Seco, duro y a la cabeza
Bernardo González Solano
Seco, duro y a la cabeza. Así de tremebunda puede considerarse la detención policiaca del director gerente del FMI, el francés Dominique Strauss-Kahn, de 62 años de edad, acusado de varios delitos de carácter sexual por una camarera del Hotel Sofitel situado en Times Square en Manhattan, Nueva York, el sábado 14 de mayo cuando ya se encontraba a bordo de un avión de la línea Air France, en la sección de primera clase, pocos minutos antes de volar con destino a París.
La policía de Nueva York fue la encargada de la aprehensión, específicamente la Unidad de Víctimas Especiales, famosa mundialmente por una serie de televisión titulada La ley y el orden, con más de 25 años de transmisiones. El próximo capitulo sobre la detención del importante dirigente del FMI, que además era el puntero para convertirse en el candidato presidencial por el Partido Socialista de Francia para enfrentarse con el actual mandatario galo, Nicolas Sarkozy, el año próximo, alcanzará el más alto rating de audiencia.
Fenomenal escándalo
Desde que empezó a funcionar el FMI en 1947, junto con el BM, por los acuerdos de Bretton Woods (1944), esta institución financiera jamás había sufrido un escándalo semejante. Aunque hay muchas incógnitas en este caso, Strauss-Kahn, sin fuero diplomático, se enfrenta a una condena de hasta 20 años de cárcel.
Los titulares de la prensa mundial resaltaron el hecho como algo fuera de serie. No era para menos, aunque la opinión pública de gran parte del planeta ya lo señaló culpable de la acusación de la camarera de 32 años de edad cuyo nombre, hasta el momento, no se ha dado a conocer. “Truenos sobre la elección presidencial”, tituló uno de los grandes periódicos parisienses. La clase política francesa, de todos los partidos, no salía de su asombro.
Algunos adversarios del Partido Socialista y de Strauss-Kahn en particular no se midieron en sus acusaciones, máxime que el importante dirigente del FMI ya se había enfrentado a acusaciones de carácter sexual hace no mucho tiempo. Unos cuantos, incluso, manifestaron que el grave problema del adversario de Sarkozy eran “el dinero y las mujeres”. Se ha casado en tres ocasiones. Su mujer actual no cree en las acusaciones.
Increíble, inverosímil, inconcebible, se decía en los más altos círculos de Francia. Los estrategas del Partido Socialista habían imaginado todos los escenarios posibles para los próximos comicios presidenciales, excepto el de una detención de Strauss-Kahn. El abanderado de la mayoría no suponía cómo el favorito —los últimos sondeos de opinión le daban hasta el 60% de los votos para convertirse en el candidato de la izquierda francesa—, imbatible de la elección presidencial, acusado de intento de violación, desembarcado a la fuerza del avión y puesto tras las rejas de una comisaría del Harlem neoyorkino como cualquier delincuente de la “ley y el orden”. Si se comprueba su culpabilidad pasará muchos años en la cárcel.
¿Cuál es la verdad?
¿Qué hay atrás de todo esto? ¿Cuál es la verdadera personalidad de Strauss-Khan? ¿Sus obsesiones sexuales superaron su fría mente financiera que le permitió darle nueva presencia al FMI? Tan increíble caso propicia la posibilidad de una conjetura.
Mientras se desenreda la verdad de lo falso, algo es previsible: Strauss-Khan no será el próximo Presidente de la República francesa. En pocos días, el nuevo ídolo de la izquierda gala se pulverizó. Pocas veces se ha visto una desintegración política tan rápido. El dinero primero, el sexo después. El “escándalo” de la fotografía, a sus espaldas, en donde se subía en un carísimo auto Porsche —propiedad de su amigo y antiguo consejero en comunicaciones, Ramzi Khiroun— permitió que sus contrarios lo señalaran como un “izquierdista” de cartón. Demasiado cargado al centro para ser el mejor candidato de la izquierda.
Sin embargo, desde hace más de un año el director del FMI empezó a poner en marcha la maquinaria política para convencer un espectro más amplio del electorado, lo que permitiría garantizar al Partido Socialista una alta votación para tomar parte en una segunda vuelta de los comicios presidenciales. No faltaba quien lo señalara como demasiado veleidoso.
