La tabla
Todas las visitas que he hecho a Torreón, Coahuila, han sido muy satisfactorias. Tengo muy buenos amigos en ese estado, he dado conferencias en la universidad autónoma local que, como todo mundo sabe, tratándose de Torreón es “La Laguna”.
En esta ocasión me sentí como siempre en casa. En parte contribuyó el ambiente natural, llegué en medio de una copiosa lluvia de polvo. Por motivos de agenda, no pude acudir a la nevería “Del Chepo” tan afamada y establecida en el municipio de Lerdo conurbado con Torreón.
En las reuniones que siempre tengo con abogados, presidentes de colegios, abogados litigantes y maestros de las facultades de derecho, me pude enterar de la difícil situación que vive la población en general.
Aparte de las balaceras acostumbradas entre los grupos rivales del narcotráfico, tenemos una costumbre ya establecida de cobrar a los propietarios de toda clase de empresas, lo que podría llamarse “una contribución” para el sostenimiento de los cárteles que han diversificado sus tareas, no solamente se ocupan de traficar con toda clase de drogas, sino que también cobran en los establecimientos por la protección.
Desde luego, si un empresario quiere mantenerse en el lugar, tiene que pagar la cantidad requerida. Esa cantidad le da derecho a ser protegido de otros cárteles, a ser aconsejado para evitar el pago de impuestos federales y locales y, por último, a ser protegido de las policías locales.
Es asombroso cómo esta costumbre que relato de Torreón se ha extendido por toda la república. Sin embargo, en La Laguna (léase Torreón), hay un elemento nuevo del que no había yo tomado noticia. Me decían los abogados que los cobradores llegan con “La Tabla”.
¿Quiere usted saber qué es la Tabla? Sin duda ha visto cómo se sacan las pizzas del horno. Pues bien, la tabla sirve para golpear a los empresarios que no pagan o que se retrazan en su contribución.
Me decía un lugareño que les queda la espalda negra de los golpes, o dijéramos tablazos, y algún otro maestro me dijo que a la tabla le hacen muescas para que el golpe duela más.
Los abogados litigantes y maestros me dijeron que afuera de los juzgados se encuentran miembros de las mafias que hablan con los particulares que han contratado abogados, para que les cobren letras o cheques o bien cualquier otra deuda, para decirles que ellos se encargan de esos cobros.
Inútil explicar que el cobro no requiere documentos judiciales ni un procedimiento de ninguna especie para los jueces, y sin embargo, es extraordinariamente eficaz. Luego toda esa sección de litigio ya no está en manos de los abogados, no pueden competir de ninguna manera con la mafia que se encarga de cobrar.
La materia penal, desde luego, también es acaparada por estas mafias con muy buenos resultados.
Me decían algunos abogados al contarme todas estas cosas:
—Maestro Góngora, estamos sufriendo, esperamos que esto no vaya a ser eterno, sino en verdad transitorio.
Esta plática me recordó lo que leí en algún periódico, de que nuestro señor presidente Felipe Calderón invita al Santo Padre a México, pidiéndole que venga a nuestro país porque “estamos sufriendo”.