Emilio Alvarez Icaza/Ex ombudsman del DF
Moisés Castillo
Por un momento, el Pacto Ciudadano por la Paz y la Justicia y Dignidad (Pacto Ciudadano) quedó huérfano.
La noche del 11 de junio se leyó el documento alcanzado por la Asamblea Juarense y la Caravana del Consuelo, encabezada por el poeta Javier Sicilia. Todo mundo creyó que era la firma del Pacto Ciudadano, por lo menos así se presentó en los medios y lo asumieron las organizaciones juarenses, que entre otras cosas exigían el regreso inmediato del ejército a los cuarteles.
Sin embargo, un día después en El Paso, Texas, Sicilia y su comitiva convocaron a una conferencia de prensa para precisar que no forma parte del Pacto Ciudadano el repliegue de los militares y que lo leído en la Plaza Benito Juárez es sólo la “relatoría” de las nueve mesas de trabajo que se instalaron, por lo que el acuerdo real ya fue presentado el pasado 8 de mayo en el Zócalo de la ciudad de México. El convenio estaba en el aire o había dos versiones. La confusión total.
Sensiblemente cansado, Sicilia afirmó que lo sucedido fue “un error que ha causado escozor” y que pedir el retiro de los militares de las calles sería “atroz”.
Una semana después, la mayoría de los integrantes de las mesas de diálogo se sienten “agraviados, traicionados y frustrados”.
Por su parte, la Caravana del Consuelo desconoce ese punto y otros como el juicio político a Felipe Calderón.
Tiempos y formas
Para Emilio Alvarez Icaza, ex ombudsman del Distrito Federal, es imposible aceptar la desmilitarización instantánea y mucho menos que sea una condición para el diálogo.
El defensor de los derechos humanos afirmó que la agenda que está construyendo el movimiento debe abrir puertas que son las víctimas, y “hay que atenderlas y visibilizarlas [sic]”.
Alvarez Icaza llamó a los inconformes a privilegiar el sentir general de la población y evitar agendas ideológicas y particulares que sólo provocan división.
“Si quieren construir agendas ideológicas —dijo—, pues vamos mejor reclamando que la justicia resuelva los casos pendientes. Vamos exigiendo que no existan más víctimas. Los seis temas del Pacto Ciudadano están ahí: fin a la estrategia guerra y asumir un enfoque de seguridad ciudadana, que tiene que ver con la desmilitarización”.
¿Por qué esta polémica de la firma del Pacto Ciudadano? ¿Qué sucedió en Ciudad Juárez?
El asunto de pasar de la movilización al movimiento tiene sus tiempos. A Juárez llegamos a discutir con diversos actores y justamente por la complejidad de la reunión y la diversidad de los actores, se aclaró que eso era una presentación de carácter preliminar. Había mucha información de las mesas que tenían que ser analizadas, procesadas y discutidas. Claro que existe la necesidad de construir algo más adelante, que será la Declaración de Juárez que contenga todo lo ahí presentado.
Estamos de acuerdo en la desmilitarización del país, no queremos el ejército en las calles o militares desempeñando funciones de seguridad pública, pero se tienen que valorar los tiempos y formas.
En algunos lugares, retirar el ejército sería absolutamente irresponsable. Hay lugares como Tamaulipas, donde la gente dice que cuando está el ejército puede comprar víveres. Hay otros lugares que si se retirara el ejército significa entregar el territorio a la delincuencia. No se puede partir de las relatorías como una posición del Pacto Ciudadano.
Sin embargo, existe molestia de las organizaciones que participaron en las mesas de trabajo.
Hay que entender la diversidad, porque tampoco se puede jugar a una cosa que no se acordó. Lo que se acordó fue que el documento era de carácter preliminar y de una construcción posterior. También a esas personas hay que decirles que se deben respetar los acuerdos, hay que recordarles bajo qué óptica se convocó, porque si es a partir de la imposición de las agendas particulares no se puede construir nada. Ahora, si esos grupos ponen por delante la inmediata salida del ejército están en su derecho y pueden empujar eso en la agenda, sin duda.
Hay gente que puede tener muchas expectativas y hay que hacer el ejercicio de acercar esas ambiciones lo mejor posible.
Mucho agravio
¿Los descontroló este “error”?
Hay que entender el contexto. Hay que entender Juárez, existe mucho agravio. Algunos muchachos cuando llegamos se lanzaron contra la policía y unas expresiones de odio y dolor. Hay que entender que para algunos actores de Juárez es una demanda muy sentida y así es, pero también hay que escuchar lo que piden otras personas.
Para otros actores, la desmilitarización no es la agenda inmediata, para muchos es que su hijo aparezca con vida. Se ha dicho en todos los tonos que nos vamos a sentar con los poderes públicos para exigir que cumplan nuestras demandas. Hay quienes dicen que no, que la desmilitarización es condición para el diálogo, eso no va a pasar.
¿Viste una Ciudad Juárez dolida?
Entendiendo su nivel de agravio, pero hay que decir que no todo el país es Juárez. Hay que ser sensibles con Juárez, por eso fuimos allá. Si alguien hizo ese esfuerzo fuimos nosotros. Y para eso fue allá la caravana. Hay que decirles que el ejército no está en las calles, pero piden su salida. Está la policía federal, pero el grito de exigencia tiene que ver más bien con un reclamo a la falta de justicia.
