Previo al arresto del millonario Jorge Hank Rhon, el presidente Felipe Calderón decretó el Día del Policía, cuyo evento fue una demostración de fuerza; y el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, otorgó calidad de héroes a sus 35 mil subalternos.

Mediante el desfile de uniformados de la Policía Federal, del escuadrón antibombas, de unidades de operaciones tácticas, explosivos y antimotines, y la exhibición de poderosas armas, se quiso destacar la fuerza del material humano y bélico calderonista.

Paradójicamente, Milenio Noticias había informado horas antes de los 40 mil 710 homicidios relacionados con el narcotráfico, en este sexenio. Pero el primer mandatario insiste en la superioridad de las Fuerzas Armadas sobre la delincuencia organizada, como él la llama.

Fue notorio para quienes reseñaron dicho evento que los más de 4 mil elementos de la Policía Federal Ministerial, dependiente de la Procuraduría General de la República, no fueron tomados en cuenta en la inauguración del Día del Policía y menos se mencionó a los agentes y uniformados de organismos estatales y municipales. ¿Es la Policía Federal de exclusividad presidencial?

Es claro que el presidente Calderón sustenta su gobierno en el Ejército, la Marina y la policía al mando de Garcia Luna. Está decidido, como tantas veces se ha dicho, a consolidar esa fuerza hasta el último día de su gobierno, contra delincuentes y posibles adversarios de la política.

EL poeta Javier Sicilia, quien se convirtió en luchador social tras el asesinato de su hijo e inició la Caravana del Consuelo, de Cuernavaca a Ciudad Juárez, aseguró a su paso por Toluca que bajo la lógica actual “se construye un Estado autoritario y militarizado, el cual desplaza a los ciudadanos”.

Tiene sentido la observación de Sicilia, vista la fuerza castrense y policiaca en torno al Presidente y el arresto de Hank Rhon sin órdenes de aprehensión y cateo durante la irrupción violenta a su domicilio.

La primera versión oficial sobre la detención del propietario de cientos de casinos y del Hipódromo de Agua Caliente, fue que los soldados procedieron, como lo hicieron, con base en una “denuncia anónima”.

Si alguien reporta a presuntos traficantes de drogas pudiera justificarse la acción militar de Tijuana, la madrugada del sábado 4 de junio, pero no es el caso de Hank Rhon porque fue alcalde de aquel municipio y la gente de ese lugar lo conoce plenamente y sabe dónde vive.

No se trata de un arresto común y lo debió ordenar el presidente Felipe Calderón porque el Ejército sólo acata órdenes de su “jefe nato” y el detenido no es un delincuente común. Es un individuo que tal vez ha tenido nexos con el bajo mundo e incluso se le relaciona con el homicidio del periodista conocido como El Gato Félix, del semanario Zeta, pero esto es otra cosa.

Según el reporte militar, a Hank le fueron encontradas en su domicilio 88 armas, 40 de las cuales son del uso exclusivo de las fuerzas federales. El detenido afirma que esos artefactos bélicos no son suyos y le fueron sembrados, tomándole fotografías con los mismos.

Al final de cuentas, Hank Rhon sólo fue consignado por el delito de acopio de armas, el cual podría desbaratarse si se comprueba que los militares le sembraron los artefactos bélicos.

¿Quién o quiénes mienten? Ahí está la palabra del empresario de las apuestas contra la del gobierno. Por lo pronto, quedó la idea de un acto de intimidación política. Las instituciones y las fuerzas políticas de este país no deben permitirlo porque caeríamos en el totalitarismo, como lo advierte Sicilia.

Por doquier se pregunta la gente si la presencia castrense en la guerra calderonista contra las drogas y el poder otorgado a la Secretaría de Seguridad Federal conducen al militarismo.

 

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