En el criterio de la OMS

 

René Anaya

El enfoque no es novedoso, ya desde 1996 la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su 49ª Asamblea Mundial emitió la Resolución WHA49.25. Prevención de la violencia: una prioridad de salud pública, en la que declaró “que la violencia es un importante problema de salud pública en todo el mundo”, por lo que instó a sus estados miembros “a que evalúen el problema de la violencia en sus territorios y comuniquen a la OMS la información de que dispongan sobre ese problema y su manera de afrontarlo”.

De esa forma, la OMS contribuyó a modificar la manera de abordar el problema de la violencia, que suele considerarse “una cuestión de «ley y orden», en la que el papel de los profesionales de la salud se limita a tratar las consecuencia y no a implantar medidas preventivas para evitarla”.

 

Un enfoque integral

Lamentablemente, en México el Poder Ejecutivo considera a la violencia como un problema originado por los narcotraficantes, al que únicamente se le debe combatir con la fuerza de las armas. A pesar del evidente fracaso de esta “estrategia”, se continúa con empecinamiento en el uso de la fuerza militar, en lugar de buscar soluciones verdaderas, como recomiendan la OMS y muchos sectores de nuestra sociedad.

En la Resolución WHA49.25 de la OMS, se propone “evaluar los tipos y la eficacia de las medidas y programas destinados a prevenir la violencia y mitigar sus efectos, prestando especial atención a las iniciativas de orientación comunitaria”; asimismo, se proponen medidas tendentes a:

“a) mejorar el reconocimiento, la notificación y la gestión de las consecuencias de la violencia;

“b) promover una mayor participación intersectorial en la prevención y la gestión de de la violencia;

“c) promover investigaciones sobre la violencia dándoles prioridad entre las investigaciones de salud pública;

“d) preparar y difundir recomendaciones para programas de prevención de la violencia a nivel de nación, Estado y comunidad en todo el mundo”.

Por supuesto que ninguna de estas recomendaciones ha sido tomada en cuenta por nuestro gobierno, que insiste en abordar al narcotráfico como un problema de justicia penal, pues tan sólo se les considera delincuentes que deben ser castigados por transgredir la ley.

Efectivamente, se trata de delincuentes, pero también han podido crecer y diversificarse porque han existido las condiciones propicias para que se desarrollen. La OMS, en el Informe mundial sobre la violencia y la salud, de 2002, señala que se debe: “prestar atención a los factores culturales, sociales y económicos más generales que contribuyen a la violencia y tomar medidas para modificarlos, como las orientadas a reducir las diferencias entre ricos y pobres y garantizar un acceso igualitario a los bienes, los servicios y las oportunidades”.

 

Una magnífica oportunidad

Del grito desgarrador de dolor e impotencia de las madres de jóvenes asesinados en el norte del país, se podrá pasar a las voces de protesta, indignación, exigencia y proposiciones para terminar con esta oscura noche de los cuernos de chivo, en que nos ha internado el actual gobierno.

El movimiento por un pacto social, que encabeza el poeta Javier Sicilia, representa una magnífica oportunidad para reconsiderar la lucha contra el narcotráfico, que se debe dejar de ver como un problema judicial para darle su real dimensión de problema socioeconómico, político y cultural, que se debe combatir con un enfoque multidisciplinario en el que intervengan especialistas en criminalística, narcotráfico, estrategia militar, pero también médicos, psicólogos, educadores, antropólogos, historiadores, economistas, politólogos, escritores, artistas y, principalmente, todos los sectores de la sociedad, pues se trata de un problema de salud pública.

Ahora que buena parte de la población se ha organizado espontáneamente para exigir el restablecimiento del tejido social, se debe recordar que “las personas que reaccionan activamente a la violencia tienden a resistir mejor que las que permanecen pasivas”, como refiere la OMS en el informe citado.

Todavía estamos a tiempo de impedir más muertes (el Estado debe garantizar la seguridad de su población, sean o no delincuentes), pero sobre todo de evitar o reparar los daños psicológicos que causa la violencia, “como depresión y ansiedad, conductas suicidas, abuso del alcohol y trastorno por estrés postraumático”, según indica la OMS.

En la medida en que se trate la violencia con un enfoque integral y no solamente a partir de intereses políticos de legitimación, se podrá restaurar el tejido social de la nación y recuperar lo más valioso de la gente: la confianza en sus compatriotas y en sus gobernantes.

reneanayas@yahoo.com.mx