Hay quienes nos decían que más del 60 por ciento de los comercios están cerrados, el INEGI indica que el 25 por ciento de las viviendas en Juárez están abandonadas, cuando el promedio nacional es del 14 por ciento.
El día que llegamos se acercó una señora que decía: “Mi hija no aparece desde el martes”. Siguen desapareciendo mujeres en Juárez. El dolor continúa.
¿Existen riesgos de que el movimiento se desvirtúe?
Hay que dar claridad a lo que sigue y cómo proyectaremos la agenda con una multiplicidad de actores diversos. Iremos procesando lo que salió de Juárez sin perder lo que hemos construido. Esperamos tener la capacidad de entendimiento y, al mismo tiempo, dialogar con los poderes, atender las víctimas y preparar otras actividades. Eventualmente pueden ser otras iniciativas, que nos permitan orientar la visibilización de los agravios.
Movimiento ciudadano y pacífico
¿Coincides con analistas y columnistas de que se infiltraron los radicales?
Hay quienes tienen esa lectura. Este es un movimiento público sometido al escrutinio público. El movimiento y su proceso está siendo sujeto de interpretaciones y presiones y jaloneos.
Hay quienes quieren llevar agua para su molino, esto es un hecho y una realidad. Justamente donde creemos que están las anclas es entender que es un movimiento ciudadano, pacífico y por la no violencia. Es un movimiento que tiene su epicentro en las víctimas. Tenemos en puerta lo de la reforma política, hay que empujar ese tema en la agenda. Además hay que hacer un ejercicio para empatar expectativas y realidades.
¿Cuál es tu balance de la llamada caravana del consuelo?
Más allá de los 3 mil kilómetros de recorrido, más allá de las 15 ciudades en las que estuvimos, más allá de que se movieron muchas organizaciones para recibirnos, esta caravana nacional tomó el pulso del dolor del país. La caravana visibilizó el dolor, la indiferencia de autoridades, las debilidades del Estado mexicano en sus tres niveles de gobierno. Mucha gente se atrevió a hablar gracias a la caravana.
La caravana generó una condición para poner en evidencia más allá de los números y la estadística, las historias de las personas agraviadas. Muchas mujeres que de una manera desgarradora nos dieron testimonios de la pérdida de sus hijos, de los desparecidos. Hay una agenda brutal en esa dimensión, casos muy dolorosos.
¿La constante es la ineficacia de las autoridades para aplicar la ley?
Es agraviante, porque cuando ves que las familias dan información, es decir, hacen la investigación que tendría que hacer la autoridad y no pasa nada, se presenta una revictimización. Nos pasó en Nuevo León: después de la recepción de la caravana, tuvimos la reunión con el procurador para preguntarle sobre nueve casos y había investigaciones que tenían un año sin mover nada.
Le decíamos al procurador que no sólo queremos saber qué pasa en las pesquisas sino cuál es el reporte. Queremos que se investigue al que no investiga. Sanción a quien no cumpla funciones de protección y seguridad, que implica entender que la seguridad y la justicia son un derecho.
No queremos sustituir las instituciones
Después de la caravana, ¿qué?
Lo que sigue es saber cómo construimos los espacios de participación ciudadana para romper el miedo. La caravana se va pero ahí siguen los narcos, la violencia, los poderes fácticos y las instituciones que no responden.
A los que dicen qué sigue, les preguntamos: tú qué pones. Porque desde la comodidad de la crítica se puede decir muchas cosas, como si éste no fuera su país. A veces se habla de este país y cuando hablamos de nuestro México.
Por otro lado, hay quien cree que en este país dialogar es claudicar, y eso pasa porque el diálogo es un valor de la democracia pero no es una práctica. Que quede claro: a nosotros no nos toca sustituir las instituciones del Estado, nos toca exigir que funcionen, reclamar el lugar de la sociedad dentro del Estado.
Una segunda fase es seguir con acciones simbólicas que visibilicen las víctimas. Así como se puso la placa de Marisela Escobedo enfrente del Palacio de Chihuahua, que inclusive la autoridad en lugar de acompañar el acto, decía que estábamos dañando el patrimonio, porque se quitaron dos pedazos de adoquín. Vamos a ir a otras plazas para visibilizar a los 40 mil muertos.
¿Hasta el momento estás satisfecho por lo alcanzado?
El solo hecho de visibilizar las víctimas me da una enorme sentido de esperanza. Romper el aplastamiento en muchos lugares para que se conozca la historia y generar condiciones para que se vaya exigiendo el cumplimiento y protección a las víctimas, eso es profundamente esperanzador.
La caravana ha sido una experiencia profundamente dolorosa, pero a su vez una experiencia esperanzadora y que marca un rumbo. Insistimos por eso en los seis puntos del 8 de mayo: verdad y justicia; fin a la estrategia de guerra; combatir la corrupción y la impunidad; combatir la raíz económica del crimen; atención de emergencia a la juventud y democracia participativa.


