Y no son tan inocuos

René Anaya

Cada año, desde 1996, el primer domingo de abril un buen número de personas sufre cambios de carácter, padece somnolencia o llega tarde a sus citas, como consecuencia de adelantar su reloj una hora, conforme lo establece el decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, el 4 de enero de 1996.

En su momento, se trató de convencer a la población de la necesidad de introducir el horario de verano para ahorrar energía eléctrica. Inclusive, hasta la fecha, en días previos al cambio de horario, se dan a conocer cifras de ahorro de energía y se pondera las ventajas de esta medida. Pero ninguna autoridad menciona las pérdidas de horas-hombre y los costos para la salud.

 

Una modificación contra natura


Adelantar el reloj una hora puede parecer insignificante para algunas personas que aparentemente se habitúan con rapidez al cambio de ritmo en sus actividades, pero para otras representa una modificación que les quita el sueño y causa graves trastornos, ya que “en realidad, lo que estamos cambiando por decreto es la hora del reloj despertador, no la salida ni la puesta de sol, y eso hace que cambie la relación entre nuestro reloj biológico y la naturaleza”, según ha señalado el doctor Diego Golombek, director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes, de Argentina.

Por supuesto que quienes defienden el horario de verano, refieren que el cambio de huso horario ocasiona problemas similares. Pero olvidan que, por una parte, el viaje en sí puede ser una experiencia excitante que puede atenuar los problemas del ritmo biológico, ya que además de cambiar la hora cambia el mundo y, por otra, que efectivamente se pasa a otro huso horario y ─allí sí─ la salida y puesta de sol coincide con la hora oficial. Si no es así, por lo menos, el cambio de hábitos y costumbres disminuye el estrés.

En contraste, la modificación por decreto del huso horario conlleva ciertos trastornos, ya que nuestro reloj biológico tarda en adaptarse a otro tiempo que no tiene que ver con la luz diurna, sino con disposiciones surgidas de intereses financieros, comerciales y políticos.

En esas condiciones, nuestro principal reloj biológico, el núcleo supraquiasmático (conjunto de neuronas especializadas ubicadas en el hipotálamo) tarda en adaptarse al ritmo social que se impone abruptamente. Ese reloj biológico regula una serie de funciones durante la vigilia, como la respiración, el ritmo cardiaco, la temperatura corporal y la actividad motriz y muscular; durante el sueño controla la secreción de hormonas como melatonina, insulina, del crecimiento y cortisol, ésta última interviene en las últimas horas de sueño para que el organismo se despierte.

Las alteraciones en los ritmos llamados circadianos porque duran cerca de un día, pueden ser el origen de trastornos mentales como la esquizofrenia y la depresión, pero también de infartos y problemas de digestión, según han documentado especialistas, como el doctor Raúl Aguilar Roblero, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.

 

Las alteraciones del ritmo


En la primera semana del cambio de horario muchas personas tuvieron serios trastornos físicos y anímicos, la mayoría de los cuales son pasajeros y no tienen mayores consecuencias, pero otros pudieron ser la causa de serios accidentes de tránsito y laborales o de la toma equivocada de decisiones, que pudieron ocasionar problemas en el trabajo o en la escuela.

Varios estudios han confirmado que se producen trastornos en la salud de muchas personas. Till Roennenberg, de la Universidad Ludwig-Maximilian, de Munich, Alemania, estudió a 55 mil personas de Europa Central, en quienes encontró que los patrones de sueño se adaptaban mejor al cambio de horario en otoño, pero no en verano. Otro estudio realizado en Alemania mostró que el cambio de horario causaba trastornos de dueño durante unos cinco días. Asimismo, investigadores canadienses encontraron que en la semana posterior al cambio de horario aumentan significativamente los accidentes de tránsito.

Ese aumento de accidentes puede deberse a las alteraciones biológicas más comunes que causa el cambio de horario, la cuales son trastornos del sueño, irritación y distimia (estado de ánimo bajo, sin llegar a la depresión). En el sistema nervioso central, además, puede haber dificultades en la atención, la concentración y la memoria.

El cambio de horario también puede causar malestar general; fatiga, baja en el rendimiento o menor productividad; trastornos digestivos como aumento de secreción del jugo gástrico, disminución del apetito durante el día y aumento por la noche; y molestias psicosomáticas.

Así que el adelanto de la hora oficial no es tan inocuo como las autoridades desean presentarlo, sino que tiene un costo en la salud física y mental de una buena parte de la población mexicana, que sería necesario documentarlo.

reneanayas@yahoo.com.mx