Samuel González Ruiz/Ex titular de la Siedo


Irma Ortiz

Samuel González Ruiz, ex titular de la Siedo, especialista en seguridad nacional, habla a Siempre! sobre la lucha fracasada contra las adicciones y el cuestionado combate al narcotráfico y a la delincuencia organizada.

Es un buen momento para la reflexión, para distinguir las distintas posiciones y problemas. Una cosa es el narcotráfico y otra la adicción a las drogas como parte de un proceso, otra muy distinta es la lucha contra la delincuencia organizada. Recientemente algunos líderes sacaron un informe muy importante, hace dos o tres semanas, en el cual sostienen críticas a la lucha contra las drogas en general y la llaman por su nombre: un fracaso, en términos generales, por la violencia que ha producido, por la debilidad de los estados que ha generado.

La guerra contra las drogas, desde mi perspectiva, no se puede ganar, es ridículo ganarle la batalla a las drogas por sí misma, porque es como declararle la guerra al agua o la comida. Tratar de criminalizar a todos los usuarios de la manera en que se está haciendo en algunos estados, es poco menos que imposible e irrisorio y no da resultados.

Quisiera distinguir entre eso y la lucha contra la delincuencia organizada. Un Estado no puede dejar de hacer la lucha contra la delincuencia organizada. La guerra contra el narcotráfico no la va a poder ganar nunca, la batalla contra la delincuencia organizada la tiene que ganar en el sentido de controlar la delincuencia organizada. Es controlable, con un Estado fuerte, capaz de imponer el orden, de administrar justicia, otorgar seguridad pública e impedir que haya secuestros extorsiones, trata de personas, robo de vehículos.

No a la legalización de las drogas

No estoy a favor de la legalización de la droga, estoy a favor de mecanismos de regulación. Regulación quiere decir generar experimentos que permitan la suministración controlada de ciertas sustancias en ciertos tipos de ambientes que de todas maneras, los adictos iban a conseguir de otra manera. Es un proceso en el cual tenemos que combatir la adicción, igual que hay que combatir el alcoholismo y el tabaquismo.

Déjeme hacer un paralelismo. Nuestro cuerpo recibe el ataque de distintos virus y bacterias, tiene que destruir células cancerígenas y lo tiene que hacer todo el tiempo. De la misma manera es el combate contra las adicciones para tratar de disminuir al máximo que existan esos fenómenos. En el caso de la delincuencia organizada sucede lo mismo, si uno no ataca la criminalidad, ésta va a terminar por comerse a las instituciones y es lo que ha estado pasando en nuestro país.

Hay que distinguir entre los narcotraficantes y el narcotráfico. El problema de las adicciones y la lucha contra la delincuencia organizada. En esta última, el Estado la requiere, porque implica el control del uso de la fuerza, significa la seguridad de las personas y tiene que aplicar la ley. Es uno de los elementos, no el único, a lo mejor no fundamental, pero sí uno de los más importantes que tiene el Estado.

Hay que ver el problema de la adicción de las drogas desde todos los aspectos. Cuando estudiaba en Italia, de 1985 al 1989, hubo la epidemia de la heroína. Era impresionante ver a la cantidad de adictos que había en Europa, miles en las calles que consumían heroína.

Es una droga muy dura que lleva aparejado mucho sufrimiento para la familia. Había una alta tasa de homicidios entre las familias de heroinómanos, que robaban para consumir drogas, hubo una buena cantidad de delitos asociados a las adicciones.

Había un gran dolor de las madres que muchas de ellas sufrían la pérdida de sus hijos por la sobredosis. Estamos hablando para que vean los niveles de que el número de muertos en Italia era de mil al año, cuando yo estudiaba, se murieron cerca de 3 mil, 4 mil personas, igual pasaba en España o en Francia. Eran niveles muy altos y el daño colateral que causaban en materia de estructura social, era muchísima.

Aquí en México se vivía la situación de una manera distinta en los ochentas y noventas, era un fenómeno que se daba precisamente mediante la corrupción y la violencia que iba hacia los Estados Unidos. El problema se complicó a partir del año 2000 en adelante, cuando crecieron también por los problemas de los Estados Unidos seguramente mucho los mercados internos mexicanos y ahora tenemos este proceso de violencia, que es altísimo.

Combate al narcotráfico

Fue una guerra contra la delincuencia organizada, en donde el gobierno no tuvo la precaución de saber qué iba a tocar. Pensó que con su estrategia iba a ganar de una manera muy rápida y no entendió cómo el enemigo en este caso, en una guerra declarada, iba a reaccionar. Y ha reaccionado con mucha violencia en muchos aspectos del país, teniendo daños estructurales muy importantes para la sociedad.

Déjeme recomendar a los lectores de la revista Siempre! un libro que compré la semana pasada en Estados Unidos, que se llama El sicario, la autobiografía de un asesino mexicano, el texto está en inglés, aún no se ha publicado en español.

Es la historia de un sicario de Chihuahua, cómo creció, se desarrolló y cómo se insertó en las policías locales. Describe con una gran fineza y precisión los modus operandi. Una de las frases que dice es que los narcotraficantes y los criminales organizados se nutren de los policías enseñados en las academias del país, porque ingresan algunas personas dentro de la estructura y una vez que ingresan en la estructura replican ciertas acciones. Ahí está la respuesta dada por una gente de adentro de por qué estamos como estamos.

Este Congreso donde estamos hoy —Cámara de Diputados— le ha dado muchísimos recursos a la seguridad pública, pero se los ha dado sin un control de a quién se los da. Si tenemos policías que no están certificadas, les damos armas y capacitación, ¿a quiénes capacitamos?, a nuestros enemigos.

Cuando criticamos la política del gobierno federal —porque por esta Cámara y esta política pasaron las decisiones de 2007 y 2008— nos referimos a que esas políticas que les dieron más dinero para la seguridad pública, y que se gastó sin ton ni son, lo único que hicieron fue fortalecer a la delincuencia organizada.

Cuando criticamos al gobierno federal, nos referimos a cómo era posible que no hubieran entendido y no hubieran siquiera desarrollado una idea de lo que iba a pasar si no limpiaban a las policías antes de darles armas largas, equipos, radios e introducirles después sistemas de inteligencia.

A los únicos que fortalecimos fue a la delincuencia organizada, pagado todo con el dinero, ¿de quién?, de los mexicanos autorizados por este Congreso. Esa es la crítica.

La situación en la que está México fue originada precisamente por la falta de cálculo de quien tuvo capacidad de decidir.

El futuro, afortunadamente, no lo veo tan complicado; porque lo que se requiere es que todos estos aspectos que ya tenemos sean realmente incorporados en una verdadera política que impida que los delincuentes organizados usen los recursos del Estado para terminar con ellos. Esperamos que pronto podamos ver acciones de reversión, pero éstas no se van a dar solas, solamente se darán si somos capaces de estructurar una política completa.