Irma Ortiz

Hace unos días, el presidente Felipe Calderón al hablar sobre su lucha contra el narcotráfico la equiparó con el combate realizado por el entonces primer ministro Winston Churchill contra el nazismo.

La declaración, fuertemente criticada, obliga a analizar y contextualizar figuras tan disímbolas como la del primer ministro británico y la del presidente de México.

 

Los contextos

Entrevistado por Siempre!, José Luis Ortiz Garza, doctor en comunicación pública, autor de varios libros sobre medios de comunicación, dos de ellos sobre la propaganda en México en la Segunda Guerra Mundial, revisa, escudriña las aseveraciones y sus contextos históricos.

El presidente Felipe Calderón se comparó con Winston Churchill y su lucha contra el narco y el nazismo, respectivamente. ¿Qué opina?

Me llamó la atención la comparación del presidente Calderón con Winston Churchill. Me sorprendió al leer el discurso del presidente Calderón los dos contextos que se manejan.

La alocución del 13 de mayo tuvo dos grandes vertientes; el primero, era un mensaje hacia dentro de su partido, dirigido hacia los próximos comicios electorales. Calderón convoca al gabinete para que le ayude y descarga sobre él la tarea de una nueva estrategia de propaganda, en la cual tiene que ser actor o co-actor para dar a conocer y obtener el reconocimiento y la recordación de todo el bien que ha hecho su administración.

Mi lectura del discurso es: hay voces que nos están criticando muy fuerte, y que entiendo cuando son voces de fuera, pero lo que no entiendo, ni tolero, es que haya silencio en mis propios colaboradores. Es un regaño del Presidente a sus colaboradores por no moverse.

La frase de “les voy a pedir que vayan y salgan y muevan los corazones y hablen a los mexicanos. Que utilicen todos los medios a su alcance para que se sepa su labor, para que se sepa lo que estamos haciendo, para que se conozca en todo México lo que en parte hoy fue compartido, y lo que ustedes, cada uno en su dependencia, sabe y debe saber. Tienen que ser la voz del gobierno de la república. Ustedes son el gobierno de la república. Actúen como gobierno de la república”.

El mensaje es una estrategia: a partir de este momento tienen que convertirse en propagandistas más eficaces todos sus colaboradores.

 

Respuesta implícita a Sicilia

Las palabras sobre Winston Churchill, ¿dónde las ubico? Dice el Presidente: “Hagamos defensa de lo que hemos hecho, estamos combatiendo un gran monstruo, la criminalidad, ese gran monstruo es equiparable al nazismo”. Sin embargo, veo que en el fondo de la declaración una respuesta implícita a lo que el poeta Javier Sicilia había dicho semanas atrás de que “las mafias están aquí, pues pactemos. ¿Por qué tenemos nosotros que estar protegiendo (a Estados Unidos) las espaldas?”.

Este es el contexto, el discurso ante sus colaboradores sobre la propaganda y luego una respuesta a Sicilia y su respuesta es: no vamos a pactar como tampoco Churchill pactó con el nazismo. Aquí conectamos el problema interno de México con la respuesta que se veía fuera de contexto del Presidente.

Pasando a la parte histórica, considero que la analogía que hace el Presidente con Churchill es hiperbólica, por no decir equivocada. Churchill es uno de los personajes más admirados en la historia por su extraordinaria capacidad, es auténticamente un estadista. Recientemente, el actual primer ministro británico dijo en un debate que qué hubiera pensado Churchill de esto que ustedes están diciendo. Churchill es Churchill.

Cuando comienza la Segunda Guerra Mundial —oficialmente el 3 de septiembre de 1939— Churchill tiene 64 años de edad. Ha pasado ya por la Cámara de los Comunes, ha escrito miles de discursos, se ha peleado con los liberales, ha tratado de hacer alianzas con los conservadores. Es un hombre con una experiencia extraordinaria, cultísimo, muy dotado para las artes, con una personalidad extraordinaria y todavía no es primer ministro.

Churchill, ya desde 1938, había advertido al gobierno y particularmente a Neville Chamberlaine —primer ministro— que no podían seguir con la política pacifista. En un famosísimo discurso de octubre de 1938, con motivo del pacto que se hizo para que Checoslovaquia pasara a manos alemanas, ante la BBC dice: debemos armarnos. ¿Qué significa? Que Churchill sin estar en el gobierno, ya tenía una visión estratégica de lo complicado que iba a ser una lucha que ya preveía.

En el caso de México, cuando se habla de que el presidente Calderón emprende la lucha contra los criminales, se dice que lo hace con mucha improvisación y creo que hay cierta verdad. No conoce a fondo cómo están la estructuras policiacas, ni los niveles de corrupción, ni cómo están de preparados los criminales, las mafias y la colusión.

