Pensamiento a fondo
Patricia Gutiérrez-Otero y Javier Sicilia
Una fuerza misteriosa e inefable penetra todo cuanto existe. Yo la siento, aunque no la vea. Esa fuerza invisible se hace sentir, a pesar de la imposibilidad en que me encuentro de probar su existencia.
Gandhi
¿Qué diría Mahatma Gandhi si viviera hoy, en estos días en los que lo que él veía en su mundo como una semilla destructiva se ha vuelto realidad? Quizá seguiría diciendo que hay que buscar la verdad. Esa luz que lo guió siempre. No la verdad científica ni la filosófica, sino la verdad que uno aprehende por intuición, por apertura de la conciencia y que dirige el actuar recto, por eso buscar y encontrar la verdad antecede a la acción no-violenta. Sólo quien logra estar en contacto con la verdad puede ser no-violento porque no actuará de manera reactiva, ni responderá con odio, aunque en última instancia la verdad le diga que tiene que ser violento hacia otro que no sea uno mismo, por ejemplo, para defender al débil (algo que el Mahatma —alma grande— aceptó como posibilidad, aunque siempre supo que ése no era el camino). No cualquiera puede ser un satyagrahi, el ser humano que se adhiere a los principios de la lucha no-violenta, pues debe tener un gran trabajo personal para mantenerse fiel a lo que percibe como lo verdadero y estar sostenido por una fuerza que implica fidelidad a lo que uno sabe y que sostiene la lucha no-violenta: los satyagrahi en su amor por la verdad pueden aceptar el sacrificio que les pide la acción guiada por su conciencia.
¿Qué mejor que volver a escuchar las sabias palabras de un hombre que murió por seguir la verdad? Gandhi fue asesinado por un hindú enfadado por su apertura hacia los islámicos. “¿En qué signos se reconoce que uno quiere unirse con el Dios de la verdad? Libre de toda animosidad y de todo deseo, tanto del orgullo como del miedo, y de cualquier otra forma de apego, tiene uno que anonadarse por completo y llegar al perfecto dominio de sus sentidos. Empezará controlando su lengua, órgano de la palabra y del gusto. Es el único medio de poner freno a las exageraciones, a las mentiras y a toda palabra hiriente. Esto es igualmente necesario para librarse del placer tiránico de beber y comer; si no, no seríamos más que animales que viven solamente para satisfacer sus sentidos. Al someternos a una disciplina apropiada, podemos hacernos ‘casi tan grandes como los ángeles’. El que ha vencido al mundo de los sentidos, es un guía para los demás. Todas las virtudes están en él y Dios mismo se manifiesta por medio de él”.
Es evidente que la antropología de Gandhi, ligada con el hinduismo, no es la del mundo occidental, sin embargo, también en Occidente hay una ascesis ligada con el dominio de los sentidos y las pasiones. El dominio de cada uno sobre sí mismo es una fuente para encontrar la verdad y vivirla. Ahí está la prueba de fuego.
Terminamos con otra cita del Mahatma: “Un reformador no puede permitirse el lujo de esperar a que los demás se conviertan; necesita ir desbrozando el camino y aventurarse él solo, si es preciso, aunque vea que todos los escudos se levantan contra él”.
No todos somos Mahatmas, pero muchos tratamos de caminar en pos de la verdad y de una vida buena para todos.
Además, opinamos que se respeten los Acuerdos de San Andrés, se libere a los prisioneros políticos, se limite a las transnacionales en México y se limite el tlc, que se investiguen los crímenes impunes, se detenga la guerra de baja intensidad contra indígenas —ahora los de Bachajón—, se frenen las campañas televisivas del miedo, se salve a Wirikuta y que nos activemos como sociedad civil.