Editorial que traiciona el manejo de la información
La|indignación es la pólvora de toda explosión social.
Stephane Hessel
Alejándose de los valores que afirma difundir, el semanario católico arquidiocesano, Desde la Fe, traiciona sus principios editoriales al manipular la información en aras de sustentar su animadversión al Gobierno del Distrito Federal y al Partido de la Revolución Democrática, al que le augura una derrota similar a la sufrida por el Partido Socialista Obrero Español en las pasadas elecciones ibéricas.
Bajo el título de “Dura lección histórica”, en el número correspondiente al último domingo de mayo pasado, el editor abiertamente omitió cumplir con el compromiso de constituir una fuente de información fiable, así como el de ofrecer temas de interés con la veracidad y oportunidad posible, que sustentan dentro de los valores editoriales de la publicación, los principios de confiabilidad y compromiso.
Escamoteando con la habilidad que le es propia, el poder clerical utiliza el editorial para lanzarle una admonición al gobierno de la capital, al advertirle que “más (le) valdría aprender con humildad las lecciones de otros, que continuar con mirada soberbia un camino hacia el desastre” y fulmina a la administración perredista de generar “un falseamiento en la conciencia de los más jóvenes a través de leyes injustas y equivocadas en su valoración de la vida y la persona humana”.
Esta opinión permite al apologista de la doctrina de la Iglesia enlazar su particular análisis sobre los sucesos que han cimbrado la sociedad española, afirmando que en ese reino “no solo los jóvenes se han pronunciado en contra de un laicismo mal entendido”, ignorando dolosamente con tal aserto que precisamente el 8 punto del Pliego de Demandas del popular movimiento ¡Democracia Real Ya! 15-M, exige la “desvinculación verdadera entre la Iglesia y el Estado, como lo establece el artículo 16 de la Constitución” (española), coincidiendo en ello con la defensa del Estado laico —sin adjetivos—, legada por los liberales mexicanos del siglo XIX.
A fin de abordar los aspectos económicos, el panegirista –—omitiendo deliberadamente cualquier mención al periodo de los derechistas del Partido Popular tan afectos al poder clerical— imputa a las tres décadas del poder socialista, una “orientación económica populista que se ha dedicado a multiplicar, fuera de toda proporción, privilegios y dádivas para algunos grupos, en demérito de otros, y a costa de un endeudamiento público que está llevando a las finanzas españolas a la bancarrota”.
Abdicando al valor editorial de comunión y de servicio que pregonan la búsqueda de causas espirituales para el bien de la comunidad católica, y en lugar de reflexionar en torno a los dictados de justicia social intrínsecos a las enseñanzas de Jesucristo, el publicista clerical hace coincidir las descalificaciones vertidas a la política económica española con “la línea de gobierno seguida en los últimos años en la ciudad de México”, sentencia que le permite rubricar su perverso anhelo de que en 2012 la izquierda pierda la conducción de esta ciudad, incurriendo por enésima vez en la violación a lo dispuesto por el inciso e) del artículo 130 constitucional.
Evidentemente, el autor de tal editorial rehuyó al aporte social generado por el movimiento social que originó en las plazas españolas la resistencia contra temas tan espinosos para la propia Iglesia como la entronización del poder del dinero por sobre los valores fundamentales del hombre, realidad que ha sido materia milenaria de profundos conflictos entre la esencia del cristianismo primitivo y el sustento de la corporación clerical.
Pudiendo haber abordado alguna de las razones que ha movido a cientos de miles al llamamiento a una verdadera insurrección pacífica que convoca a recuperar un horizonte para nuestra juventud que elimine “el consumismo de masas, el desprecio a los más débiles y de la cultura, la amnesia generalizada y la salvaje competencia de todos contra todos” para recuperar la ética, la justicia y la estabilidad duradera, como a sus 93 años visualiza Stephane Hessel, autor del libro del momento, Indignez-vous!, e integrante del equipo redactor de la Carta de los Derechos Universales del Hombre de 1948.
La omisión del articulista católico comprueba el rechazo del poder clerical al espíritu que anima a esos millones de indignados e indignadas que en el mundo reclaman no transigir con sus derechos e inconformarse —provenga de donde provenga, y en ello se incluye al mismo clero— ante cualquier violación, provocando nuestra indignación como detonante de la explosión social transformada en resistencia pacífica, tal y como lo propone Stephane Hessel.