Churchill tiene una talla moral, una estatura como estadista que ya la quisiera no sólo Calderón, sino cualquier gobernante del mundo.

La segunda diferencia es que Churchill tiene una visión estratégica mientras que Calderón de alguna manera improvisa, da el golpe sin medir los resultados. Así como Churchill dice que armémonos desde ahora, quizá el Presidente pudo haber dicho antes de emprender esta guerra que hagamos una auditoría. ¿Qué sucede realmente? ¿Hay colusión de intereses?

Cuando el Presidente dice que Churchill enfrentó una serie de titubeos, es verdad, y esto lo sacó de un libro que tradujo el Fondo de Cultura Económica, que recomiendo de John Lukacs, Cinco días en Londres.

Efectivamente hubo un momento en que el Ministerio de Guerra, la Cámara de los Comunes y el Parlamento habían dicho dejemos tranquila a Europa continental y nosotros mantengamos la nuestra.

El Presidente tiene razón de que Churchill el 13 de mayo de 1940 en un extraordinario discurso, logró convencer a la Cámara de los Comunes y al pueblo de Inglaterra de que incluso, si pactaban con Hitler, la guerra llegaría a todos los territorios de la Gran Bretaña. No estuvo dispuesto a pactar y siempre confió en la victoria. Se ha dicho que realmente ante una lucha que era sobre todo ideológica de un gobierno totalitario, fascista, Churchill se opone con un manifiesto democrático y una convicción absoluta de que en este maniqueísmo que se planteaba triunfaría la democracia.

 

El papel de EU es fundamental

A Churchill se le reconoce como un gran estratega militar, que no es el caso del presidente Calderón.

Tampoco podemos mitificar a Churchill como estratega, porque él tomó el comando de acciones militares y cometió grandes errores, luego las circunstancias mismas le obligaron a cambiar sus estrategias.

Sus primeras acciones militares ya como almirante de la flota naval de Inglaterra, primer cargo que recibió el 3 de septiembre —fue primer ministro hasta el 10 de mayo de 1940—, comienza a hacer una serie de acciones fuera de la realidad.

Grandes autores reconocen que Churchill no tenía en ese momento —septiembre de 1939— la visión estratégica más clara y más adecuada para enfrentar al nazismo.

Concretamente, Hitler tenía en sus manos la guerra relámpago que desplegó durante el ataque contra los Países Bajos y contra Francia, y Churchill estaba pensando en términos más de una guerra de posiciones, de trincheras, sin considerar que la guerra de Hitler era de movilización, rápida, pero eso lo fue superando.

¿Qué podemos aprender de Churchill? En el momento en que se convierte en Almirante de las Fuerzas Navales de la Gran Bretaña recibe una carta del presidente Theodore Roosevelt, que no la dirige al primer ministro Neville, sino a Churchill. La misiva está fechada el 11 de septiembre de 1939.

¿Qué le dice? —ahí imaginemos al presidente Obama en la lucha de Calderón— Las puertas de mi oficina, mi comunicación personal está completamente abierta para cualquier cosa que necesite, cualquier asunto que requiera consultar, no dude en preguntármelo que se lo voy a resolver o intentar resolver.

El dato tomado de un muy reconocido libro sobre la Segunda Guerra Mundial —The Oxford Companion to World War II—, nos dice que desde octubre del 1939 hasta mediados del 44, no recuerdo exactamente el mes en que murió Roosevelt —12 abril 1945—, se intercambiaron casi 2 mil mensajes escritos, aparte de que se reunieron en el Pacífico, además de la reuniones de Yalta.

¿A qué nos conduce? A que debe haber muchísimo más comunicación entre México y Estados Unidos en esta lucha contra la criminalidad.

De hecho, la primera y más importante estrategia de Churchill fue involucrar a Estados Unidos en la guerra contra el nazismo.

Hay un libro muy interesante de Nicholas Cull que se llama Selling War, en donde detalla esta manera en que Churchill —hasta el ataque a Pearl Harbor— usa todos los medios de propaganda para convencer a los estadounidenses de que deben de participar en la guerra contra el nazismo.

Segundo aspecto en la victoria de Churchill contra el nazismo y que aquí se están dando buenos pasos, aunque tímidos. Tenían un extraordinario sistema de inteligencia militar y uso de información.

Desde 1938, los polacos, expertos matemáticos intentaron descifrar los códigos de comunicación cifrados que tenía la máquina Enigma.

