Entrevista con Juan Luis Hernández Avendaño

Patricia Gutiérrez-Otero

Sobre el actual panorama de violencia en México y sobre el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad sostuvimos una charla con el politólogo Juan Luis Hernández Avendaño, actual director general Académico de la Universidad Iberoamericana Puebla, quien ha sido articulista en varios medios: Reforma, Milenio Diario, Este País, Eme-equis, Cristus; comentarista en Radio Fórmula, Radio Centro, Radio Red, Radio unam y otros medios radiófonicos. Entre sus publicaciones se encuentran: Análisis del proceso electoral de 1997: ¿hacia un nuevo sistema político?, La insurrección de la conciencia mexicana, Democracia reprobada: la elección presidencial de 2006.

—En el contexto actual de violencia en México, ¿a qué se debe que el llamado de Javier Sicilia haya tenido una repercusión importante a nivel nacional e internacional?
—El primer factor es la calidad y autoridad moral de Javier Sicilia: representa el perfil ciudadano de quien no tiene un interés político avieso y que, además, tejió durante años una fuerte red en los medios de comunicación y en la sociedad civil organizada lo que permitió una convocatoria amplia, diversa y plural. El segundo factor es que Javier hace un llamado en un momento de hartazgo. Mucha gente ve que hay un Estado débil en el paso del cuarto al quinto año del gobierno de Calderón, pródigo en la expansión de la violencia, en el que las fuerzas del orden, el Ejército y la Policía Federal, cometen cada vez mayores violaciones a los Derechos Humanos en nombre de la guerra contra el narcotráfico: la cantidad de víctimas inocentes, “los efectos colaterales”, como les llaman en las estrategias de guerra, es muy alta, y en este contexto la convocatoria de Sicilia tuvo un eco importante. El tercer factor es la agenda política que enarbola este movimiento de la sociedad civil. Un aspecto relevante en relación con otras manifestaciones de la sociedad es que hay una especie de agenda ciudadana, los famosos seis puntos leídos en el Zócalo capitalino, para intervenir en la cosa pública, ahí se abordan temas estructurales, desde los más intangibles, como la Reforma Política, hasta los más concretos relacionados, incluso, con la petición de renuncia del Secretario de Seguridad Nacional de la República Federal. Todo esto presenta un arcoiris muy interesante en el que muchos nos sentimos implicados.

—Entonces, en cuanto a tu visión de politólogo, esos seis puntos del Pacto Nacional que se propone firmar en Ciudad Juárez son correctos y viables…
—Absolutamente. Creo que estos seis puntos tocan de alguna manera los ejes neurálgicos en los que el país está atorado. Creo que la virtud de esta movilización social estriba en que da un mensaje muy claro y puntual en el sentido de que la cosa pública, lo que ocurre a nuestro alrededor, no debe ser sólo asunto de la clase política. Durante décadas se ha visto que cuando exclusivamente los “políticos” toman decisiones sobre la cosa pública, nos va muy mal. Me parece que hay como un despertar ciudadano que de alguna manera dice “nosotros también queremos hacer política”, en el sentido más profundo de la política, no la partidaria, sino la del cuidado de la polis, es decir del bien común, de la cosa pública. A este país le ha ido muy mal en el tema de corrupción e impunidad. Es un Estado fallido porque durante mucho tiempo sólo los políticos han monopolizado la acción política. Me parece que la característica de esta movilización de Sicilia y los que están alrededor, organizaciones sociales y ciudadanas, es una manera de decir “también los ciudadanos tenemos una agenda que queremos empujar para transformar a México, una agenda que sostiene una relación distinta entre gobernantes y gobernados, que orienta y pide que se terminen los monopolios en México, que sea posible un desarrollo más equitativo, que se acoten los temas de la desigualdad, etcétera. Creo que afortunadamente por primera vez hay una suerte de agenda consistente que surge de la sociedad civil, no vinculada con un partido político, lo que es una gran ventaja y una riqueza derivada, por desgracia, del duelo y dolor de muchas personas.

