No obstante que ya corrió mucha sangre

Caló en lo profundo del calderonismo la Marcha Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, en particular la exigencia de renuncia del secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, y las leperadas dirigidas al presidente Felipe Calderón.

Debido a los gritos de “¡muera Calderón!”, el organizador de la marcha de cuatro días, Javier Sicilia, expresó: “Que no muera, que lo despidan”, por tratarse de una jornada de paz. Estas expresiones de desprecio sólo fueron escuchadas contra Gustavo Díaz Ordaz durante el movimiento estudiantil de 1968.

Algún “opinador” de Televisa minimizó la marcha porque, dijo, acudió poca gente y no había importantes figuras. ¿A quiénes esperaba? ¿A demagogos de partidos políticos?

Sicilia inició la caminata en Cuernavaca con 200 acompañantes y la terminó en el Zócalo con 150 mil. Pero fueron voluntarios, gente que ha perdido a hijos, hermanos y jefes de familia en la “guerra” de Calderón.

Si fueron vistos algunos perredistas o del Sindicato Mexicano de Electricistas, también están dolidos por la pérdida de seres queridos o preocupados por cuanto sucede en el actual sexenio, con saldo de más de 40 mil muertos. Ha corrido mucha sangre.

Vía Internet, la turba de detractores con etiqueta azul se volcó contra Sicilia y quienes, como él, clamaron justicia,  tranquilidad y el pronto regreso de militares a sus cuarteles. El cruce de insultos es de la peor ralea y comentar alguno equivale a batirse en el  lodazal.

Debido a las quejas de madres y padres que han perdido a sus hijos, en las cuales señalaron la complicidad de autoridades con la narcoviolencia, Sicilia planteó la renuncia de García Luna.

Es una demanda para los oídos sordos. Cuando Alejandro Martí espetó en 2008 a los calderonistas que “si no pueden renuncien”, nadie se movió de sus puestos. Igual sucedió a Nelson Vargas, quien expresó el ¡ya basta! tras el secuestro y muerte de su hija.

El lema de “estamos hasta la madre” de Sicilia será otra frase para la historia calderonista, si bien ya trascendió al mundo, debido a las 31 marchas de México y las protestas en Europa, Estados Unidos y América Latina. Seguramente vio Calderón la manta extendida frente a la Puerta de Brandeburgo, Alemania, con la cifra de los 40 mil muertos, de los cuales no se siente culpable.

Terminado el acto en el Zócalo, el secretario de Gobernación, Francisco Blake, adelantó que no habrá retiro de las fuerzas armadas, y el vocero de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, salió a alabar a García Luna, considerado “la parte central del debilitamiento de las estructuras de la delincuencia organizada”.

Mientras Calderón hacía otro viaje a Nueva York, ahora para ser galardonado en la ONU, Poiré dijo que, al inicio de este gobierno, la policía al mando de García Luna contaba con 6 mil 500 integrantes y hoy dispone de 36 mil, de los cuales 7 mil han egresado de universidades.

Poiré, todo un suplicio para los comunicadores, dijo: “Si alguien ha impulsado incansablemente la formación de una policía civil, profesional, ¡apegada a la ley!, bien equipada y con las capacidades de inteligencia que garanticen la seguridad de la población, esa persona es Genaro García  Luna”.

Es la respuesta a Sicilia y a cuantos acudieron el domingo a clamar el fin de la “guerra” y combatir corrupción e impunidad. Todo seguirá igual, hasta el fin del sexenio.

 

 

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