores de la corporación aceptaron su responsabilidad y dimitieron.
El escándalo de 2002, por lo tanto, puso en evidencia la corrupción en las inspecciones periódicas efectuadas por las autoridades gubernamentales, lo que reveló, hace nueve años, la fragilidad de la seguridad nuclear en Japón. En ese tiempo, el Ministro de Comercio, Economía e Industria se pronunció por llevar a cabo una investigación hasta sus últimas consecuencias, sin importar cuántas cabezas rodaran en el proceso. Sin embargo, a juzgar por lo sucedido en 2007 y, de manera más reciente, tras el terremoto del 11 de marzo, no sólo no han sido identificadas –o no se han querido encontrar- las raíces del problema, sino que queda de manifiesto que existen muchos intereses compartidos por el gobierno, las empresas de energía y los fabricantes de las plantas, con lo cual es muy difícil establecer responsabilidades.
Como se recordará, el terremoto del 11 de marzo paralizó las actividades de 11 centrales nucleares, entre ellas la de Fukushima, la cual, por cierto, es operada por TEPCO.
Claro que el debate acerca de la energía nuclear, no puede perder de vista que la necesidad de energía aumentará en nivel mundial, sobre todo porque las reservas de petróleo se irán agotando en los siguientes años y que las nucleoeléctricas, al igual que el petróleo y el gas, son consideradas, a pesar de todo, comercialmente viables frente a otras opciones energéticas más limpias.
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