En el mundo globalizado, aparece, de tiempo en tiempo, la moda étnica. A los grandes modistas les da por incorporar motivos griegos o de la India. En estos días, Hermès ha decidido incluir en sus mascadas o pañoletas motivos otomíes. Hay a quienes esta práctica les molesta, algunos consideran que es una forma abusiva de la mercancía, otros incluso hablan de que los motivos étnicos que tienen un significado para un pueblo dejan de tenerlo al incorporarse en objetos ajenos a su cultura. En los setentas mucho se criticó que la imagen del Che Guevara se convirtiera en la preferida para las camisetas juveniles. En lo personal, me impresionó mucho una vitrina comercial, en Amsterdam, con una camiseta junto a otra con la imagen clásica del Che. Eran, y eso me queda claro, los setentas, los años en que, luego de los movimientos estudiantiles de todo el mundo y de la oposición a la guerra de Vietnam, la ideología giró más a la izquierda. Por eso, los motivos otomíes sugieren que la biodiversidad cultural es una forma de resistencia frente a la globalización. Las mascadas, hermosas sin duda, se exhiben en el Museo de Cultura Popular (MAP) de las calles de Independencia, entre Revillagigedo y José Azueta. Sí, el museo promovido por la familia Servitje, otro signo de los tiempos. Las bordadoras otomíes provienen de San Pedro el Grande, en Tenango de Doria, en el estado de Hidalgo. Al recibir el proyecto de Hermès, el Museo de Arte Popular propuso al dibujante Vicente Ezequiel y a la bordadora Elia Tolentino, quien, a su vez, llamó a su abuela, tía e hija, para que la ayudaran. Con sus diseños se pusieron a la venta 11 mil 700 mascadas con dibujos tenangos a un precio de 5 mil 360 pesos (262 euros) por unidad. Las mascadas se pueden ver en el MAP. (C.G.)