Irma Ortiz
Las cartas están sobre la mesa. Habrá diálogo con el gobierno federal siempre que sea público, en Palacio Nacional y no en Los Pinos y que participe una comisión de víctimas de la violencia, aseguró este jueves el poeta Javier Sicilia, quien convocara a la Marcha Por la Paz con Justicia y Dignidad, el fin de semana pasado. La renuncia de Genaro García Luna sería un avance, puntualizó, pero no lo fundamental.
Sicilia, junto con otros convocantes como el obispo Raúl Vera y Emilio Alvarez Icaza, informó que ya se iniciaron los contactos, a través de la Secretaría de Gobernación, y está a la espera de una respuesta.
Mientras tanto, en Estados Unidos, el presidente Felipe Calderón aseguraba en una entrevista que en el corto plazo habrá un declive en los niveles de violencia ligados al crimen organizado y se terminará más rápido de lo que lo logró Colombia.
¿Serán los siete años que calculara recientemente el titular de Seguridad Pública Federal?¿Cuánto más se puede esperar?
Lo importante, asegura Emilio Alvarez Icaza, ex titular de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, es la transformación de la clase política mexicana, no le apostamos con esta movilización a una reunión privada con el Presidente. Esto tiene que ver con el tema de la justicia, con investigar qué ha pasado con las muertes no sólo de los casos paradigmáticos sino de situaciones donde mueren las personas y no se investiga. Es cambiar el enfoque hacia una lógica de seguridad ciudadana.
Alvarez Icaza, en entrevista para Siempre!, responde a las descalificaciones que se han dado en los últimos días en los medios de comunicación a la reciente movilización. No hubo acarreados, fue un espacio plural y abierto, donde fue quien quiso, donde no se registraron desmanes y con demandas muy claras, asevera.
Protagonismo de una nueva generación
¿Evaluación de cómo vio la marcha, qué reflexión podemos hacer?
El fenómeno de la movilización del domingo pasado en el Zócalo capitalino con el antecedente de la marcha en Cuernavaca está construyendo un protagonismo de una nueva generación. Fue muy impresionante ver no sólo el liderazgo de Javier Sicilia y el movimiento surgido por la tragedia de los jóvenes que perdieron la vida en Cuernavaca, sino también casos emblemáticos que no solamente están pasando en Morelos y que tenían ese reflejo, son casos como el de la familia Reyes Salazar, de Ciudad Juárez, la familia Le Baron que es de religión mormona en Chihuahua, o casos paradigmáticos como el de los padres de los niños muertos en la guardería ABC.
Se dio un mosaico de dolor que también se presentó con mucha fuerza y para mi entendimiento, eso es parte de lo más importante de lo que pasó este domingo.
Fue poner nuevamente en la memoria pública, en el debate público, a las personas que han perdido la vida. Se presentaron más de 60 testimonios en el Zócalo y se tomó la decisión que fuesen sólo la presentación de testimonios de quienes han perdido un familiar o que tienen algún familiar desaparecido. Realmente fue desgarrador escuchar las historias tan dramáticas de un padre que tiene una hija, que está secuestrada y con gritos desesperados, pidiendo que la autoridad actuara. La constante es la impunidad.
Fue un fenómeno muy impresionante de hacer justicia para los muertos, había fotos, carteles, había como una especie de altares para poder presentar a quienes habían perdido la vida en estos últimos años. Esa dimensión de la reconstrucción del tejido social a partir de las víctimas es, en mi opinión, el hecho más valioso.
Hay una segunda dimensión del fenómeno social que generó la movilización y que no sólo fue la concentración en el Zócalo sino la larga caminata de Ciudad Universitaria hacia el centro, con miles de personas a las orillas de la calle incorporándose; desde las 10 de la mañana había gente en Bellas Artes, hasta las 5 de la tarde. Me parece que la movilización fue mucho mayor a lo que se está pretendiendo decir de la concentración del Zócalo.
También diría que me parece una movilización ciudadana muy auténtica, no había ni acarreados, ni camiones, ni todas esas estructuras corporativas de gente obligada a ir a cambio de una torta y un boing, fue de verdad una expresión muy auténtica.
¿Qué lógica se genera? Que no fuera una movilización más, eso fue parte de la apuesta, que también hubiera como un proceso de aprendizaje porque ya tuvimos la marcha de 1997, ya tuvimos la manifestación del 2004, ya tuvimos la marcha del 2008, entonces, queremos, y ahí es la fuerza del pacto.
Tenemos seis ejes estratégicos: iniciar un nuevo camino de paz con justicia y dignidad; procesos transparentes de investigación, procuración y administración de justicia; fin a la estrategia de guerra y asumir un esquema de seguridad ciudadana; combatir la corrupción e impunidad; combate a la raíz económica de las ganancias del crimen; crear un plan de emergencia nacional de apoyo a la infancia y juventud, crear oportunidades reales para el sector; democratización y nuevos medios de participación ciudadana en el país. Así se recupera en un proceso de diálogo muy concreto agendas sociales, demandas muy sentidas, que son fenómenos de orden estructural que pueden ayudar a que este país avance.
Queremos llegar al 10 de junio en Ciudad Juárez con esta misión de actores de sociedad civil para claramente emplazar a una transformación a la clase política.
El discurso de Javier Sicilia es un reclamo ético muy severo, no es tímido, es un reclamo muy severo que tiene que ver con fenómenos de corrupción, con reclamos a los partidos políticos, a la clase gobernante, al Presidente de la República, a los gobernadores.
