Marco Antonio Flota
Dicen que sentenció alguna vez el Profesor —con mayúscula para diferenciarlo de la maestra minúscula— Carlos Hank González que “un político pobre es un pobre político”. Y aunque no existe una grabación —en ese tiempo no se estilaban tanto las golondrinas en el alambre— ni un papel firmado por él con tales palabras, todo mundo le atribuye la frase.
En cualquier caso, si tal dijo, dijo bien el inolvidable Profesor. Porque un político pobre llega al poder dispuesto a dejar de serlo. Claro que no queremos a un Carlos Slim en Los Pinos, pero eso de la “honrada medianía” es una frase del Benemérito que el ya merito Peje usa, pero sólo le da crédito en aquellos mítines a los que no lo acompaña René Bejarano. (Y cuando le da crédito a Juárez, el 90 por ciento de su auditorio piensa que se refiere a Hernández Juárez, el socio de Slim, al menos en el negocio de las camionetitas de Telmex.)
No son malos en sí los políticos ricos ni los políticos pobres, sino el uso pobre de la política, a la que enriquecieron los varones de la reforma —”¿Esquina con qué calle?”, preguntaría Fox— y contados hombres del siglo pasado.
Pobre uso de la política es el caso de Jorge Hank Rohn, quien no será una blanca paloma, pero tampoco un lobo con piel de cordero. (Aunque en estos días ya no se sabe si preferible ser Lobo, como Porfirio, el Presidente de Honduras, o Cordero, como el secretario de Hacienda de México, que no es una república bananera, pero cualquier chango aspira a presidirla.)
Durante varias semanas se dijo que el Gobierno daría, antes de las elecciones en el Estado de México, un golpe mediático para afectar al PRI y beneficiar al PAN, su alicaído partido. Se hablaba de encarcelar a un ex gobernador e incluso, al no concretarse la preanunciada designación del tamaulipeco Eugenio Hernández para el CPN, se especuló que sería el indicado o indiciado.
Pero el golpe vino por otra parte y, quizá, con más precisa dedicatoria: la detención de Jorge Hank Rhon, cuyo primer apellido delata que es hijo del más destacado político mexiquense del siglo pasado y por eso se le escogió. Porque el segundo apellido, Rhon, le cae bien a algunos panistas, como el Góber de Jalisco, pero con refresco de cola. Y a uno que pronto irá en visita a oficial a Cuba, cuya capital, él piensa, es La Havana Club.
Ahora se queja el hijo del brillante ex secretario de Agricultura que a él le sembraron armas. Lo cual no quiere decir que le plantaron en su jardín pistolitas de agua que se desarrollaron hasta convertirse en cuernos de chivo, sino que se las pusieron ahí en su casa para incriminarlo. El dueño de las casas de apuestas Caliente podría alegar que un hombre como él, con 18 hijos, no tiene cuernos de nada.
Aquí no vamos a echarle más carne al asador de tales especulaciones. Sólo diremos que este gobierno del PAN es menos sanguinario que el porfirista. Porque don Porfirio ordenó: “¡Mátalos en caliente!” y Calderón, menos drástico: “¡Deténganlo en caliente!”
Tumbagrillos
COCO: Personaje que evitarán llegue al gobierno de Michoacán, dicen PRI, PAN Y PRD.
COCOA: Hermana clóset, porque no es cómoda, pero tampoco muy incómoda.
COCOPA: Extinta comisión de paz en Chiapas, cuyo nombre le gusta al hermano de Cocoa.
CUAUHTEMOQUITO: Un Cárdenas que todavía no gobierna Michoacán.
DESAFORRADO: Sin fuero, pero forrado hermano de Godoy.
GODHOYO: En el que está metido el actual gobernador.
INFAUSTO: Futuro de Fausto Vallejo, candidato del PRI, dice la Cocoa.
MORELANO: Cómo pondrán al mismo Fausto, alcalde de Morelia, si pierde.
MOREYNARÁ: El hermano de Moreira, pero en Coahuila.
SAN BRANO: Santo perredista que no encuentra candidato en Michoacán.
Epidramas
Jorge Hank Rhon, presumido,
decía, con voz sonora:
“¡Es mi animal preferido
la mujer!”. Pero ahora
¡odia a la procuradora!
Donde las toman las dan:
quizá Marisela fragua
algún vengativo plan:
“¡A Jorge Hank denle
y también que le den agua
pero agua de Tehuacán!”
En el Perú ganó Humala,
—raro apelativo: Ollanta—
pero una noticia mala:
no gana Carstens —o llanta—
en el Fondo Monetario:
irá una mujer de Europa
si no desvarío —desvario—,
del plato se cae la sopa.
(Y en el caso de Agustín,
se le caen 3 guisados,
2 cochinillos asados
y de postres un sin fin).
México salió más trucha
que el Salvador. Falta, netas,
que también goleen los Zetas
a la Mara Salvatrucha.