Gerardo Yong

Cuando se escucha en Taiwán la melodía Fur Elise, los ciudadanos atienden el llamado a depositar su basura en los camiones recolectores. Uno de los vehículos es para la basura y otro para los materiales reciclables. La campaña para reducir la cantidad de desechos sólidos va ganando cada vez más adeptos, por lo que un creciente grupo de personas se congrega en torno al camión de reciclables. Además, miles de personas viven recolectando papel, plástico y otros materiales que venden para que sean convertidos ya sea en materias primas u otros objetos. Separar la basura por categorías se ha vuelto una parte indispensable de la vida cotidiana y fuente de riqueza inesperada para muchos taiwaneses.

Por ejemplo, muchas personas se sorprendieron al saber que los uniformes de nueve equipos de fútbol participantes en la Copa Mundial Sudáfrica 2010, entre ellos, el subcampeón Países Bajos, y el destacado Brasil, fueron fabricados por empresas taiwanesas a partir de botellas de tereftalato de polietileno (PET, siglas en inglés) recicladas. Aparte de ser amigable con el medio ambiente, poner en el mercado tela hecha a partir de botellas de PET constituye una exitosa estrategia comercial.

Tecnologías innovadoras

Las botellas plásticas en particular, que pululan en una isla donde el clima tropical invita a tomarse un refresco frecuentemente, adquieren nueva vida gracias a las tecnologías innovadoras desarrolladas en la isla. Con ellas se pueden manufacturar productos de considerable valor en el mercado, empleando las técnicas “de botella a fibra” o “de botella a botella”. También se puede crear algo completamente diferente e inimaginado a partir de una humilde botella desechada.

Según la Administración para la Protección del Medio Ambiente, los habitantes de Taiwán consumen unas cien mil toneladas métricas de PET al año. Si una botella promedio de 600 ml pesa unos 25 gramos, se deduce que se producen unos cuatro mil millones de botellas al año. Hasta 1988, fueron consideradas desechables e insalvables, por lo que tuvieron un grave impacto sobre el medio ambiente. Fue en ese año que la Ley sobre Desechos tomó la iniciativa para resolver el creciente problema de las botellas de PET. En abril de 1989, la Asociación de Industrias de Bebidas de Taiwan y los fabricantes de botellas de PET se unieron en una alianza llamada “fondo de administración del reciclaje”. La TBIA aportó los fondos y los dos principales fabricantes de botellas de PET, el Grupo de Textiles Far Eastern y el Grupo Shinkong, invirtieron en la construcción de la primera planta de reciclaje de la isla.

Cuotas de reciclaje

En 1997, la EPA inició su programa de reciclaje “cuatro en uno”. Dicho proyecto consiste en reunir a las comunidades, los equipos de recolección de desechos locales, los recicladores y un sistema de fondos para reciclaje, con el fin de buscar oportunidades para reutilizar los recursos de desechos sólidos. Los fabricantes de productos que terminan como desechos sólidos, por ejemplo, carros, motocicletas, contenedores plásticos, bombillos, baterías y aparatos electrónicos, entre otros, pagan una cuota de reciclaje a la EPA, que la usa para subsidiar a las compañías que se encargan del reciclaje.

Los recicladores pueden dar las botellas directamente a la EPA por una módica suma, o comprimirlas y convertirlas en “ladrillos” de 300 a 400 kilos cada uno, que se venden a las fábricas que las reutilizan con muy buenas ganancias. Por lo tanto, animados por las políticas y la demanda del mercado, hay cada vez más inversiones en el área de reciclaje, tanto de botellas de PET como de otros desechos sólidos.

Asimismo, se cuenta con la incansable labor de promoción por parte de entidades no gubernamentales y grupos religiosos para que el proceso de reciclaje funcione cada vez mejor. No debe sorprendernos, entonces, que el índice de reciclaje de las botellas de PET en Taiwán sea del 97 por ciento. El volumen de plástico tipo PET que se recicló en 2009 sobrepasó las 97 mil toneladas métricas, con un índice de reutilización del 83.7 por ciento.

El proceso de cambio

La forma más popular de reutilizar las botellas de PET es convertirlas en telas de fibras de poliéster. Las fibras de poliéster pueden fabricarse a partir de material de petróleo “virgen” o “en reverso” de las botellas de PET recicladas.

El proceso tras recibir las botellas del reciclador es primero romper los ladrillos y hacer una revisión con rayos infrarrojos para asegurarse de que no haya ningún otro tipo de plástico en la mezcla. Por otro lado, las botellas se lavan, se quitan las etiquetas, se dividen por colores y una por una, cada botella es molida para obtener escamas de un centímetro de diámetro. Dichas escamas se vuelven a lavar dos veces, se ponen en una solución “a flotación” para remover impurezas, se secan y son así vendidas a las fábricas textiles.

En las textileras, se derriten las escamas a altas temperaturas para producir bolitas de PET, que se hilan en telas para los productos de poliéster. Este tipo de poliéster o “hilo ecológico” produce 54.6 por ciento menos emisiones de carbón y emplea de 40 a 85 por ciento menos energía. (Representación de Taiwán en México).