La sociedad pidió no tener miedo

Moisés Castillo

En todas las marchas hay gritos sin memoria, pero en la del jueves 5 en Cuernavaca, Morelos, se privilegió el silencio. ¿Silencio para qué? El dolor es tanto, es indescriptible, responde el poeta Javier Sicilia, quien perdió a su hijo Juan Francisco, el pasado 28 de marzo. Su cuerpo fue encontrado torturado, junto con otros seis jóvenes, en Temixco.

“Vamos a caminar —dice Sicilia— en silencio porque es el lugar de la escucha y la palabra. Nuestro mundo ha estado lleno de ruido y de palabras vacías, porque no hemos aprendido a hacer el silencio. El silencio es el lugar donde la palabra se recoge, donde la palabra sale, es un camino de meditación. Vamos a caminar en silencio para unirnos porque hay demasiados dolores”.

Así comenzó la llamada Marcha Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad. En la glorieta de la Paloma de la Paz, Javier Sicilia caminó acompañado por el obispo de Saltillo, Raúl Vera y activistas como Julián LeBarón, Olga Reyes Salazar, Patricia Duarte, madre del niño Andrés Alonso, quien murió en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, y otros familiares de víctimas por la violencia imparable.

Justicia

Fue una mañana donde hubo también todo el silencio del cielo. La gente poco a poco se congregaba en la glorieta y miraba de lejos a decenas de medios de comunicación que recogían las palabras del poeta herido y de sus amigos de lucha. Todos querían escuchar y participar, porque la gente se siente indignada por los 40 mil muertos del crimen organizado.

Al igual que Patricia Duarte, Julián LeBarón coincidió en que la sociedad civil es la única que puede regresar la paz a las calles, por eso invitó a la gente a perder el miedo.

“Tenemos —dice— una deuda muy grande con nuestros muertos. Necesitamos darles dignidad a nuestros muertos y a nuestra nación”.

Minutos más tarde, el obispo Raúl Vera tomó la palabra y arremetió contra la ley de seguridad que se impulsa en el Congreso de la Unión. Dice que esta ley sólo busca protegerse de los ciudadanos.

“Queremos —dice el sacerdote— que no nos tengan miedo, tienen que escuchar al pueblo. Hay que tener presente aquello que decían nuestros hermanos mayas allá en el sureste de México, «hay que mandar obedeciendo». Este es un principio democrático”.

A las 6:30 de la mañana, cuando todavía el sol dormía, bajaron de una camioneta blanca varias mujeres y hombres integrantes de la organización Justicia para Nuestras Hijas. Partieron desde Chihuahua para apoyar la marcha silenciosa. Luego de 15 horas de camino, sacaron sus mantas para exigir cero impunidad en la desaparición de cientos de jóvenes en aquel estado del norte del país.

La joven Sandra Armenta recuerda siempre la voz de su hermana Claudia Judith. Ella desapareció el 9 de marzo de 2003 y fue encontrada muerta casi tres años después. Al asesino le dieron 11 años de prisión, la misma sentencia que recibe una persona que roba un auto.

“Estoy aquí —dice Sandra— porque no es justo los 11 años que le dieron al presunto asesino de mi hermana, quien tenía tan sólo 14 años. Vine para que haya justicia y que la violencia se termine. Que se haga justicia para todas las mujeres desaparecidas”.

A dos metros de distancia, la señora Consuelo Valenzuela saca otro cigarrillo y suelta un par de bocanadas. Su tranquilidad inquieta y es valiente al hablar. Dice que su hija Marlem desapareció hace 10 años y hasta ahora no sabe nada de su pequeña. No hay línea de investigación y las autoridades viven en el pasmo total. Mientras saca otro tabaco alcanza a decir que “venimos por la paz y por la justicia para nuestras hijas”.

La marcha por fin avanza a las ocho de la mañana. Cerca de 500 personas caminan con mirada múltiple. Unas con pancartas, otras con camisetas con el slogan de “No más sangre” y por allá algunas retrasadas. En un carril de la carretera, la gente se mueve y sus pasos no resuenan. El silencio apresa el momento.

Lo que sufre la gente

En la caminata se encuentra María Elena Morera, ex presidenta de México Unido contra la Delincuencia. Viste cómoda con unos jeans azules y una camisa blanca.

Dice que nunca imaginó que después de la mítica marcha del 27 de junio del 2004, la violencia inundara el país.