Los británicos, astutamente, una vez que se invadió Polonia recogieron toda esa información y en un sitio que es un icono para todos los que nos gusta toda la criptografía y el análisis de la información cifrada, hay un grupo de gente experta que empieza una tarea titánica para tratar para encontrar claves y patrones de comunicación en esta máquina supercompleta, que era el descifrado de mensajes que tenían de Luftwaffe.

La inteligencia militar que ofrece el gobierno de los Estados Unidos en el Plan Mérida es fundamental. El gobierno mexicano tiene que ser más inteligente y recurrir más a los Estados Unidos. Sé que puede sonar herético —hereje— pero se tiene que recurrir más a la ayuda de los Estados Unidos para poder eficazmente detectar y atacar dónde están los grandes capos.

Hace unos días apareció una noticia en The Washington Post de cómo la inteligencia militar estadounidense utilizó aviones indetectables por radares, no tripulados por seres humanos y fue gracias a estos nuevos aviones como detectaron dónde estaba Osama Bin Laden.

¿Por qué no utilizarlos en México para detectar dónde está el Chapo Guzmán? Responderán que por la soberanía. Es el gran grito que lanza la gente, no podemos permitirlo. Quiero decirle que en la Segunda Guerra Mundial, en México, tuvimos cientos de espías de la British Segurity Coordination, el equivalente a la CIA. Esto de poner sistemas inteligentes de monitoreo a aviones no tripulados, mediante mecanismos donde intervengan expertos para localizar e interceptar comunicaciones, se hizo en la Segunda Guerra Mundial, precisamente con uno de los presidentes que es símbolo de la soberanía nacional: Lázaro Cárdenas.

Cárdenas frenó a los estadounidenses cuando penetraron por Baja California en 1942 para colocar radares y detectar si había submarinos japoneses. Los sacó auténticamente provocando un enorme problema diplomático, pero les dijo que los radares los necesitamos, pero también que capaciten a nuestros técnicos para que los manejen.

Así, México fue de los primero países en el mundo con radares para la detección de aviones y helicópteros en las costas.

¿Qué otra cosa hizo el gobierno de México? Permitió que entraran automóviles que en las cajuelas llevaban equipo sofisticado de detección de estaciones de radio clandestinas para saber dónde estaban enviando mensajes a las fuerzas japonesas y alemanas. Detectaron y disolvieron muchas estaciones clandestinas con permiso del gobierno de México, porque se sabía que estaban ahí, está documentado.

¿Qué otra enseñanza da la Segunda Guerra  Mundial? Un reto formidable, difícil de vencer: la corrupción en las autoridades. El mensaje que lanza el Presidente no tendrá una respuesta, como la desea, mientras haya colusión entre autoridades y las organizaciones criminales.

En la Segunda Guerra Mundial, también hay casos increíbles de la colusión entre los nazis en México y los más altos mandos del gobierno. El entonces secretario de Gobernación, Miguel Alemán Valdés, estaba coludido con los nazis, ganaba enormes cantidades de dinero sacando a los grandes espías que estaban en Jalapa y Perote, en sitios de confinamiento.

Sus funcionarios ganaron enormes cantidades de dinero, extorsionando a personas de origen japonés y alemán con la amenaza de meterlos a la cárcel, de hacerles daño por el hecho de que México estaba en guerra con esos países. Está documentado, está en mi libro Ideas en tormenta.

No sólo eso, el hermano del presidente Manuel Avila Camacho, el primer hermano incómodo, Maximino, era declarado fascista. Siendo secretario de Comunicaciones hizo formidables negocios petroleros y de construcción con aliados de los nazis y de los fascistas.

 

Los Intocables

¿El presidente Calderón debió haber utilizado otro símil para ejemplificar su lucha contra el narco?

Fue hiperbólico. El nazismo es un movimiento que descansa en la ideología, en una cosmovisión. El nazismo no es un grupo de criminales a la búsqueda de dinero, influencias o poder.

El símil que debió haber utilizado es la lucha —quizá suene un poco vulgar— pero lo más parecido es lo que hizo el grupo de Los Intocables, que se decidieron a combatir en Nueva York,  Chicago, a los mafiosos, que hacen lo mismo en México, la prostitución, la trata de personas, el contrabando, el asesinato a mansalva, la extorsión.

Lo que vivimos a gran escala en México es lo que se vivió en los años 30. Aprendamos de lo que se hizo en esa época para utilizar las estrategias adecuadas.

Lo del nazismo puede sonar muy espectacular, pero no era una lucha contra el crimen organizado en todo el país. Churchill no tuvo que luchar contra su población. Sus ciudadanos estaban perfectamente agrupados en torno a él y sabían que el nazismo era el enemigo a combatir, no tenían los problemas internos que tenemos nosotros.