La responsabilidad de la lucha antinarco


Las víctimas de la lucha contra el crimen organizado son menos, mucho menos, que el número de personas que viven secuestradas en sus propias casas, que los niños y jóvenes envenenados por la ambición de los que les vendieron pesadillas disfrazadas de sueños. Las víctimas verdaderas son aquellos que nunca regresaron a su hogar aun cuando sus familias lo dieron todo para pagar el rescate.

Las redes tejidas por los delincuentes son telarañas añejas que encontraron morada en un país en el que los encargados de combatir el crimen se dejaron seducir o prefirieron cerrar los ojos ante una realidad que los sobrepasaba.

El presidente Felipe Calderón tenía la opción de permitir que, en silencio, las familias siguieran viendo cómo les era arrebatada la tranquilidad, la salud, la seguridad y hasta la vida, culpando a delincuentes sin rostro y maquillando las estadísticas, tapando la realidad, permitiendo que la impunidad reinara.

Encontrar a los culpables es necesario, pero responsabilizarse es urgente y para ello había que dar la cara, se tenía que dar batalla. Décadas fueron las que quienes se ostentaban como autoridades dejaron crecer la hiedra.

Quienes argumentan que los caídos son los inocentes desconocen el destino de niños o jovencitas que se convirtieron en mercancía o en clientes de narcotraficantes.

Los caminos se les han cerrado a las bandas del crimen para que los ciudadanos puedan andar libres y sin miedo. No fue este gobierno el que permitió que el crimen se instalara en varios estados y ciudades, fue con Felipe Calderón que se optó por hacerle frente.

La estrategia del gobierno tiene como meta acabar con quienes se pelean las plazas como territorios en los que no haya más ley que la de la extorsión y el miedo sea una costumbre. La vida de los inocentes, de los ciudadanos, es la que se busca proteger y si hay quienes han atentado en contra de ella son justamente a quienes hoy se persigue.

Para el presidente Calderón no es cuestión de votos o de popularidad, es una cuestión de impedir que los verdaderos inocentes sigan siendo víctimas de una cultura de complicidad, corrupción y violencia tolerada. La apuesta es por la vida, por los jóvenes, por el futuro, por la seguridad de un México libre.

 

Presidente del PAN en el DF

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