Cifras engañosas
A propósito de que el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) acaba de publicar que el producto interno bruto creció un 4.6 por ciento en el primer trimestre de 2011, algunos funcionarios han pretendido entusiasmar a los mexicanos con el supuesto buen comportamiento de la economía, mientras voceros empresariales, como Sergio Cervantes Rodiles, dirigente de la Canacintra, se han apresurado a enfriar el optimismo gubernamental y advertir que ese crecimiento es insuficiente.
Por supuesto, quien tiene la razón es el empresario. Y es que en esto de las estadísticas es muy fácil para los funcionarios manipular las cifras para dar la apariencia de bonanzas que sólo existen en el discurso.
Ciertamente, la tasa de 4.6 por ciento, aunque menor a la prevista de 5.0 por ciento, es positiva, en tanto indica un crecimiento moderado. No obstante, si se mira el conjunto de los 4 años de la actual administración se observa que lo que ha ocurrido en la economía mexicana es un estancamiento, ya que después de la caída de -6.16 por ciento en 2009, aunque en 2010 hubo una tasa positiva, no se logró recuperar los niveles de 2008.
Quizá si lo vemos en un ejemplo sencillo pueda comprenderse mejor. Supongamos que el producto interno bruto de 2008 es igual a 100, al año siguiente, puesto que hubo una caída de -6.16 por ciento, el PIB de 2009, sería de 93.84; si a esta cifra le aplicamos el crecimiento de 2010, de 5.5 por ciento, el resultado es 99, o sea que no se llega a los 100 del período inicial. En cifras reales, lo que ocurrió es que el producto interno bruto de 2008, fue de 8 billones 928 mil millones; para 2009, descendió a 8 billones 375 mil millones, y en 2010, a pesar de la tasa positiva, sólo sumó 8 billones 835 mil millones, es decir 93 mil millones menos que en 2008, o sea que todavía no se ha recuperado el nivel de ese año en que estalló la crisis financiera en Estados Unidos.
Si recordamos que en 2007, la tasa de crecimiento del PIB apenas registró un 3.3 por ciento, puede concluirse que en el cuatrienio de la actual administración ha habido estancamiento, o sea se ha comportado peor que en el sexenio de Fox en que sólo se alcanzó un mediocre 2.3 de promedio de crecimiento anual.
Por supuesto que nadie ignora que en estos años se ha registrado la peor recesión, desde 1929, en Estados Unidos, y que este hecho se refleja en la economía mexicana, pero hay que destacar que en vez de intentar disminuir la dependencia de nuestra economía, todos los esfuerzos de política económica (sin mencionar los aspectos estrictamente políticos, en donde la entrega ha sido prácticamente total) se dedican precisamente a intensificar esa dependencia. Así, la economía mexicana cayó en 2009, al igual que la estadounidense, aunque bastante más, y luego cuando la de los vecinos se recuperó un tanto, aquí también nos recuperamos, y ahora que allá se registra una desaceleración, pues aquí también la cifra de crecimiento es menor a la esperada.
Por otro lado, no puede dejar de mencionarse que aparte de lo engañoso de las cifras, incluso cuando hay crecimiento real, las condiciones de los trabajadores mexicanos no han dejado de empeorar desde 1977, pues los salarios reales, es decir, una vez descontada la inflación, han disminuido todos los años, con la sola excepción de un año en el sexenio de Carlos Salinas. No se trata pues, únicamente de “no echar las campanas a vuelo” como advertía el dirigente de Canacintra, sino de tocar a duelo por lo que le está ocurriendo al país y al pueblo de México.



