Hank Rhon
Acopio de armas es el delito del que se acusa al empresario del juego y ex alcalde priísta de Tijuana, Jorge Hank Rhon aunque la mayoría de los mexicanos tenemos la certeza que bien podría ser procesado por otros muchos y más graves delitos. Pero en su detención y consignación de la semana pasada no se ven afanes justicieros puros o, dicho de otro modo, puros afanes justicieros. Contra este icono de lo que fue el PRI en el poder procedió el panismo gobernante por presiones de Estados Unidos (que le retiró la visa hace dos años y cuyas agencias FBI, DEA y CIA lo investigan por delincuencia organizadas y lavado de dinero desde hace diez) y aprovechó, de paso, para socavar la ventaja tricolor que le impedirá ganar el Estado de México y que amenaza con echarlo de Los Pinos en las presidenciales del año entrante. El PAN-gobierno procedió, pues, para complacer a su amo y para sacar ventaja electoral de un personaje éticamente indenfendible y merecedor, sin duda, de estar en la cárcel.
Así que Felipe Calderón se decidió finalmente a jalar el gatillo contra el PRI. No lo hizo, como corría el rumor, contra un ex gobernador de ese partido, aunque esa posibilidad no debe desacartarse por completo. Pero lo hizo contra un personaje emblemático del viejo priísmo. La lógica de su ecuación: PRI=corrupción y delincuencia. El mensaje: no se permita su regreso al poder.
La versión oficial dice que una denuncia ciudadana alertó a los militares de la presencia de hombres armados, pista que los llevó a la residencia de Hank en Tijuana, a la que ingresaron, alegando flagrancia, para encontrar 88 armas de fuego, 49 de las cuales son de uso exlcusivo del Ejército.
Hank Rhon asegura que esas armas no eran de él y que se las sembraron. Y el vocero del Consejo Nacional de Seguridad, Alejandro Poiré, dice que Calderón ni estaba enterado ni ordenó el operativo. ¿Usted le cree a Poiré?, yo tampoco. Aceptar su dicho sería tanto como asumir que el Ejército actuó sin informar del operativo a su comandante supremo.
La procuradora Marisela Morales —la misma que en el gobierno de Fox y con Rafael Macedo de la Concha como jefe operó las acusaciones penales que culminaron con el desafuero de López Obrador— salió de inmediato a decir que no había intenciones políticas detrás de la detención de Hank y que por eso no se solicitaría arraigo y se procedería en los términos de ley. El simple hecho de negar que haya politización de la justicia desvela tales intenciones y si no hubo arraigo es porque DEA, FBI y CIA han aportado evidencia sólida para que un juez federal le inicie proceso, cosa que seguramente ya habrá pasado al momento que usted lea estas líneas.
sPor sus antecedentes y negocios al filo de la legalidad, Hank Rhon, le decía, es éticamennte indefendible. En el imaginario popular es un pillo, alguien que igual que su padre, el profesor Carlos Hank González, hizo multimillonarios negocios al amparo del poder político priísta. Pero Calderón procede en su contra inspirado en la intención de hacer justicia sino a partir de un cálculo político. Es capaz de eso y más según afirma alguien que lo conoce muy bien y no precisamente porque sea su amigo. Me refiero al ex presidente del PAN y hoy expulsado de sus filas Manuel Espino, quien aún siendo adversario de la corriente blanquiazul que postuló a Calderón y obstaculizado por el círculo cerano del hoy Presidente, lo llevó, haiga sido como haiga sido a la silla de Los Pinos.
Muy cercanas están las elecciones en el Estado de México y el candidato del PRI, Eruviel Avila tiene en las encuestas poco más de 50 por ciento de las preferencias, le sigue el del PRD Alejandro Encinas con 21 por ciento y en tercer sitio el del PAN Luis Felipe Bravo Mena con 17 por ciento.
El relanzamiento de su campaña —que no fue otra cosa que orientar sus baterías contra Encinas con tal de no ser arrojado al tercer lugar en el Estado de México— coincidió con la detención de Hank Rohn.
Tenga por seguro que no fue casualidad si nos atenemos a aquella consigna que asegura que en política lo que parece es.
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