En un ambiente de vodevil


En 17 años México ha pasado de una cultura del destape político a otra del vodevil electoral. Hace menos de 3 sexenios, los mexicanos, todos, los que no gustan ni participan de los partidos políticos, los activistas, los detractores, los de la siempre presente sociedad civil, los de la academia, los periodistas, los que destinan su interés a cosas y causas diversas, conocíamos el nombre del siguiente presidente a través de un anuncio, de un destape. El mandatario en turno y siempre el PRI nos condicionaron a ello.

Con pequeñas variaciones, algunas simulaciones y poco más, esperábamos el anuncio, a que los sectores del partido se pronunciaran por fulano o zutano como la persona idónea para continuar con los postulados revolucionarios. Las fuerzas “vivas” corrían entonces en tropel, con mantas, con acarreados a manifestar su júbilo por la coincidencia de visión, por la buena nueva recién anunciada, pero en la que todos, curiosamente, coincidían.

Ernesto Zedillo fue el último presidente por dedazo presidencial. Apenas Zedillo! Labastida lo hubiese sido igual, pero no ganó y a partir de ello todo cambió. Para la siguiente elección en 2006 el presidente panista en funciones ya no pudo o supo designar candidato, Fox quería que fuera Santiago Creel, su partido eligió a Calderón.

En el PAN y a pesar de haber llegado al poder, se mantiene el método de que sean los militantes y adherentes los que designan al candidato. Suman casi 1 millón 800 mil. Ni con Felipe Calderón, que ya fue presidente del partido y opera con el oficio que Fox nunca tuvo, se ve definido el que logré imponer a Ernesto Cordero. Puede ser también que Cordero sea un proyecto y no el único. Pero lo cierto es que hay grupos al interior del PAN que abiertamente piden y operan contra la intervención de Los Pinos en el asunto.

En el PRD y su joven presencia en el panorama electoral, la decisión ha corrido por la vía más obvia, la Jefatura de Gobierno del DF es y ha sido la plataforma natural de posicionamiento y poder. Cuauhtemoc Cárdenas en 2000 y Andrés Manuel López Obrador en 2006. Si dos casos hicieran costumbre, entonces el siguiente sería Marcelo Ebrard, pero…

Hace apenas menos de 2 décadas había un solo anuncio. El juego era atinarle al tapado. Hoy los usos y costumbres han cambiado de manera drástica. Ni el partido en la presidencia ni los demás saben ya de destapes.

Hoy en el PRI el mejor posicionado es Enrique Peña Nieto pero hace apenas dos semanas las encuestas de GEA-ISA primero, y la de Consulta Mitofsky después ya ubican a Manlio Fabio Beltrones como potencial candidato con posibilidades de triunfo. En ambos sondeos se parte de la premisa de que es el PRI el que lleva la delantera como partido político, con Peña ganarían de calle, pero ahora meten a Beltrones y resulta que también es viable. Peña es el mejor perfilado, pero a un año de las elecciones no todo está amarrado.

En el PRD la cosa está más clara, hay de dos, o es Marcelo o AMLO termina su obra, por la que ha trabajado desde el fin del plantón en Reforma y repite como candidato de una alianza izquierdista-progresista. Se hacen apuestas porque todavía no hay nada seguro. Casi, pero no todavía.

Y en el PAN, partido en el poder, la costumbre del destape se ha vuelto un carrusel de anuncios, intenciones y adhesiones. Los primeros fueron Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota. Por su posición de legisladores ambos arrancaron antes, conocen el partido y en él trabajan. En el gabinete los mencionados caminaron cual equilibristas, cuidando no ganarse el encono presidencial, pero ahora ya corren los grandotes y los chiquitos.

Ernesto Cordero es el favorito de la casa presidencial por el momento. Con él y para él trabajan asesores, el ex vocero presidencial Max Cortázar y afamados operadores electorales en el PAN. Alonso Lujambio ya está suelto, Javier Lozano se apunta, los momios no le favorecen, pero dice el refrán que para pegar en el corazón hay que apuntar a la cabeza, si no es la presidencia ¿qué tal el senado? Heriberto Félix Guerra parece que ya no arrancó, no se le ve apoyo ni dentro de Sedesol ni de Los Pinos. Y Emilio González Márquez, el gobernador de Jalisco se apunta del lado del bloque conservador, bueno, ultraconservador del PAN. Etilio puede desafiar la voluntad presidencial, quiere ser el estandarte de los grupos duros y ortodoxos del panismo. En el PAN hay más dudas que certezas. Y falta un año para la elección.

La incertidumbre es parte consustancial de la democracia. No estábamos acostumbrados.

 

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