Esto sí tiene que ver primero con el tema de la justicia, con investigar qué ha pasado con las muertes no sólo de los casos paradigmáticos sino de casos donde mueren las personas y no se investiga.
Es el tema de la seguridad y cambiar el enfoque hacia una lógica de seguridad ciudadana; el programa de emergencia para la atención a los jóvenes; es dramático que el bono demográfico se nos esté yendo entre las manos; la migración y la pobreza así como la delincuencia; la generación de las condiciones para la democracia participativa que tenga que ver con el plebiscito, el referéndum.
La limitación del fuero para que no tenga un uso perverso en un Estado de excepción o inclusive déjeme decírselo así, todo este tema que se está dando de la democratización de los medios, constituye una agenda que ha estado mucho tiempo en espera.
Temas pendientes
Hay también temas pendientes que tienen posibilidad de avance, por ejemplo, hay una cosa muy en concreto, la consolidación de la reforma constitucional en materia de derechos humanos. Queremos que eso salga en menos de dos meses, van once estados que ratifican esa reforma, pero uno no entiende por qué no lo han hecho los veinte estados restantes. No podemos acompañar un escenario donde no se asuma desde las entidades de la república, de los congresos estatales esa reforma como prioridad, y tendría que darse esto en menos de dos meses.
Le pongo sólo esos dos ejemplos como parte del debate, de la reforma, de la aspiración que tenemos para la construcción del proceso que queremos llevar a Ciudad Juárez, es esta lógica de un gran encuentro social y a partir de eso convocar a los representantes del Estado a que firmen este pacto.
Estamos construyendo los mecanismos de consenso y de acuerdos para reunirnos con el Presidente de la República y tenemos reuniones, para poder construir en qué términos, en qué formatos y qué lógica, ya que el objetivo no es reunirse con el Presidente.
No queremos repetir estas experiencias de sencillamente sentarnos y platicar, sencillamente no. Pensamos que debe ser un diálogo público y que tiene que tener los elementos principales de lo que se ha presentado este domingo.
Demanda eminentemente política
Algunos señalan que fue una marcha muy sesgada políticamente, donde participaron grupos radicales que crearon inconformidad. ¿Qué responder?
No hay que entrar en un falso dilema, porque qué más político que pedir que cambien la estrategia bajo la cual el gobierno está enfrentando. Cuando quieren descalificar y dicen que se politizó, francamente es un argumento falaz, fue una movilización extraordinariamente política. Demandar la paz en medio de la violencia es extraordinariamente político. Reclamar la salida de un servidor público tiene un componente sumamente político, pero mantuvo su identidad ciudadana, preservó su entidad no partidaria, mantuvo su entidad inclusive de silencio, los espacios abiertos son así.
Fue la gente que quiso y en un espacio muy plural, muy abierto, muy diverso, con una enorme gama de expresiones, podría haber o no expresiones de grupos más radicales o menos radicales, pero me parece que lo que distinguió esa movilización fue la diversidad, fue la civilidad, a diferencia de muchas otras marchas.
A diferencia de otras movilizaciones no hubo necesidad de grandes despliegues de seguridad, la vigilancia fue mínima. Tampoco sé de ninguna pinta, no hubo un solo desmán. Incluso hay quien ya llegó al absurdo de decir sobre la ingratitud hacia García Luna, sí, pero somos ciudadanos, no súbditos.
Justamente lo que queremos es que se entienda es que estamos en la construcción de un movimiento ciudadano, no de súbditos y los términos de la relación entre ciudadanos y autoridades es de exigencia, no de subordinación. Nada más para que entendamos, porque hubo gente que empezó a decir “muera Calderón”, pero no, Javier Sicilia fue muy claro y dijo no que muera, no queremos más violencia en congruencia con una movilización por la paz.
Me parece que por lo menos, las señales, las dinámicas, los fenómenos del sentido con que se convocó fueron congruentes, no hubo una sola pinta y se mandaron las señales de qué se quiere, sobre todo que no queremos más violencia.
Los delincuentes son delincuentes
¿Por qué no hubo pronunciamientos en contra de los delincuentes?
Hay demandas claras y específicas a la delincuencia, pero entendámonos, porque luego hay cuestiones medio esquizofrénicas porque si, por ejemplo, se dialoga con la delincuencia entonces hay quien lo lee como ¡ah!, es que está pactando con la delincuencia. Esas fueron algunas de las críticas que hicieron. ¡Ah!, quieren un pacto, no, con la delincuencia no, aunque se le hizo un emplazamiento técnico y un emplazamiento político, porque se dijo que estamos hasta la madre de delincuentes y de servidores públicos que no hacen su chamba.
Ahora, los delincuentes son delincuentes y es obligación del Estado protegernos de los delincuentes. Quien tiene que proteger es el Estado, la seguridad es un derecho. Lo que está pasando es que tenemos un escenario de violación a los derechos humanos por omisión, el derecho a la justicia, el derecho a la reparación del daño, el derecho a la seguridad, y segundo, porque hay en muchos casos, como se presentó la denuncia el sábado pasado complicidades entre servidores públicos.
No sólo se es víctima de la delincuencia, sino que se es víctima de la complicidad o de la omisión de los servidores públicos. Ese es el enfoque sobre los derechos. ¿Estamos claros?