—Precisamente sobre la no religación con ningún partido y sobre el hecho de que es eminentemente ciudadana, ¿hasta qué punto ves que los partidos u otros elementos fuertes de la sociedad actual van a tratar de cooptarla, y evitar que se logre pasar de una movilización a un movimiento ciudadano estructurado?
—El tema que tocas es muy importante. En los últimos años han surgido muchas organizaciones civiles, como México Unido Contra la Delincuencia, que han sido cooptadas por el Gobierno Federal o muy asimiladas al Partido Acción Nacional a través de candidaturas… Específicamente se ha hablado de la posibilidad de que Martí o Isabel Miranda de Wallace, padres sufrientes por sus hijos asesinados a manos del crimen organizado, sean posibles precandidatos a la Presidencia… Esto quiere decir que es muy fácil politizar a la organización civil entorno a los temas de la seguridad o inseguridad así como a las propias organizaciones, de hecho, Gallo es uno de los líderes que inició con México Unido Contra la Delincuencia, y se salió de ahí como protesta por la cooptación y la politización de esa organización por el Gobierno Federal. La pregunta, entonces es, ¿Sicilia, Álvarez Icaza y otros líderes sociales son susceptibles de cooptación y politización en un año claramente preelectoral? Lo cierto es que se advierte, por la filiación de los líderes sociales de este movimiento que ellos se orientan más hacia el centro izquierda, si queremos analizarlo desde la perspectiva ideológica-política, sin embargo, también percibimos que por esos perfiles por lo que algunos analistas han ligado a López Obrador con este movimiento…

—Aunque en San Cristóbal de las Casas, unos quince mil zapatistas marcharon en apoyo al Movimiento, mientras ellos no están con López Obrador…
—Exacto. Los analistas tratan de saber quién está detrás: suspicacia constante de cierta clase política. A mí me parece difícil que este movimiento pueda ser cooptado por algún partido, específicamente me refiero al prd, al pt, a Convergencia, a López Obrador… Porque sí hay algo que caracteriza a quienes hoy lo lideran: Sicilia o Álvarez Icaza, por hablar de los más visibles…

—Pietro Ameglio también. Es un luchador social quien junto con Sicilia y Rafael Landerreche promovió en México el grupo Servicio Paz y Justicia (serpaj) de inspiración gandhiana…
—Justo, su característica es que se ha movido en un ambiente ajeno a los partidos. Esa es una de sus principales virtudes y una de las razones de pensar que puede tener largo aliento. Creo que el desafío más importante de este movimiento es que puede trascender el espacio y el territorio electoral. Es decir que, independientemente de las elecciones y más del año próximo para la presidencial, este movimiento es equidistante de las fuerzas políticas que estarán en una guerra sucia.

—Javier Sicilia no es un político de carrera; sí, escribe sobre política en varias revistas, pero desde una consideración ética: ¿qué sugerirías hacer para que no se lo coman y, relacionado quizá con lo mismo, hasta dónde las redes sociales han jugado un papel en este movimiento?
—Empiezo por lo segundo. Creo que en los asuntos públicos, las redes sociales ya juegan y van a jugar aún más un papel muy relevante. En otros países ya son un factor importante para la relación política. En el Movimiento vemos que el 8 de mayo la manifestación en el Zócalo tuvo eco en otras ciudades de Europa y de América Látina.

Ahora bien, creo que en efecto Sicilia y otros líderes ciudadanos que tratan de llevar a buen puerto este movimiento social, se enfrentan a una clase política y a una dinámica, muchas veces perversa, de cómo se hace política en este país, y no se descarta la posibilidad de que la clase política y lo que la rodea, juegue un papel de presión, de deslegitimación de este movimiento usando otros mecanismos. Sin embargo, creo, que la única recomendación que puedo hacer desde mi experiencia es poner en juego todo el capital simbólico que tiene este movimiento. Como lo ha hecho hasta ahora, con autenticidad. Entonces, la sugerencia es que el movimiento y las personas que están a la cabeza, no pierdan la autenticidad que han tenido: esa será su fuerza contra la de la clase política que pretende aprovechar la ingenuidad de los que no somos políticos profesionales, pero que somos ciudadanos y que por eso tenemos mucho qué hacer en México.

Además opino que recobremos la dignidad de nuestro ser ciudadanos.