La criatura nació muerta

Humberto Musacchio

Todavía se escuchan las mentadas que mereció la instauración del Registro Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil, el malhadado Renaut que tantas suspicacias despertó, sobre todo porque cuando fue aprobado estaba muy fresco el escándalo suscitado por el Renave, el Registro Nacional de Vehículos que el sinvergüenza Ernesto Zedillo puso en manos de una mafia internacional de criminales encabezados por un torturador a sueldo de la dictadura militar argentina.

Pues decíamos que todavía se oyen las advertencias y maldiciones que produjo la aprobación del Renaut, pero ya el Senado, consciente de que la criatura nació muerta, decidió aplicarle los santos óleos y darle cristiana sepultura. Sólo falta que la Cámara de Diputados convalide el acuerdo y habremos dado vuelta a la página.

El asunto no tendría mayor importancia, pero ocurre que antes de ser aprobado se hicieron observaciones más que sensatas, se advirtió a los legisladores que se pretendía imponer un instrumento de control ciudadano, que se abría un camino fácil para el espionaje en perjuicio de los particulares y que, en todo caso, se trataba de una medida ineficaz, pues los delincuentes no iban a salir corriendo a registrar sus teléfonos celulares.

Como de costumbre, muy poco importó a los legisladores toda la tinta que corrió en torno al asunto. Ya se sabe que México es un país de leyes, de muchísimas leyes que generalmente poco tienen qué ver con la justicia y frecuentemente menos con su aplicabilidad. Como era de esperarse, pese a las amenazas de la autoridad de que se procedería penalmente contra quienes no registraran sus aparatos, millones de celulares quedaron sin ser registrados, principalmente porque los ciudadanos no confían en sus gobernantes y entendieron que, más allá de los discursos,lo que se pretendía era restringir aún más sus derechos.

A reserva de que los diputados convaliden lo decidido por los senadores, la cancelación del Renaut ha generado más temores entre los usuarios, pues la base de datos respectiva puede acabar en Santo Domingo o en Tepito, donde cualquier interesado la podrá adquirir por unos cuantos pesos, como sucede con el padrón electoral y otras nóminas.

Si el Estado no es capaz de evitar el robo de datos, mucho menos lo es de preservar las vidas y los bienes de los habitantes del país. La aprobación y ahora la cancelación del Renaut es producto de la sordera de nuestros políticos, de su indiferencia ante el drama de inseguridad que vive el país. Por eso, como dice el poeta Javier Sicilia, ¡ya estamos hasta la madre!