Marco Antonio Flota

Cierto: Karol Wojtyla nació en Polonia, no en México. Pero, en vida, él dijo sentirse mexicano y si además era polaco, como el 100 por ciento de la raza de bronce, se justifica que gritemos con orgullo: ¡Habemus Beato!

(Aclaración impertinente: Karol Wojtyla era el apelativo de quien, al llegar al trono de San Pedro, eligió llamarse Juan Pablo II. Pero este era su nombre artístico, como dijo el maestro Monsiváis de Doroteo Arango, quien escogió el seudónimo de Pancho Villa.)

Cinco veces visitó Juan Pablo II a México. Por eso se le llamó “el Papa Mexicano”.

La primera ocasión lo recibieron don José López Portillo y doña Carmen Romano de lo mismo, quienes aún no se habían divorciado. Dos veces fue su anfitrión don Carlos Salinas de Gortari, la segunda él solo, porque ya estaba separado de doña Cecilia. Ernesto Zedillo lo recibió en su cuarta visita, 1999, cuando ya casi se había divorciado del PRI. La última ocasión lo recibieron don Vicente Fox  de Sahagún y doña Marta, quienes ya estaban casados, aunque sin la bendición eclesiástica.

(Posteriormente fue anulado. El matrimonio eclesiástico de ambos, Fox fue anulado por doña Marta desde el 2001.)

Muchas deferencias tuvo Juan Pablo II para México.

En su segunda visitó acuñó la frase de “¡México siempre fiel!”, aunque muchos pensaron que dijo “¡México siempre Fidel”, porque aún vivía el máximo líder.

En su cuarta venida —con perdón— al país proclamó aquello de “¡México sabe cantar, México sabe bailar, pero más que todo México sabe gritar!”.

Y eso que nunca estuvo en una sesión de la Cámara de Diputados. Aunque sí recibió las llaves de la ciudad de México el Tata, de manos de Cuauhtémoc, el hijo del Papa. O viceversa.

Proclamó beato y después santo a Diego. Pero al indito Juan, no el otro Diego que también ofreció rosas, pero a su amada después del secuestro, no al arzobispo Zumárraga, como prueba de que se le había aparecido la Virgen. Y lo declaró abogado de los marginados. (A Juan Diego, no al Jefe que es defensor de los potentados.)

Por eso, insistimos, podemos considerar a Juan Pablo II como  el beato de todos los mexicanos. Por eso, también, apoyamos el gesto del Presidente Calderón, quien viajó al Vaticano para atestiguar la solemne misa de la beatificación.

Y no vamos a criticar a Enrique Peña Nieto, quien canceló su asistencia al evento. Porque si dijo un rey francés que París bien vale una misa, una misa no vale Los Pinos.

 

Tumbagrillos

BEATENTACION: La que no superó el padre Maciel.
BEATERIA: Acumulador del automóvil presidencial.
BEATERISTA: Max Cortázar cuando estuvo en el grupo Timbiriche.
BEATIFIOCASION: “La pintan calva”, dijo el Presidente y se fue al Vaticano.
BEATONTADO: Presidente del PAN.
BEATORADO: San Carlos Abascal: va para largo su asunto.
BEATORCIDO: Arzobispo Onésimo.
BEATORNILLO: Pieza que le falta al Cardenal Sandoval.
BENEDICTADOR: El Papa actual.
BENEDICTINE: Trago que le invitó el Papa Benedicto a nuestro mandatario.

 

Epidramas

Una obra del griego Hesíodo:
“Los trabajos y los días”
¿Pero considerarías
que es crónica del periodo
que ha concluido el Congreso?
Poco días, cero trabajo
tuvieron. Digo, por eso:
¡caramba!… o mejor: ¡caraxo!
Ley de la Seguridad
no salió, ni laboral,
tampoco la electoral.
Pero digo, sin recelo,
que se ha implantado una ley:
Peña y Beltrones —¡ay güey!—
se aplican la Ley del Hielo.
(O di mejor, no te enlodes:
practican la Ley de Herodes)
Mas la grilla no se aplaca:
entrados al mes de mayo,
el PRI ya tiene un caballo,
del PAN la cuadra está flaca.
Si quieres te doy la seña:
solo uno en encuestas reina,
Enrique no se despeina
ni, tampoco se despeña.
Mientras tanto en PRD,
la bronca se pone padre:
el 10 de mayo, a mi fe,
dos se partirán la… adre.