El tiempo en contra

Carlos Guevara Meza

Una cosa está quedando clara de la situación en Libia: el tiempo favorece a Gadafi.  Los rebeldes no han podido avanzar prácticamente un centímetro desde que la intervención internacional comenzó. Avanzan algo bajo la protección de los bombardeos de la OTAN, y en cuanto éstos cesan, porque Gadafi retira sus tropas unos cuantos kilómetros dejando de ser, formalmente, una amenaza para los civiles (o se refugian en poblados usándolos como escudos), los sublevados no están en capacidad de consolidar su nueva posición por falta de pertrechos y organización. Entonces las tropas del gobierno se colocan nuevamente en posición de tiro, vuelven a atacar y los rebeldes vuelven a retirarse dejando el campo libre para un nuevo avance gadafista. Y la historia se repite una y otra vez durante semanas.

Así las cosas, los rebeldes mantienen, de milagro, las ciudades que tenían antes de la intervención; mientras que Gadafi, descontando su fuerza aérea, mantiene sus tropas prácticamente intactas. El empate táctico significa que el gobierno mantiene la mayor parte del territorio bajo su control y que los rebeldes se van quedando poco a poco sin recursos y quizá con su moral a la baja (la actividad económica en la zona rebelde se encuentra completamente paralizada y la misma situación militar complica muchísimo la entrega de ayuda humanitaria). La situación en los principales puertos petroleros (varios de ellos “controlados” por la revuelta) hace casi imposible la extracción y venta del crudo, mientras Gadafi aún parece contar con grandes recursos de las reservas monetarias del país y su propio peculio.

Por otro lado, a pesar de la casi “políticamente correcta” resolución 1973 de la ONU (que sólo autoriza el uso de la fuerza para la protección de los civiles), tanto Estados Unidos como Francia y Gran Bretaña ya declararon que su objetivo es la salida de Gadafi, tomando partido oficialmente por el lado rebelde, aunque la OTAN no ha recibido instrucciones al respecto y, al contrario, sus mandos parecen encontrar grandes obstáculos para obtener más recursos de los Estados miembros (muchos de los cuales se opusieron a la intervención y participan bien poco en las operaciones), mientras países como Rusia y China critican abiertamente las acciones por considerar que la OTAN ha excedido el mandato de la resolución del Consejo de Seguridad, lo que prefigura lo difícil que sería una nueva resolución que autorizara la utilización de tropas de tierra (en el remoto caso de que alguien lo pidiera, pues no parece que nadie en Europa o Estados Unidos esté dispuesto a meterse en otra nueva, larga y costosa intervención como las de Irak o Afganistán).

Y en medio de esto, la población de ciudades bajo asedio como Ajdabiya y Misrata se encuentra en una situación desesperada. La primera, que llegó a contar con más de 100 mil habitantes, está prácticamente abandonada salvo por los combatientes y unos cuantos pobladores que no han podido escapar: los demás han huido y viven la penosa suerte de los desplazados. Misrata sufre los combates y bombardeos diarios mientras la evacuación por vía marítima se hace cada vez más difícil, pese al apoyo sobre todo de Gran Bretaña que ha fletado embarcaciones para ello. La coalición apostó a que el tiempo obraría en contra de Gadafi, pero ha sido al revés. ¿Cuál será el siguiente paso?