La figura de la madre es central en la vida de los seres humanos. Es en sus entrañas donde se desarrolla la vida. Es ella la depositaria donde se gesta en nueve meses un nuevo ser.
La madre es la primera proveedora del alimento físico y emocional del bebé y la relación entre ella y su vástago definirá en buena medida el devenir del pequeño. “Infancia es destino”, dijo un psicoanalista mexicano.
La maternidad es, desde el ángulo de la religión, una bendición de Dios, pero más que ello, es una “obligación de la naturaleza”, porque a través de ella —de la maternidad— la especie humana puede sobrevivir.
Es también, la maternidad, la forma como la mujer trasciende y prolonga su vida en un ser, en su hijo.
Un poeta, hace años, y hoy en el completo olvido, dijo que la mujer se define por la maternidad, porque en el fondo toda mujer lleva en su corazón un niño dormido.
Pero la cruda realidad siempre se impone. Al día comercial de las madres —¿pues en qué si no ha terminado el Día de las Madres que no sea bailongos y francachelas?— se agrega el embarazo de jóvenes adolescentes, ya por violación, ya por descuido, ya por ignorancia, ya por inmadurez.
De cualquier manera, felicidades a las madres de familia.
En la imagen, la Fundación Vida y Familia atiende a adolescentes embarazadas, quienes, después del parto, decidirán si conservan a sus hijos o los dan en adopción.
Agencia EL UNIVERSAL/Luis Cortés

