Strauss-Kahn, un ejemplo
El señor Dominique Strauss-Kahn estaba en un hotel de Nueva York, hospedado en una suite de 3 mil dólares por día. Una recamarera de 32 años entró en la habitación y para su desgracia se topó con el huésped cincuentón que salía del baño enteramente desnudo y se lanzó a perseguirla hasta que la atrapó e intentó violarla. Por fortuna, la chica pudo escapar e informó de inmediato a los directivos del hotel, quienes llamaron a la policía.
Al llegar los uniformados al hotel, subieron a la suite y sólo encontraron el celular del agresor, quien había huido al aeropuerto John F. Kennedy para abordar el avión que lo llevaría de regreso a Europa. Los policías se comunicaron con sus colegas del puerto aéreo, quienes subieron al avión, levantaron al señor Dominique de su asiento de primera clase y cargaron con él a la comisaría.
Huéspedes abusivos abundan y, aunque es delito, no hubiera sido noticia un intento más de violación contra una recamarera. Pero ocurre que el señor Strauss-Kahn era hasta ese momento el director general del FMI, sí, el mismo que con misericordia similar a la que mostró ante la mucama decide de un plumazo que un país debe devaluar y mandar a la miseria a millones de personas.
No es un detalle menor que Strauss-Kahn se hospedara en la suite de 3 mil dólares diarios en un hotel de lujo y que viajara en primera clase, que cuesta algo así como cinco veces lo que un asiento en clase turista. Evidentemente, la burocracia del FMI está a acostumbrada a darse la gran vida y eso explicaría su desdén por países enteros a los que hunden en crisis que para los seres de carne y hueso significan desempleo, caída abrupta de sus ingresos, hambre para sus familias y tragedias por el estilo.
Por supuesto, en cuestión de horas el FMI ya había nombrado un director sustituto para continuar con las mismas políticas de siempre, mientras Strauss-Kahn deberá permenecer en territorio estadounidense en espera de juicio, acusado de “acto sexual criminal”, intento de violación y retención ilegal de la mucama, lo que ya tiene trabajando a los abogados más caros de Nueva York.
Mientras se resuelve la suerte de Stauss Kahn, el FMI nombró al estadounidense John Lipsky para que todo siga igual, mientras en Francia el Partido “Socialista” entraba en duelo porque el ahora acusado de violencia sexual iba a ser ni más ni menos que su candidato presidencial, lo que explica por qué el socialismo europeo se halla tan lejos de los pobres y tan contento con la expoliación del Tercer Mundo. Los beneficios saltan a la vista.