“40 mil muertos —precisa— nos dice lo que está sufriendo la gente y la importancia de esta marcha es lograr la unidad nacional, la unidad entre los grupos sociales, porque al final del día todos queremos la paz. En realidad todos los mexicanos somos lo mismo, cuando alguien muere de nuestra familia sentimos lo mismo”.

Los marchistas usan el carril de baja velocidad de la autopista México-Cuernavaca y son escoltados por patrullas de la policía federal y municipal. Otros prefieren conducir sus autos y acompañar el contingente.

Las personas que caminan sienten un alivio momentáneo porque saben que son responsables de lo que pasa o pasará con el movimiento ciudadano. Puede ser una gota en el jardín para iluminar conciencias o puede quedar en el aire como una buena causa.

El escritor Javier Sicilia es claro en su mensaje: “Vamos a exigirles que si no vuelven a mirar bien al país, se lo va llevar la chingada”. Es una frase directa al presidente Felipe Calderón, que días antes de la marcha lanzó un mensaje televisivo por cadena nacional. Con un gesto duro, el mandatario afirmó que hay quienes quieren “detener de buena o mala fe” la acción del gobierno contra el crimen organizado.

La marcha da sus primeros pasos. Quiere llegar a Ciudad Juárez, el lugar más violento del país para firmar un pacto por la paz. Mientras, la gente camina y camina en pleno sol que brilla serpentino entre la hierba que se asoma a un costado de la carretera.

Los ciudadanos

Verónica González, licenciada en desarrollo humano
Quiero dejar en claro que los siete chicos asesinados, no tienen nada que ver con la delincuencia, eran amigos todos, muy unidos, muy felices. Ya no aguantamos una víctima más. Le diría a la gente que pierda el miedo y luche por la paz.

Mario Galindez Sánchez, payaso y mimo
Hay que estar aquí. Nuestro país necesita una nueva restauración, un renacer. Creo que la gente sí saldrá a las calles.

Marina, maestra de primaria
Estoy aquí para pedir paz con justicia. Estoy enterada desde la muertas de Juárez y por supuesto esto vino a derramar el vaso. También tengo hijos, trabajo en una escuela y estamos pensando en mundo mejor para todos y no se vale que en esta ciudad tan bella pase todo esto.

Elso Guilleta, pensionado
Creo que es importante la convocatoria de Javier, todos tenemos que participar a favor de la paz, por eso estoy aquí. Ojalá participe más la gente. Es hora de que se mueva para que cambie este país y nuestros hijos puedan vivir con seguridad.

Sandra Saavedra, integrante del comité contra el feminicidio en Morelos
Estoy convencida de que son los movimientos sociales los que van a cambiar este país. Espero que la gente se anime a hacer algo para transformar este clima de violencia en el que vivimos, es una manera de presionar a las autoridades y de decirles que no estamos de acuerdo con ellos.

Francisco Javier Manzano, voluntario de Greenpeace-México
Exijo un país más seguro, en paz. Estamos luchando desde hace muchos años buscando justicia social y ambiental, pero principalmente promover la paz. Estamos hartos de tanta violencia, asesinatos y secuestros. Ya no podemos salir a la calle seguros.

Rafael Bretón, retirado
Ya estamos hasta la madre de tanta injusticia, impunidad, de tantos muertos inocentes. Cuernavaca era una ciudad tranquila y ahora es una ciudad terrible donde ya no se puede salir en las noches, a cualquier hora. Andamos con miedo, los soldados por todos lados, el Ejército amenazante en las calles.

Clara Glogner, tanatóloga
Estoy muy indignada desde hace muchos años con este gobierno porque ha sido una porquería. Lo único que ha creado es violencia e inseguridad contra los ciudadanos. Somos los que estamos sufriendo las consecuencias de una estúpida guerra que inventaron. Estoy hasta la madre de la corrupción del gobierno, todos son la misma mafia.

Diego, estudiante universitario
Estamos cansados de la violencia que se ha generado en el sexenio de Calderón, por eso marcho y apoyo la causa. Hay que unirnos todos por la paz.

Rius, caricaturista
Vengo a apoyar a Javier Sicilia y apoyarnos a nosotros mismos, es una lucha de todos, no nada más de Javier. Nosotros iniciamos la campaña de “No más sangre” desde enero pasado en la revista El Chamuco, hemos estado en todas estas luchas. Si el gobierno se puso el saco, es su problema. “Basta de sangre” es para ellos.