El 30 de abril de 1956 se inauguró la Torre Latinoamericana en la confluencia de las avenidas San Juan de Letrán y Madero, en el centro de la ciudad de México.
Fue un hito en la historia de la arquitectura e ingeniería mexicanas así como del Distrito Federal.
Para su época, fue el edificio más alto de todo México y de Latinoamérica y fue, en el fondo, la coronación del llamado desarrollo estabilizador, el programa y proyecto histórico de impulsar una economía de sustitución de importaciones y estabilidad en la paridad monetaria.
Gobernaba el presidente de la corbata de moñito, Adolfo Ruiz Cortines, y México ya gozaba de una paz social que trajo consigo la institucionalización de la Revolución Mexicana. Los olores a pólvora se habían disipado y la lucha por el poder se ejecutaba a través del partido oficial.
Un edificio de las magnitudes de la Torre Latinoamericana, 48 pisos, de cristal y acero, era el mejor ejemplo de que México entraba al camino del desarrollo.


