Japón apostó a la energía nuclear
Alexander Serikov

Como resultado del desastre ocurrido en la central nuclear japonesa de Fukushima, sucedió algo más grave que la emisión de las substancias radiactivas al océano y al aire, algo más grave que la evacuación de las decenas de miles de personas desde sus queridos hogares. Se formó un gran vacío en la política energética japonesa que puso sus esperanzas en el átomo, escribió The New York Times.

Actualmente en el país del sol naciente existen 54 reactores nucleares y se planea construir otros 14 reactores para 2030. Estos planes estipulan aumentar la participación de la energía elaborada con la ayuda del átomo hasta el 50 por ciento de toda la energía producida en el país. En cuanto a las demás fuentes de energía, tales como solares, geotérmicas y de viento, estas producen sólo uno por ciento de la energía consumida en Japón, y las centrales hidroeléctricas, un ocho por ciento. En este sentido el gobierno japonés aseveró que no se negaría el uso de la energía nuclear. Mientras que muchos expertos creen que no sería tan fácil hacerlo. Ellos declaran que lo sucedido en Japón a consecuencia del sismo del 11 de marzo debe obligar al gobierno a buscar otras fuentes de energía para lo cual sería necesario reconstruir su economía. En este sentido el hombre más rico de Japón, Masayoshi Son, prometió aportar 12 millones de dólares para el establecimiento de un fondo para las investigaciones de fuentes alternativas de energía y enfatizó que desarrollar la energía nuclear es un pecado para con nuestros hijos, nietos y generaciones futuras.

Mientras tanto las autoridades japonesas aseguran que la producción de la energía opcional a la nuclear es muy cara ya que requiere además vastos territorios lo que es problemático en Japón, país densamente poblado, y que la única manera de garantizar la producción necesaria de la energía eléctrica en Japón sería el desarrollo de la nuclear.

Pero la situación en la central de Fukushima poco favorece a los planes de la cúpula gobernante japonesa de seguir en el empeño de explotar las centrales nucleares y construir unas nuevas. El operador de la central de Fukushima – Tokyo Electric Power Company (TEPCO) informó que sería necesario corregir la operación “sarcófago de agua”  -es decir proteger la destrucción de los reactores con ayuda del agua- ya que el combustible nuclear derretido quemó varios orificios en el cuerpo del primer reactor y a través de estos orificios sale el agua que fue bombeada para enfriar este reactor. Anteriormente no hubo posibilidad de detectar este imperfecto pero una vez dado el permiso de entrar en la zona de radiación, estos orificios fueron localizados, algunos tienen diámetro de varios centímetros.

Desafortunadamente, el trabajo en la zona radiactiva de la central de Fukushima ya costó la vida a un trabajador que tomó parte en sofocar las consecuencias del desastre. Su misión fue introducir al territorio de la central el equipo que serviría para detener las filtraciones del agua radiactiva. El obrero cuyo nombre no fue divulgado, perdió la conciencia en el lugar de trabajo, fue llevado al hospital donde falleció.

A mediados del mes de mayo se supo que las barras del combustible del primer reactor se derritieron totalmente y fue tomada la decisión de cerrar esta central nuclear durante el período de otoño e invierno del 2011.