Juan Antonio Rosado
¡Cuán verdadera es la célebre frase de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de Hitler: “Si una mentira se repite las suficientes veces, acaba convirtiéndose en la verdad”! Esta aseveración vale para todo tipo de estrategia publicitaria, sea a nivel familiar o nacional, grupal o comunitario. Las religiones, sobre todo las que hacen alarde de poseer “la” verdad, así como los partidos políticos, han aplicado —a veces sin saberlo— esa frase como el primer mandamiento del publicista. Lo grave no es el engaño (el arte y la literatura, en la medida en que son representaciones, son, como dice Sor Juana, un “engaño colorido”, pero pretenden la verosimilitud, causar efectos y emociones, hacer pensar y sentir, enriquecer la cultura y, por ende, al ser humano, transformarlo y hacerlo crítico). No: lo grave no es el engaño, sino los propósitos —a menudo personalistas—, que tiene cierta gente o ciertos grupos para aumentar su poder simbólico, económico, político, cultural o carismático. Toda forma de poder conlleva una forma de violencia (si se le desea conservar e incrementar), y un tipo de violencia es la sicológica: la sugestión y la manipulación mediante la repetición insistente de mentiras.
El 17 de febrero de 1937, el gran pintor David Alfaro Siqueiros, escribió a su esposa desde Madrid una serie de falsedades —reproducidas después por varios críticos e incluso investigadores— que se han convertido en “verdad”. Aún a estas alturas, podemos leer, gracias a esa carta llena de fantasía, y también a causa de un artículo de Vittorio Vidali (Carlos Contreras), cosas como éstas: Siqueiros “luchó en el Ejército Republicano de España y participó en la guerra civil de ese país, en la que alcanzó el grado de coronel”. ¡Oh, Goebbels! ¿Sólo porque lo dijo un pintor famoso como Siqueiros, y luego un ex combatiente (Contreras) escribió que ese pintor fue jefe de un sector, ya vamos a creerlo, sin más? En su artículo “Irreal, pretender presentar a Siqueiros como héroe de la guerra española”, reproducido en el libro La libertad, Sancho, el ex combatiente de las Brigadas Internacionales Juan Miguel de Mora (1921) se encarga de poner las cosas en claro con pruebas históricas.
En su carta —dice De Mora— Siqueiros demuestra que no estaba enterado de lo que ocurría en la guerra, a pesar de haber estado en Madrid. Afirma el pintor que se desempeña como “ayudante del comandante Carlos Contreras, jefe del 5to Regimiento”, pero resulta que Contreras nunca fue comandante ni jefe de ese regimiento. El jefe, nombrado en septiembre de 1936, fue Enrique Lister. Contreras fue comisario. Lo más risible es que Siqueiros escribió esa carta en febrero de 1937, pero el 5to Regimiento se había disuelto en diciembre de 1936, y esa disolución se hizo efectiva el 24 de enero de 1937. Siqueiros sigue fantaseando: “Se trabaja ya para que se me reconozca mi grado mexicano de capitán y creo que se me encargará la formación de dos brigadas de choque para encabezar la ofensiva próxima”. Objeta Juan Miguel de Mora —ése sí, brigadista en aquella guerra—: “Encargar la organización de dos brigadas de choque a un pintor recién llegado, por muy famoso y bueno que fuere, ‘para encabezar una ofensiva’, es absurdo”. Hay otras muchas pruebas, pero pienso que lo anterior es suficiente para no ir tan lejos y tratar de convertir en “héroe” a alguien que no lo fue. En cambio, hay muchas pruebas de que Siqueiros encabezó, el 24 de mayo de 1940, un atentado contra la vida de Trotsky, en el que murió el ayudante de este último. El cadáver de Harte fue descubierto en una casa donde Siqueiros había citado a algunos de los futuros participantes en el atentado. No obstante —justicia mexicana—, el pintor quedó en libertad a los tres meses y viajó a Chile.
En este texto no se ha tratado de juzgar a Siqueiros como artista. Su talento es incuestionable y sin duda se trata de uno de los mejores pintores mexicanos. Recordemos que el poeta francés Villon estuvo metido en una banda de asaltantes y eso no demerita su obra; Céline —considerado como un excelente novelista— fue un asqueroso nazi, delator de familias judías en Francia. Cada uno de nosotros es también muchas personas porque nos movemos en distintos contextos. En lo que he insistido aquí es en una de las facetas de Siqueiros como ser humano: su faceta de charlatán, pero sobre todo es importante insistir en lo grave de que haya críticos de arte y medios de comunicación que sigan reproduciendo mentiras de ese calibre.

