Estela Leñero

Guillermo Vega Zaragoza

Como parte de los festejos del Bicentenario, la Compañía Nacional de Teatro, dirigida por Luis de Tavira, encargó a Estela Leñero la escritura de una obra enfocada a destacar la participación de la mujer en dichas efemérides. Después de dos años de ardua investigación, la autora de Casa llena, La máquina de coser, Habitación en blanco y El Codex Romanoff, entre otras, decidió abordar la vida de tres mujeres de la época de la Revolución Mexicana, mujeres que no necesariamente han sido las más estudiadas o ensalzadas, sino que más bien habían permanecido en la sombra, pero cuyo papel fue fundamental en dicha gesta histórica. De ahí la pertinencia del título escogido por Leñero: Soles en la sombra, con el subtítulo de Mujeres en la Revolución. Se trata de Juana Belén, anarquista, maderista y zapatista, periodista y editora del diario Vésper; de María Talavera, compañera de Ricardo Flores Magón, que mientras éste se encontraba en la cárcel promovió organizaciones comunistas y socialistas; y de Leonor Villegas, directora de la Cruz Blanca, encargada de dar socorro a los heridos en combate sin importar el bando.

La obra se llevó a escena durante una breve temporada, con un destacable éxito de público, en la sede de la cnt en Coyoacán, bajo la dirección de Claudia Ríos y las actuaciones de Luisa Huertas, Mariana Giménez y Emma Dib en los papeles principales. Ahora se encuentra en librerías el texto de la obra, como parte de los Cuadernos de Repertorio, en colaboración con la Editorial Jus, colección con la que se acerca al público la escritura teatral que va conformando el acervo de la cnt.

Además de fotografías del montaje y una útil cronología, el libro incluye textos de la periodista Alegría Martínez donde se plasman las ideas de la autora y la directora en relación con la obra. Leñero explica que buscó personajes diferentes para crear un caleidoscopio de tres mujeres que, aunque no se conocieron en vida, en la ficción escénica tienen un destino compartido, ya que se entregaron al ideal de un mundo mejor, más justo. “El teatro es el medio idóneo para jugar con el tiempo y creer que existe un no tiempo o un espacio mitológico donde estas tres mujeres se enfrentan y reconocen”, afirma Leñero. De esta forma, la obra está armada en forma fragmentaria, donde la realidad se yuxtapone en dos tiempos diversos y conviven dos planos de realidad, a fin de tratar de responder a preguntas fundamentales: ¿qué hicimos?, ¿valió la pena?, ¿en qué acabamos?

El teatral es un fenómeno colectivo, aunque el acto creativo del dramaturgo sea individual, enfrascado en dar vida en el papel a personajes que luego existirán a través de los actores. En el caso de Soles en la sombra, la directora Claudia Ríos destaca en el libro que los integrantes de la cnt contaron con “una absoluta colaboración” de la autora para “trabajar el texto como un elemento dinámico y no como algo cerrado e intocable”.

Por eso llama la atención que en alguna crítica malintencionada se haya puesto en duda la integridad de la obra escrita por Estela Leñero. En principio, tendría que ser de mínima honestidad haber asistido a una función y haber leído el texto, y no sólo hablar “de oídas”, como aseveró la desencaminada crítica. Si las aportaciones hubieran sido tantas como para modificar la totalidad de la obra, no hubiera habido empacho en anunciarla como “versión libre”. Pero no fue así.

Desde luego, actores y directores enriquecen las obras y establecen un diálogo con los escritores y las circunstancias de la escenificación. Si es posible que el autor aún viva y acepte incorporar las adiciones y mejoras propuestas en bien del fenómeno teatral, qué mejor. Pero hay que dejarlo claro: sin obra no hay teatro. Y en el caso de Soles en la sombra estamos ante una obra excepcional, con una acertada dirección, llevada a escena por el mejor cuadro actoral de nuestro país. El público así lo reconoció y de seguro lo seguirá haciendo cuando se reinicie la puesta en escena por parte de la cnt.