Antonio Cerda Ardura

Tal y como lo informó Siempre! esta semana en su portal de Internet (www.siempre.mx), la PGR dio a conocer los nombres de dos de los presuntos asesinos de siete personas en el estado de Morelos, entre ellas el hijo del colaborador y amigo de este semanario, Javier Sicilia.

A través de su programa de recompensas, la Procuraduría General de la República (PGR) establece que dos de los probables autores de la masacre son José Luis Luquín Delgado, alias El Jabón, y Julio Jesús Radilla, El Negro, ambos integrantes del cártel del Pacífico Sur.

Entrevistado por Siempre!, Julio A. Hernández Barros, abogado de Javier Sicilia, dice que el crimen de Juan Francisco Sicilia Ortega y de las otras seis personas rompe el mito sembrado por el gobierno en el sentido de que los muertos que ha dejado la violencia en México son todos miembros de mafias que ajustan cuentas entre sí y que, por tener las manos manchadas de sangre, merecen su ejecución.

Están cayendo en esta guerra mexicanos dignos y de primera en esa pseudoclasificación que ha establecido la autoridad sobre la calidad de las víctimas, indica Hernández Barros.

Huellas del crimen

¿Hasta dónde llega en este momento la investigación de los asesinatos ocurridos en Morelos, entre ellos el del hijo del colaborador de Siempre!, Javier Sicilia?
Después de que se encontraron los siete cadáveres, el 28 de marzo, en el municipio de Temixco, en donde la Procuraduría del estado tomó conocimiento de los hechos y trasladó los cuerpos a sus instalaciones, se realizaron una serie de pruebas científicas de dactiloscopia, toxicología, de química y medicina forense, así como de partículas atómicas, las cuales han permitido a la autoridad concluir quiénes son algunas de las personas que participaron en los hechos. A pesar de que el vehículo en el que se hallaron los cuerpos fue limpiado con franelas, se conservaron algunos rastros que han permitido que por lo menos en dos casos concretos se tengan nombres y apellidos, tras comparar las huellas dactiloscópicas en los registros nacionales de la PGR y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

¿Se podría inferir que se trata de militares o policías?
Los resultados son positivos en las dependencias que le menciono, porque en ellas existen registros de las huellas dactiloscópicas de todas las personas que por cualquier causa las han dejado ante alguna autoridad; por ejemplo, cuando han sido detenidas, cuando hicieron su trámite para la Cartilla Militar o cuando obtuvieron su credencial del IFE. Las huellas se integran al Registro Nacional de Huellas Dactiloscópicas en el que, a través de métodos de comparación computacional, se obtienen resultados positivos o negativos. Esa es la forma en que se desarrolla esa prueba. El hecho de que estén en las bases de datos de la PGR o de la Sedena no significa que los asesinos sean funcionarios o miembros de esas dependencias. Quizá en un primer momento de ahí se derivó la duda de que si eran policías o elementos del Ejército, o si pertenecían a alguna otra corporación policiaca. La realidad es que no hay ningún dato en este momento que señale que estas personas son parte de alguna autoridad. Más bien no pertenecen a ninguna autoridad.

¿Estas pruebas son las que han permitido dilucidar quiénes son dos presuntos culpables?
Con estas pruebas se ha ubicado a algunos de los probables culpables, pero se cree que en los hechos participaron muchas personas, quizás más de diez. Los nombres que se tienen aparecen en la página de recompensas de la PGR (www.recompensas.gob.mx).

Por otra parte, el martes 12 sostuvimos una reunión con el secretario de Gobernación, la procuradora general de la República y algunas autoridades de Morelos, el gobernador y el procurador, que se derivó de otra previa que sostuvimos con el Presidente de la República. En ella se nos dieron a conocer algunos avances de la averiguación previa, que son varios, pero también hay varias cuestiones que están pendientes. A través de pruebas periciales en materia de telecomunicaciones, por ejemplo, se podría establecer con más precisión el lugar en donde ocurrieron los hechos, ya que el sitio del hallazgo, en Temixco, no corresponde al lugar de los asesinatos. Las personas fueron acribilladas en un lugar distinto del que fueron encontradas. El crimen probablemente ocurrió en los límites de Cuernavaca con el poblado de Jiutepec, cerca de Sumiya.

¿Se tiene algo concreto sobre el móvil? Se ha dicho que fue en represalia porque ellos denunciaron a alguna autoridad.
La versión de que fueron asesinados por haber denunciado viene de una manta que fue encontrada junto a los cuerpos, en la que se afirma que les había pasado eso por haber hecho denuncias anónimas ante el Ejército. Esto está firmado, según la autoridad, por el cártel del Golfo. Sin embargo, las investigaciones de la Procuraduría estatal y de la PGR indican que esos datos son falsos y tienen el objetivo de hacer incurrir en error a la investigación. El porqué se cometió esta masacre, el móvil de tan cobarde crimen de personas inocentes, destacadas dentro de su sociedad y su comunidad, no me ha sido revelado. Y no ha sido así porque creo que la autoridad no tiene indicio de ello.

¿Qué nos está dejando este caso? Sicilia es un hombre de pensamientos, de ideas que acusa y señala. El mueve a la conciencia.
Este caso desmitifica una idea que la propia autoridad había sembrado en los ciudadanos: que todos los crímenes que han ocurrido se deben a venganzas entre las mafias del crimen, a ajustes de cuentas entre miembros de grupos delictivos, a represalias de estas bandas contra integrantes de otras. Eso es lo que nos había vendido la autoridad que, en general, catalogaba a las víctimas como muertos de segunda clase, como si el ser humano tuviera clases y escalafones.

Que por estar en equis nivel merecían morir.

Y que por ello la ciudadanía no debería preocuparse de esos muertos, porque, a fin de cuentas, tenían las manos manchadas de sangre igual que sus victimarios.

Joven inmaculado

Este mito, ahora se destruye.
Se destruye y nos deja a los ciudadanos la conciencia de que hay inocentes caídos en esta guerra del narcotráfico. Juan era una persona de conducta inmaculada, un colaborador social, una persona de buen corazón que no tenía mayores vicios que ver la televisión y jugar Xbox. Era un gran deportista, jugador de futbol, que estuvo enrolado en buenos equipos. Era un estudiante destacado de la carrera de administración de empresas y sus compañeros, sus amigos que murieron con él, eran igualmente elementos valiosos de la sociedad. Si a eso sumamos la trayectoria de Javier Sicilia, un pacifista, amante de la no violencia, un hombre con un gran sentido gandhiano de la vida, todo eso nos dice a la sociedad cuántos inocentes, cuántas víctimas que no son miembros de ningún cartel, ni están enrolados en las filas de la delincuencia y que son mexicanos dignos y ciudadanos de primera en esta misma pseudoclasificación que se ha establecido, han caído en esta guerra.

Es el costo que estamos pagando.
Ese es el costo de esta guerra que estamos pagando los ciudadanos.