Lo cierto es que semana tras semana la organización Strauss-Khan ganaba espacios en Francia. Pero un mal día, la maquinaria empezó a tener tropiezos. La desafortunada fotografía empezó todo. La foto circuló inmediatamente por la Internet, la peligrosa “red” que ha hecho temblar a más de uno. Wikileaks todavía hace estragos en muchas partes. Empezaron a saltar los peros contra Dominique. Su tren de vida atrajo, con razón, la atención de la prensa que empezó a detallar su costoso patrimonio: dos departamentos en París, uno en la selecta Plaza de los Vosges… Strauss-Khan replicó enseguida en el terreno judicial acusando al periódico France-Soir principalmente.
Pronóstico reservado
Primeros desencuentros con la prensa. Algunos de sus colaboradores, de los que nunca le faltan a personajes como Dominique, militantes de la organización Terra Nova, publicó una nota en la que aseguraban que el corazón del electorado del Partido Socialista había cambiado y que ahora se dirigía a los jóvenes, las mujeres y los hombres adultos más que a los obreros y a las clases populares. El escándalo dentro del Socialista fue de pronóstico reservado donde no se aceptó este cambio de doctrina.
Ahora, ¿qué sucedió realmente en la habitación 2806 del Hotel Sofitel de Nueva York? Izquierda y derecha de Francia no se lanzaron a quemar más leña, ni a hacer trizas del atribulado personaje. Por eso invocan la presunción de inocencia. Tienen razón, aunque las circunstancias no son las mejores. ¿Quién puede negar que el mal ya está hecho? Si Strauss-Khan es inocente, el escándalo es profundamente injusto, pero, desgraciadamente para él, el juez le negó el pago de la fianza de un millón de dólares. En este tipo de cuestiones, no hay que olvidar que los jueces estadounidenses se cuidan mucho de no dar la impresión de que apoyan al acusado. La historia demuestra que el Poder Judicial de Estados Unidos a veces es implacable.
Rayos y truenos en Francia
Para el Partido Socialista, el arresto de Strauss-Kahn en el aeropuerto John F. Kennedy constituye evidentemente una tormenta de rayos y truenos destructora a 11 meses de la primera vuelta de los comicios presidenciales en Francia. La izquierda tendrá que desaparecer el escenario anunciado por los institutos de sondeo que predicen para Strauss-Kahn una casi elección de mariscal en la primavera de 2012.
La impresión del momento es que el Partido Socialista tiene que volver a empezar su procedimiento interno. Se supone que a falta de Strauss-Kahn, que estaba por encima de casi todos sus competidores de izquierda, la competencia será más difícil y despiadada. Desligada de su “pacto” con el dirigente del FMI —cuya suerte ya está definida por Martine Aubry— ve abrirse frente a ella un nuevo horizonte. Es claro que su candidatura se muestra, a las veces, evidente y legítima, por su propia situación partidista. Pero también sucede algo parecido con el ex secretario general François Hollande y con la ex candidata presidencial Ségolène Royal. La pregunta es cómo reaccionarán otros que han aplazado sus aspiraciones desde hace 25 años, como Laurent Fabius.
Todas las cartas se han cambiado y ahora se inicia una nueva partida. Sin Dominique Strauss-Khan, el hombre que no tuvo el derecho de decir que quería ser presidente, pues se lo impedía su puesto de director gerente del FMI y que posiblemente nunca tenga la ocasión de decirlo, Francia vivirá otros tiempos electorales.
Sin embargo, este affaire tampoco asegura que el presidente Sarkozy pueda reelegirse, pero tampoco es fácil predecir su derrota.
El hecho es que ni el socialismo francés ni el propio FMI pueden tratar de proteger a Strauss-Khan. El escándalo —preparado o propiciado por el reincidente acusado— ha superado todo lo previsible.
En política, nadie es imprescindible. Por lo mismo, la ausencia de Strauss-Kahn no arruinará las posibilidades de los socialistas de regresar al Elíseo. Casi 25 años después de que terminó el largo periodo presidencial de François Mitterrand. Pero, también hay que advertir que se abren posibilidades para la ultraderechista Marine Le Pen del Movimiento de Liberación Nacional. El escándalo de Strauss-Kahn abrió muchas puertas en Francia.
No obstante, Sarkozy ha actuado con suma prudencia. Sabe que la desgracia de Strauss-Kahn no es precisamente una “buena nueva” para sus posibilidades de reelección. El portavoz del gobierno, François Baroin, salió al paso y manifestó la reacción oficial del Ejecutivo —hasta el momento de escribir este reportaje—: “Hay que manifestar una extraordinaria prudencia en la expresión, en el análisis, en los comentarios y en las consecuencias, hay que esperar que Strauss-Kahn manifieste su posición, dar su versión. El gobierno respeta el procedimiento judicial de Estados Unidos y la presunción de inocencia del acusado”.
¡Vaya escándalo!