Por Hernán Lara Zavala

A finales del año pasado Gonzalo Celorio —junto con Ignacio Solares y Maruxa Villalta— obtuvo el Premio Nacional de Lingüística y Literatura 2010, máximo galardón que otorga el gobierno de nuestro país a quienes cultivan el campo de las letras.  Celorio, nacido en 1948, se ha dedicado desde muy temprana edad a la literatura, ya sea a través de la docencia, de la difusión de la cultura y muy particularmente del ensayo y la novela.  No creo equivocarme si afirmo que la cualidad más notable de toda la obra de Celorio es la impecable factura de su elegante y fluida prosa que lo identifica como uno de los escritores más finos y precisos que han dado nuestras letras.  Esta importante característica, poco común en nuestro medio, le imprime el sello distintivo a toda su obra literaria y permite que sus ensayos linden con la poesía y que sus novelas fluyan con una natural tersura.  Amor propio, su primera novela es una historia de iniciación donde se narra el despertar sexual, político e intelectual de su protagonista.  Y retiemble en sus centros la tierra, su segunda novela, explora uno de los temas más caros y apasionantes a la sensibilidad de Celorio, el de la ciudad de México, que también ha sido recreado en libros de ensayos y de “varia invención” como México ciudad de papel y El viaje sedentario, en donde la calidad lírica de la prosa alcanza vuelos insospechados.   En Y retiemble en sus centros la tierra, que posee la concreción de un cuento en donde ni falta ni sobra nada, la ciudad se erige como un gran escenario laberíntico e infernal por cuyos adentros se pierde el personaje principal en busca de sus esperanzas y amores perdidos.  Su novela más ambiciosa, Tres lindas cubanas, representa un denodado intento de parte del autor para recuperar, a través de la crónica, la estampa y la ficción, la historia de tres hermanas confrontadas, cada una desde diferente perspectiva ideológica, con el complejo fenómeno de la Revolución Cubana.  Erudito en materia de las letras mexicanas e hispanoamericanas, Celorio ha incursionado en el ensayo con luminosas observaciones sobre poesía y novela en obras como La épica sordina y Ensayo de contraconquista.  Parte de su contribución a las letras mexicanas es su aportación como profesor de literatura en la UNAM, así como su calidad de miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua de la que es secretario.  Una muy sincera felicitación a Gonzalo por su merecido premio y esperamos su próxima obra para deleite de todos nosotros sus lectores.