Desesperado y sumido en la derrota
Félix Fuentes
Destruido el proyecto aliancista del PAN en el Estado de México, su dirigente Gustavo Madero quedó sumido en la derrota y, desesperado, suelta los más descabellados ataques contra el priísmo, entre otros el de ¡102 mil muertos! durante los últimos nueve años de gobierno tricolor.
Es claro que el descendiente lejano de don Francisco I. Madero recibe órdenes de emitir ataques difamatorios, los cuales subirán de tono en la medida en que se aproxime la sucesión presidencial del 2012.
La avalancha de improperios merece respuestas sólidas, documentadas, sin caer en actitudes chocarreras como las del líder priísta Humberto Moreira, quien después de sus bailes de barriada elabora chistecitos que no hacen reír ni a un chimpancé.
Lo de los 102 mil muertos de Madero mereció contestación inmediata y clara. Se le debió exigir, luego de la Convención Nacional Bancaria de Acapulco, donde formuló tan insidiosa acusación, que ofrezca pruebas de su dicho.
Hoy, como en el pasado, los medios informativos llevan las cuentas, en lo posible, de los decesos causados por la delincuencia, sea o no organizada.
Nunca sucedieron fusilamientos en la era priísta, como los de 72 inmigrantes en el municipio de San Fernando, Tamaulipas. Esto es inocultable, para cualquier gobierno de cualquier tiempo.
Menos se supo en el pasado de tantas fosas clandestinas como las descubiertas en estos días en Tamaulipas, Nuevo León, Durango y Guerrero, entre otras entidades. ¿Cómo ocultar los 116 cadáveres (al momento de escribir esta nota) localizados la semana pasada en el mismo municipio de San Fernando, escenario de las peores masacres en la era calderonista? Allá se habla de 150 desaparecidos más.
Durante el gobierno de López Mateos fue asesinado el líder social Rubén Jaramillo y de ello dio cuenta la prensa nacional. Igual sucedió con los cerca de 300 muertos de la Liga 23 de Septiembre en el régimen de López Portillo. Pero fueron crímenes de orden político.
También trascendió, incluso a la prensa internacional, la matanza de Aguas Blancas cuando era gobernador de Guerrero Rubén Figueroa Alcocer, por lo cual dejó ese mando, sin que esto tuviera que ver con las drogas. Fue para sofocar una protesta social.
De los homicidios relacionados con el narcotráfico empezó a saberse en el gobierno de Ernesto Zedillo al cobrar fuerza los cárteles de Sinaloa, Baja California y Ciudad Juárez. Esas mafias y las que surgieron en la era panista están claramente documentadas, así como el comienzo de las matanzas colectivas en varios estados de la República.
En contra de la versión de Gustavo Madero, en el pasado fueron contados los muertos y es en estos días cuando son tergiversadas las cifras. Gracias a conteos como los realizados por Milenio, El Universal y Reforma se tienen los números aproximados de asesinatos cometidos por hampones.
El último reporte de Milenio, al 31 de marzo pasado, revela que en el gobierno de Felipe Calderón han sucedido 37 mil 898 ejecuciones, de los cuales corresponden 3 mil 340 en los tres primeros meses de este año. Estos números debieron encrespar los ánimos en Los Pinos, donde se ordenó a Madero que mencionara la cifra de 102 mil decesos en los últimos 9 años de gobiernos priístas.
Los medios en general ignoraron esa versión de Madero por grotesca. Pero debe refutarla el priísmo y no dejarla como antecedente. Ha de hacerlo con absoluta seriedad, sin caer en la chacota de Moreira.


