Ricardo Muñoz Munguía
La vida es una clase para aprender a vivir, pero esa enseñanza también significa aprender a morir. Las diversas formas de la vida, en soledad o en compañía, nos marcan y nos trasladan a un sitio donde el amor y el dolor se presentan en panorama paralelo que abarca desde nuestros pies hasta donde la mirada alcance.
Ronaldo Menéndez (La Habana, 1970) reside actualmente en Madrid, donde imparte cursos de creación literaria y colabora en periodismo. Es autor de los libros de cuentos: Alguien se va lamiendo todo, El derecho al pataleo de los ahorcados, De modo que esto es la muerte, y de las novelas: La piel de Inesa, Las bestias, Río Quibú.
En su más reciente volumen nos encontramos, es cierto, a un narrador que sabe poner estrellitas en el muro de la atracción pero en algunos relatos —debo señalar que es el único libro que he leído del escritor cubano— no se concentra en deshebrar una preferente temática, sino que algunos párrafos parecen desbordarse de la principal cuestión del cuento. Así, como es de esperarse, algunos cuentos parecieran que pasamos por páginas en blanco. Sin embargo, sí se cuenta con la fortaleza para internarse en el subconsciente del lector pues las distintas situaciones de desolación, sufrimiento, pasión…, nos contagian. La mayoría de los relatos pareciera que son partes de la estructura de novelas, y quizá en ese quehacer esté mejor afianzada la labor creativa de Ronaldo Menéndez.
Por otro lado, lo que sucede en varios escritores cubanos fuera de Cuba: Menéndez apunta hacia La Habana con un gesto que si bien se afianza en la franqueza del estado en el que están varios sitios de la ciudad, así como sus guaguas, de pronto —pareciera— la ciudad se vuelve deplorable, cenizas que se levantan como polvareda a partir de la salida de Cuba. Un ejemplo de ello: “La Habana es gente. Esto no es nuevo. Es calor y gente que habla alto. Y buses Horrorosos. (…) A la izquierda queda el malecón, a la derecha los edificios lindos que lucen feos. Despintados. Carcomidos. Accidentados”. No sólo ello nos llama la atención pues como en uno de los personajes de Ronaldo que sufre un accidente y se enfrenta no sólo al señalamiento, primero, de saber si es cubano o extranjero, como si en ello se dividiera una forma de atención médica para el paciente, y después ir describiendo las clínicas también en un estado de olvido, lo que, claro está, obliga a tener miedo a enfermarse o sufrir un accidente en la Isla.
De Covers en soledad y compañía es una clase donde la vida cobra muchas formas para vivirla, o sobrevivirla.
Ronaldo Menéndez, Covers en soledad y compañía. Páginas de espuma
(Voces / Literatura), Madrid, España, 2010; 107 pp.